La Comisión Europea ha presentado una nueva estrategia para proteger los suelos de la erosión y la desertificación que moviliza el compromiso social y los recursos financieros necesarios para restaurar y proteger todos los suelos europeos con vistas a 2050



La Comisión Europea (CE) presentó este miércoles una nueva estrategia de suelos para que todos los terrenos europeos sean restaurados y protegidos con vistas a 2050, con el objetivo de revertir la degradación de las superficies, la pérdida de biodiversidad y la desertificación.
Este nuevo plan forma parte del Pacto Verde Europeo que está impulsando el gobierno comunitario, y que pretende frenar el cambio climático en la Unión Europea (UE) y erradicar las emisiones de gases de efecto invernadero hacia el año 2050.
Junto a esta nueva estrategia, la Comisión ha presentado otras dos iniciativas necesarias para hacer realidad el Pacto Verde. Así se han propuesto nuevas normas para atajar la deforestación provocada por la UE, así como nuevas normas para facilitar los traslados de residuos dentro de la Unión a fin de promover la economía circular y hacer frente a los retos que plantean los residuos ilegales y la exportación de residuos a terceros países.
En materia de suelos, la CE estima que, en la actualidad, entre el 60 y el 70% de las superficies de la UE no son saludables. Cada año, alrededor de 1.000 millones de toneladas de suelo es arrastrado por la erosión, provocando una pérdida estimada de producción agrícola en la UE de 1.250 millones de euros anuales. Además, los suelos sufren un declive de la materia orgánica, problemas de contaminación, pérdida de biodiversidad, salinización, sobreexplotación y también sufren el manejo insostenible de la tierra. Según la Comisión, más de 400 km² de suelo se pierden cada año en la UE para crear nuevas infraestructuras o áreas urbanas a expensas, principalmente, de terrenos agrícolas.El ejecutivo comunitario advierte de que también hay superficies que emiten carbono a la atmósfera: entre 45.000 y 55.000 km² de terrenos de turbas fueron removidos en el pasado para darles un uso agrícola, y ahora lanzan emisiones.
Por otra parte, la salinización afecta a 3,8 millones de hectáreas (unos 5,3 millones campos de fútbol) en la UE, con un impacto severo, dice la Comisión, en el litoral mediterráneo, mientras que en Europa central, del sur y del este, cerca del 25% de la tierra tiene un riesgo alto o muy alto de desertificación.
La estrategia establece un marco con medidas concretas encaminadas a la protección, la rehabilitación y el uso sostenible de los suelos, y propone un conjunto de medidas voluntarias y otras jurídicamente vinculantes. Esta estrategia tiene por objeto aumentar el carbono del suelo en las tierras agrícolas, luchar contra la desertificación, rehabilitar las tierras y suelos degradados y velar por que, de aquí a 2050, todos los ecosistemas del suelo se encuentren en buen estado.
La estrategia pretende lograr el mismo nivel de protección del suelo que los que tienen el agua y el aire en la UE. Para ello, se presentará en 2023 una propuesta de nueva ley sobre la salud del suelo, tras una evaluación de impacto y una amplia consulta a las partes interesadas y a los Estados miembros. La estrategia también moviliza el compromiso social y los recursos financieros necesarios, mancomuna los conocimientos y promueve prácticas de gestión y seguimiento sostenibles del suelo, en apoyo de la ambición de la UE de acción mundial en materia de suelo.
Deforestación
Solo entre 1990 y 2020, el mundo ha perdido 420 millones de hectáreas de bosque, una superficie mayor que la Unión Europea. Las nuevas normas propuestas harán que los productos que los ciudadanos de la UE compren, utilicen y consuman en el mercado de la UE no contribuyan a la deforestación mundial y a la degradación forestal. El principal motor de estos procesos es la expansión de las tierras agrícolas ligada a la producción de materias primas como la soja, la carne de vacuno, el aceite de palma, la madera, el cacao y el café, y de algunos de sus productos derivados.
El Reglamento establece normas obligatorias de diligencia debida para las empresas que deseen comercializar estas materias primas en el mercado de la UE con el fin de garantizar que solo se permitan en el mercado de la UE productos legales y que no contribuyan a la deforestación. La Comisión utilizará un sistema de evaluación comparativa para evaluar los países y su nivel de riesgo de deforestación y degradación forestal derivado de las materias primas contempladas en el Reglamento.


La Comisión también intensificará el diálogo con otros grandes países consumidores y se comprometerá multilateralmente a mancomunar esfuerzos. Al promover el consumo de productos que no provocan deforestación y reducir el impacto de la UE en la deforestación y la degradación forestal mundiales, se espera que las nuevas normas reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero y la pérdida de biodiversidad. Por último, la lucha contra la deforestación y la degradación forestal tendrá efectos positivos en las comunidades locales, incluidas las poblaciones más vulnerables, tales como los pueblos indígenas, que dependen en gran medida de los ecosistemas forestales. un marco con medidas concretas encaminadas a la protección, la rehabilitación y el uso sostenible de los suelos, y propone un conjunto de medidas voluntarias y otras jurídicamente vinculantes. Esta estrategia tiene por objeto aumentar el carbono del suelo en las tierras agrícolas, luchar contra la desertificación, rehabilitar las tierras y suelos degradados y velar por que, de aquí a 2050, todos los ecosistemas del suelo se encuentren en buen estado.
La estrategia pretende lograr el mismo nivel de protección del suelo que los que tienen el agua y el aire en la UE. Para ello, se presentará en 2023 una propuesta de nueva ley sobre la salud del suelo, tras una evaluación de impacto y una amplia consulta a las partes interesadas y a los Estados miembros. La estrategia también moviliza el compromiso social y los recursos financieros necesarios, mancomuna los conocimientos y promueve prácticas de gestión y seguimiento sostenibles del suelo, en apoyo de la ambición de la UE de acción mundial en materia de suelo.
