Un nuevo informe del PNUMA insta a los gobiernos a incorporar el desarrollo de las infraestructuras verdes dentro de sus planes para garantizar no solo la salida de la actual crisis, sino la consecución de los ODS para finales de esta década



Las infraestructuras son la base del desarrollo humano y económico presente y futuro. Por este motivo, la Organización de las Naciones Unidos (ONU) no duda en afirmar que están directamente relacionadas con la consecución del 92% las metas del Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
“Las infraestructuras son motores de desarrollo económico y permiten el acceso a servicios básicos y oportunidades económicas que mejoran los medios de vida y el bienestar de las personas”, comenta la ONU, al mismo tiempo que enfatiza que “si no son utilizadas correctamente, pueden desatar importantes negativos impactos”.
Por ese mismo motivo, uno de sus últimos informes, lanzado esta semana, insta a los planificadores y legisladores a adoptar un enfoque más sistemático de la infraestructura sostenible, incorporándolo en sus planes de desarrollo a largo plazo y garantizando que los sistemas creados por el hombre funcionen con los naturales.“Ya no podemos usar el enfoque de negocios como de costumbre para crear nuestras infraestructuras ya que está conduciendo a la destrucción ecológica y las emisiones masivas de dióxido de carbono. Debemos optar por un camino labrado por las infraestructuras sostenibles”, destaca por su parte Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
En este sentido, el informe expone que toda la infraestructura construida, desde bloques de oficinas hasta plantas de energía, es responsable del 70% de todas las emisiones de gases de efecto invernadero. Aunque esto es solo el principio: la mala planificación de estas edificaciones puede suponer el desplazamiento de comunidades enteras, así como una carga económica y ambiental adicional para los países.
Debido a la urgencia, el nuevo informe del PNUMA ofrece principios rectores para que los gobiernos integren la sostenibilidad en su toma de decisiones sobre infraestructura. Entre otras cosas, recomienda que los estados alineen su planificación de infraestructura con los ODS, así como minimizar la huella ambiental de los proyectos de construcción y a involucrar significativamente a las comunidades locales en la toma de decisiones sobre infraestructura.
Este desafío, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), supondrá un desembolso medio anual de casi siete mil millones de dólares durante la próxima década, una inversión que, en parte, quedará sufragado por los beneficios de las nuevas infraestructuras.


Por ejemplo, el Banco Mundial expone que invertir en infraestructura resiliente en los países en desarrollo puede generar un retorno de cuatro dólares por cada dólar invertido. Del mismo modo, el PNUMA comenta que, además del dinero, la infraestructura verde tiene la capacidad de funcionar como una fuente de empleos a medio y largo plazo.
En todo este juego, la pandemia del coronavirus está ejerciendo un papel relevante. Según el informe, la urgencia por atajar la actual pandemia y otras futuras ya ha obligado a gobiernos de todo el mundo a asignar millones de dólares en paquetes de recuperación económica que, en muchos casos, implican inversiones en infraestructuras sostenibles como medio para estimular sus economías.
“Estas inversiones representan una oportunidad sin precedentes para reducir la dependencia de los combustibles fósiles, proteger y crear capital natural y aumentar nuestra resiliencia frente a crisis futuras, al tiempo que cierran futuras crisis y estimulan la economía”, resalta la ONU.
En Singapur, por ejemplo, los constructores han utilizado materiales reciclados para construir todo, desde escuelas hasta oficinas corporativas, siguiendo así su misión de conseguir que el 80% de sus edificios sean ecológicos para finales de la década.
En Ecuador, el gobierno ha recurrido a soluciones basadas en la naturaleza para reforzar el suministro de agua a varias ciudades importantes. Al replantar árboles, cercar los ríos y comprar tierras para la conservación, una región ha revivido las cuencas hidrográficas que sustentan a más de 400.000 personas.
