Un nuevo informe de la IEA señala que, a pesar de que las inversiones en energía han alcanzado los niveles previos a la pandemia y las renovables ganan peso, aun se necesita triplicar las inversiones en estas últimas para situarnos dentro de la trayectoria de la neutralidad del carbono



Un nuevo informe de la Agencia Internacional de la Energía (IEA) prevé que la inversión mundial en energía aumente en 2021 a 1.900 millones de dólares, lo que supone un 10% más que en el 2020 y, por lo tanto, niveles similares a los previos a la crisis del coronavirus. Del mismo modo, indica que la demanda energética podrá aumentar en un 4,6% este año, compensando la contracción del 4% sufrida en el 2020.
“El repunte previsto de las inversiones en 2021 es una combinación de una respuesta cíclica a la recuperación y un cambio estructural en los flujos de capital hacia tecnologías más limpias”, señala la IEA en su informe.
En este sentido, señala que las energías renovables “dominan la inversión en nueva generación de energía” y esperan que representen el 70% de los 530 mil millones gastados este año para este propósito.


“Gracias a las rápidas mejoras tecnológicas y las reducciones de costos, un dólar gastado en el despliegue de energía eólica y solar fotovoltaica hoy da como resultado cuatro veces más electricidad que un dólar gastado en las mismas tecnologías hace diez años”, recuerda la IEA.
De hecho, durante el último año han proliferado una gran cantidad de compromisos por parte de gobiernos empresas e instituciones financieras para lograr emisiones netas cero para 2050 o poco tiempo después que, en esencia, alienta a la inversión renovable.
Asimismo, la comunidad financiera de muchas economías avanzadas se ha movilizado en torno a las finanzas sostenibles, lanzando fondos e iniciativas para canalizar el “creciente apetito” de los mercados de capitales y cumplir con las nuevas reglas de divulgación.
Por ejemplo, la emisión de deuda sostenible ha crecido rápidamente hasta alcanzar un récord de 600.000 millones de dólares en 2020, y la integración de los bonos verdes está cada vez más acompañada de nuevos tipos de valores e instrumentos basados en el rendimiento para respaldar transiciones más complejas.


Sin embargo, el informe arroja una advertencia y es que, a pesar de los signos alentadores, el gasto en tecnologías de energía limpia esta muy por debajo para garantizar una recuperación sostenible de la crisis de Covid-19. La razón a la que achacan esta falta de estímulo es por la incapacidad de muchos para aplicar estrategias de recuperación expansivas como consecuencia de la doble crisis “de salud y economía”.
“Los 750.000 millones de dólares que se espera gastar en tecnologías de energía limpia y eficiencia en todo el mundo en 2021 siguen estando muy por debajo de lo que se requiere en escenarios impulsados por el clima”, indica la IEA.
Según observan, la inversión en energía limpia debería duplicarse en la década de 2020 para mantener las temperaturas muy por debajo de un aumento de 2 grados Celsius y más del triple para mantener la puerta abierta para una estabilización de 1,5°C, la meta óptima del Acuerdo de París.
“Pasar a una vía energética alineada con el clima depende de una amplia gama de acciones gubernamentales, incluida la atención a la arquitectura financiera que puede acelerar las inversiones directas en soluciones listas para el mercado y promover la innovación en tecnologías de etapa inicial”, comenta la IEA.
Combustibles fósiles, presentes
Del mismo modo, en el informe se revela que la inversión upstream en petróleo y gas aumente en aproximadamente un 10% en 2021 a medida que las empresas se recuperan financieramente del impacto de 2020, aunque señala que el gasto se mantendrá muy por debajo de los niveles anteriores a la crisis.Esto, sin duda, seguirá incrementando los niveles de dióxido de carbono en nuestro planeta, siguiendo así con la tendencia reflejada en los informes climáticos lanzados durante los últimos años. No obstante, los responsables del informe mantienen la esperanza que “las fuertes presiones sobre las empresas privadas puedan mantener las carteras de estos sectores bajo control”.
“A pesar de los precios más altos, las principales compañías petroleras mantienen sin cambios el gasto agregado en petróleo y gas en 2021, y su participación en el gasto general ascendente es ahora del 25%, en comparación con casi el 40% a mediados de la década de 2010”, recuerdan.
En general, la mayor parte de la inversión en suministro de combustible en 2020 se destinó a los combustibles fósiles: el 84% al petróleo y el gas y el 14,5% al carbón. Alrededor del 1,3% se gastó en combustibles bajos en carbono, mientras que las inversiones en energía limpia de la industria del petróleo y el gas representaron solo alrededor del 1% del gasto total de capital.