Las fibras de poliéster de la ropa llegan hasta el Ártico - EL ÁGORA DIARIO

Las fibras de poliéster de la ropa llegan hasta el Ártico

A la presencia de microplásticos en el océano Ártico se suma que gran parte de ellos son fibras de poliéster, como las que se deprenden de la ropa al lavarla. Así lo revela una investigación canadiense que ha recogido muestras a lo largo de 20.000 kilómetros. Los científicos advierten de los daños en la fauna marina y proponen un consumo más sostenible, con lavados a bajas temperaturas para disminuir su huella


Un gesto tan simple como poner una lavadora tiene claras consecuencias medioambientales. Y no nos referimos al gasto energético: las fibras de poliéster que se desprenden de la ropa con los lavados pueden llegar a lugares tan recónditos como el Ártico. Es lo que demuestra una investigación publicada en la revista Nature Communications, tras realizar un rastreo de unos 20.000 kilómetros a lo largo del océano polar.

Aunque no es la primera vez que se detectan estas fibras en la región, hasta ahora no se había demostrado su presencia con tanta contundencia. “Hemos tenido algunos indicios de que se habían encontrado microplásticos, microfibras sintéticas e incluso celulosa de prendas vaqueras, pero esta es la evaluación más completa de microplásticos en todo el Ártico”, asegura a El Ágora Peter Ross, profesor del departamento de Ciencias de la Tierra, los Océanos y la Atmósfera de la Universidad de Columbia Británica (Canadá) y autor principal de la investigación.

Las fibras sintéticas representan el 92 % de la contaminación microplástica en el agua del Ártico cercana a la superficie

Los científicos han descubierto que las fibras sintéticas representan alrededor del 92% de la contaminación microplástica en el agua del océano ártico cercana a la superficie. De estas fibras, casi tres terceras partes (el 73%) son poliéster como el que se usa en las prendas textiles.

La investigación revela la presencia de microplásticos a una profundidad de tres a ocho metros por debajo de la superficie marina en 71 puntos del Ártico europeo y norteamericano, incluyendo el Polo Norte. Además, los científicos también analizaron muestras a una profundidad de más de 1.000 metros en seis zonas del mar de Beaufort. La toma de partículas tuvo lugar durante cuatro expediciones en 2016. A partir de estos datos, los autores calculan que en el Ártico hay unas 40 partículas microplásticas por cada metro cúbico.

¿De dónde proceden estas partículas? “Si bien el sentido común y los principios oceanográficos pueden hacernos sospechar de las corrientes oceánicas como el mecanismo de transporte dominante hacia el Ártico, no podemos descartar la posibilidad de que la atmósfera también esté transportando microplásticos, incluido el poliéster, a esta parte remota del mundo”, puntualiza Ross.

De los microplásticos encontrados en el Ártico, la mayor parte eran fibras de poliéster | Foto: Pixabay
De los microplásticos encontrados en el Ártico, la mayor parte eran fibras de poliéster | Foto: Pixabay

Los autores también observaron casi tres veces más partículas microplásticas en el Ártico oriental en comparación con el occidental y podrían proceder de las corrientes arrastradas por el océano Atlántico.

Las consecuencias en la fauna marina

Como experta en ecofisiología de organismos marinos, May Gómez Cabrera califica la investigación como “muy interesante”, aunque no le resultan sorprendentes sus hallazgos ya que “era de esperar que en el Ártico también se encontrasen fibras, como en todos los lugares del planeta”.

La científica, que coordina el grupo de investigación EOMAR de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, recuerda que un equipo español también ha encontrado estas partículas en la Antártida.

“En el caso del Ártico, es un océano rodeado de las zonas del planeta más industrializadas y pobladas, por lo que era de esperar encontrar gran abundancia de estos residuos, sobre todo provenientes del Atlántico Norte, donde confluyen los ríos europeos, canadienses y norteamericanos”, apunta la científica, que coincide en que las microfibras también pueden ser transportadas por el aire y llegar hasta áreas muy remotas.

Un ejemplo es lo que han recogido en las islas Canarias: etiquetas de plástico de trampas de langosta de áreas de pesca de Nueva Escocia (Canadá) y Maine (Estados Unidos), que pueden llevar entre ocho y diez años navegando por el Atlántico hasta depositarse en playas canarias. “Vivimos en un mundo global y los océanos nos unen, por lo que está claro que lo que se vierte en un sitio, debido a las corrientes marinas, acaba en un punto muy distante”, afirma.

Los residuos plásticos pueden acabar siendo ingeridos por la fauna marina, lo que afecta a su salud | Foto: Freepik
Los residuos plásticos pueden acabar siendo ingeridos por la fauna marina, lo que afecta a su salud | Foto: Freepik

La presencia de estos microplásticos, en el Ártico o en las islas Canarias, tiene consecuencias para la fauna marina. Aunque los científicos consultados coinciden en que se sigue investigando cómo les afecta, los estudios realizados hasta la fecha indican que son perjudiciales.

“El poliéster así como otros polímeros plásticos se caracterizan por una baja biodegradabilidad y, por lo tanto, se espera que su presencia en el medio ambiente persista durante décadas, lo que aumenta la posibilidad de ingestión por organismos vivos y su transporte a lo largo de la cadena alimentaria”, advierte a El Ágora Silvia Morgana, investigadora del Instituto de Ciencia Marina (Italia).

Diferentes equipos han encontrado microplásticos en zooplancton, peces, aves marinas y mamíferos marinos del Ártico. Según Ross, aunque todavía se desconoce el verdadero impacto ecológico, lo que sí saben es que el plástico “ofrece cero nutrición y puede dañar a especies de topo tipo y tamaño”.

Entre los efectos nocivos, Gómez Cabrera destaca que los contaminantes químicos y aditivos de estos compuestos provocan grandes alteraciones en el sistema inmune de los organismos y también en su capacidad de reproducción, desarrollo y sistema endocrino.

Consejos para disminuir el impacto

“Las personas y los hogares en Europa y en América del Norte deben tener en cuenta sus propias prácticas domésticas: cada colada puede liberar fácilmente millones de fibras en el sistema de aguas residuales”, alerta Ross.

Dado el impacto ecológico de estas fibras, ¿podemos hacer algo para que no lleguen al mar? Los expertos proponen diferentes alternativas como comprar de forma inteligente, lavar con menos frecuencia, hacerlo con agua fría e instalar una trampa para pelusas en la lavadora, como recomienda Ross.

Con estas iniciativas, en opinión del científico podríamos estar reduciendo la liberación de fibras hasta en un 95%. No obstante, también recuerda que los diseñadores de ropa podrían crear moda más sostenible. En Francia, los fabricantes de lavadoras se están planteando la instalación de filtros de microfibra de plástico en los dispositivos para 2025.

Lavar a baja temperatura ayuda a que las prendas de ropa pierdan menos fibras | Foto: Freepik
Lavar a baja temperatura ayuda a que las prendas de ropa pierdan menos fibras | Foto: Freepik

Algo más pesimista es Morgana. “Desafortunadamente, todavía no existen soluciones únicas para evitar la liberación de microfibras de la ropa”, comenta. A su juicio, la clave está en que modifiquemos nuestros hábitos y en que tengamos en cuenta que es preferible tener algunas prendas de buena calidad en lugar de muchas baratas para disminuir los residuos, además de evitar el suavizante por ser contaminante y lavar a baja temperatura.

Referencia bibliográfica: Peter S. Ross et al. “Pervasive distribution of polyester fibres in the Arctic Ocean is driven by Atlantic inputs”, Nature Communications, 12 de enero de 2021. DOI: 10.1038/s41467-020-20347-1.



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