La crisis del coronavirus ha provocado un aumento en las importaciones europeas de bioetanol a precios bajos, un problema para el crecimiento de esta industria estratégica para la transición energética



Bruselas está dispuesta a proteger la industria europea de biocombustibles por su importancia en la transición energética, incluso aunque esto suponga poner trabas al libre mercado. Desde este jueves, la Comisión Europea ha establecido la vigilancia de las importaciones en la UE de etanol renovable para combustible, también conocido como bioetanol, ya que, en el contexto de la recesión económica provocada por la COVID-19, las importaciones de este químico han aumentado significativamente en los últimos meses, a precios bajos. El objetivo europeo es el de evitar que esto cause un perjuicio económico al sector, lo que supondría un riesgo para el crecimiento de unos biocombustibles que son una pieza importante del Pacto Verde Europeo.
«Nuestras economías siguen viéndose afectadas por las consecuencias de la pandemia y nuestro proceso de recuperación no debe quedar bloqueado por las prácticas comerciales distorsionadoras de terceros países. Esta es la razón por la que debemos seguir de cerca cualquier evolución del comercio que pueda derivarse de la competencia desleal», ha explicado Valdis Dombrovskis, vicepresidente ejecutivo de la Comisión y comisario de Comercio. El político letón ha añadido que esta puede ser la primera de varias acciones europeas en este sentido, ya que es posible que «otras industrias necesiten pronto también la vigilancia de las importaciones».
El bioetanol es un derivado de la biomasa que se utiliza como combustible, sobre todo en los motores de combustión tradicional. Su producción no solo es sostenible desde un punto de vista de las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que supone una herramienta para agregar valor a la producción primaria, generar empleo y desarrollar las zonas rurales. Se puede obtener de sustancias con alto contenido de sacarosa, como el azúcar de caña, o la remolacha, alimentos con alto contenido de almidón, como el maíz o la batata y productos con una alta proporción de celulosa, como madera y rastrojos.
De hecho, el bioetanol se lleva usando desde la antigüedad para producir bebidas alcohólicas, pero en las últimas décadas ha experimentado un gran crecimiento y cada vez se utiliza más a gran escala para producir combustible que, puro o en mezclas, sustituye a la gasolina en motores endotérmicos. Al permitir el uso de una gran variedad de materiales agrícolas, supone una herramienta muy poderosa para el desarrollo y ordenamiento territorial, al fortalecer la sostenibilidad y la competitividad de zonas rurales.
Vigilancia sin prohibición
La vigilancia de las importaciones por parte de la Comisión no es una medida que restrinja las importaciones, sino que proporciona un seguimiento rápido de su evolución en relación con productos específicos. El objetivo actual es recoger datos que mejoren la visión de conjunto que las industrias tienen de la situación de su sector, proporcionando la necesaria información basada en hechos que permitirá explorar si es necesario adoptar nuevas medidas más estrictas.
Por el momento, el establecimiento de la vigilancia responde a una solicitud realizada por Francia en nombre de la industria europea del bioetanol. Dicha industria ha facilitado información suficiente que demuestra el aumento reciente y significativo de las importaciones, así como indicios de que estas importaciones causarían un perjuicio económico.
En cualquier caso, dado que otras industrias de la UE pueden encontrarse en situaciones comparables, la Comisión sigue dispuesta a examinar cualquier solicitud debidamente justificada. Para acogerse a la posibilidad de vigilancia de las importaciones, los sectores económicos europeos deben proporcionar pruebas iniciales suficientes de los efectos adversos significativos y del perjuicio causado por un reciente aumento de las importaciones.
Sin embargo, sobre la base del marco jurídico de la UE, estas solicitudes deben canalizarse a través de los Estados miembros. La Comisión confirma su disponibilidad para ofrecer herramientas de seguimiento adecuadas a las partes interesadas con las que adelantarse a las presiones comerciales sobre otros sectores de la economía europea.
