Según una encuesta mundial, la mayor parte de los consumidores están dispuestos a pagar más por productos sostenibles debido a un aumento en nuestra la concienciación ambiental, influida en mayor medida por los hijos y los círculos más cercanos



La sostenibilidad es uno de los intangibles que más demanda ha despertado durante los últimos años, sobre todo por la conciencia generalizada de afrontar el cambio climático con todos los medios a nuestro alcance como, por ejemplo, alterando nuestros hábitos de compra.
De hecho, una encuesta mundial realizada por la agencia We Are Social ha mostrado que el año pasado un mayor número de consumidores estaba dispuesto a pagar más por un producto ecológico o sostenible en comparación otros periodos, en concreto, un 57% frente al 49% que lo afirmaba en el 2011.
Para la profesora colaboradora de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Neus Soler, la pandemia incluso ha acelerado aún más ese proceso de concienciación por lo sostenible, motivando así a más personas a tomar parte de esa responsabilidad colectiva por el ambiente.
Esa misma encuentra, además, ha informado que las redes sociales se han convertido en el espacio favorito para encontrar este tipo de productos, con un 41% de los encuestados a favor: “Cada vez más usuarios exploran las redes sociales como un escaparate de productos, para consultar información y para comprarlos, sobre todo las generaciones jóvenes (milleniales y generación Z), que lideran el movimiento en favor de la sostenibilidad», ha comentado Soler.
“Si las marcas vinculadas a la sostenibilidad quieren ser visibles y que su comunicación llegue al público que está más interesado en esta materia, tendrán que utilizar este canal, porque es aquí donde se encuentra el público objetivo”, ha añadido.
Precisamente es en las redes sociales donde han aparecido los denominados green influencers, es decir, aquellas personas que acumulan miles de seguidores a los que comparten sus alternativas saludables y productos «verdes» de consumo y estilo de vida. «Algunos utilizan el greenfluencing de manera transversal (alimentación, moda, cosmética, mobiliario, juguetes…) y, por lo tanto, puede convivir con los nichos de influencia clásicos», ha explicado Sílvia Sivera, profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC.
Sin embargo, lo más curioso es que la influencia que ejercen estos influencers sostenibles es más bien escasa porque los que ejercen realmente como tales son los hijos, seguidos de los amigos, la pareja y los padres, tal y como ha señalado la UOC.
“La probabilidad de que tus hijos influyan en tu conducta es mayor, porque se genera una inercia proveniente de la empatía natural que sentirás hacia ellos cuando veas que actúan de esa manera determinada”, ha afirmado Soler.
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“Aquí la familia desempeña un papel importante, así como la pareja y los amigos. Nos dejamos guiar mucho por las personas que forman parte de este círculo más íntimo que se basa en la confianza y en la cooperación social. En cambio, obligamos a pasar más filtros a las propuestas emitidas por las personas que forman parte del segundo círculo, como esos green influencers”, ha añadido el experto
Cabe destacar que, en esa lista de personas que impactan en nuestra vida, el Gobierno se localiza en el último eslabón, algo que choca con las responsabilidades que atañe, según Juan Carlos Gázquez-Abad, profesor colaborador de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC.
“El papel del Gobierno es fundamental. Las decisiones que el Gobierno tome y las iniciativas que desarrolle pueden favorecer o no que los ciudadanos apliquen todo ese aprendizaje que han hecho en casa. Puede haber personas que no hayan recibido ninguna educación ambiental pero que, sin embargo, respondan a las campañas gubernamentales, aunque esto suele pasar cuando las campañas son coercitivas y se basan en castigos (multas, impuestos)”, ha subrayado.
En los países nórdicos, donde la conciencia ecológica y medioambiental está más arraigada, se produce una combinación perfecta entre la educación del ciudadano y la actuación del Gobierno.
“Es muy importante la educación que uno recibe en casa y a lo que se acostumbra desde pequeño; lo más normal es que esos niños, cuando sean adultos, tengan un comportamiento activo, y a su vez, lo transmitan a sus hijos”, ha concluido Gázquez-Abad.
