La inversión sostenible, una oportunidad para la reconstrucción

La inversión sostenible, una oportunidad para la reconstrucción

Una encuesta realizada a los principales actores del sector financiero español revela que las inversiones climáticas están ganando relevancia en los portafolios al crecer un 36% en el último año, aunque es necesaria una mayor regulación


La inversión es probablemente el corazón del capitalismo financiero actual. Ya sea para ahorrar o con fines especulativos, el movimiento de capitales con el objetivo de lograr el mayor rendimiento económico posible es una de las claves del sistema económico globalizado en el que vivimos. Por supuesto, para decidir dónde dirigir sus inversiones, los grandes fondos hacen un análisis minucioso de los diferentes instrumentos financieros disponibles. Pero cada vez más instituciones financieras lo hacen en un contexto en el que la rentabilidad ha dejado de ser el único criterio a tener en cuenta, dejando paso poco a poco a nuevos valores como la sostenibilidad o el impacto social de cada inversión. Una práctica que cada vez está ganando más peso económico tanto a nivel europeo como en España.

Concretamente, la inversión sostenible y responsable (ISR) es aquella que incorpora criterios ambientales, sociales y de buen gobierno en el proceso de estudio, análisis y selección de valores de una cartera de inversión. Y, aunque lleva años en continua expansión, cada vez más expertos aseguran que la crisis del coronavirus puede suponer el empujón definitivo a estas prácticas, que en los próximos años se van a hacer cada vez más relevantes. Así lo ponen de manifiesto dos estudios presentados este jueves por Spainsif, la plataforma de encuentro y referencia en materia de inversión sostenible y responsable en España, en los que se analiza las tendencias presentes y futuras en nuestro país a través de encuestas realizadas a los actores más importantes del sector financiero.

Joaquín Garralda, presidente de Spainsif, durante la inauguración virtual del XI Encuentro Anual de Spainsif, este jueves. | Spainsif

«La inversión socialmente responsable está aumentando mucho y cada vez tiene más importancia. Los instrumentos de financiación verde se multiplican y van a ser clave a la hora de abordar el reto de la neutralidad en carbono para 2050» ha asegurado este jueves Joaquín Garralda, presidente de Spainsif, que ha querido también «lanzar un mensaje de optimismo» en el actual contexto de crisis «porque esta transición verde significa también que va a haber muchísimas oportunidades económicas«. Y es que, ante el reto del cambio climático, el sector financiero «ofrece grandes oportunidades de inversión tanto en mitigación, dirigida a la reducción de emisiones, como en adaptación, minimizando los efectos que el aumento de las temperaturas tendrá sobre los ecosistemas y la economía».

En concreto, este último año, el total de activos gestionados con algún tipo de estrategia o criterio ambiental, social y de gobernanza ISR ha sido de 285.454 millones de euros, lo que supone un incremento del 36% con respecto a 2019. El estudio atribuye este aumento principalmente a la aportación de los activos gestionados por las compañías internacionales, que se ha multiplicado por cuatro en un año hasta los 77.883 millones de euros, junto al menor incremento, del 8,5%, en los activos nacionales, que alcanza los 207.571 millones de euros.

El estudio hace mención especial de las inversiones de impacto dado que, con los datos aportados, se anticipan como una línea de crecimiento de relevancia en los próximos años, adquiriendo carta de naturaleza e integrando diversos vehículos de inversión como los bonos verdes, sociales y fondos de inversión ligados a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Mejora cualitativa

Pero la inversión sostenible en España no solo está mejorando en números absolutos, sino que también está aumentado la calidad de las estrategias de gestión utilizadas. De hecho, Spainsif destaca en su informe que la exclusión simple, la práctica más sencilla de responsabilidad corporativa que supone simplemente no invertir en sectores no alineados con los ODS, está perdiendo peso frente a la integración, que supone incluir criterios de sostenibilidad en todas las inversiones y pasa a ser la segunda estrategia más importante.

Pero, sobre todo, está tendencia al alza en la calidad y la cantidad de los instrumentos financieros sostenibles tiene muy buenas perspectivas de futuro. «Activando todas las palancas públicas y privadas, sumando la implicación de las empresas a los esfuerzos que tenemos que hacer todos, se podrá hacer más rápida y mejor esa transformación ecológica que reclaman nuestras sociedades» ha asegurado Valvanera Ulargui, directora General de la Oficina Española de Cambio Climático, que ha apuntado también «que la colaboración entre lo público y lo privado va a ser importantísima e inspiradora» en los próximos años.

Esta idea se ve confirmada en los estudios lanzados por Spainsif, ya que las empresas inversoras encuestadas apuntan que los portafolios con alta proporción en inversiones climáticas deben crecer rápidamente en los próximos tres años, pasando de un 9% a un 25% del la inversión global. En cuanto a los instrumentos financieros, los bonos sostenibles y bonos verdes son percibidos como los instrumentos más importantes en los próximos tres años.

inversiones
La mayoría de los inversores encuestados creen que las compañías que integran criterios ESG pueden ser mejores inversiones a largo plazo.

Además, el estudio apunta que la percepción de los inversores es que los sectores de petróleo y el carbón van a ser los más afectados negativamente por los riesgos climáticos. En el otro lado de la balanza aparece el sector de la energía solar, que es la apuesta para las inversiones actuales de un 61% de los encuestados, seguido de la eficiencia energética (43%) y el transporte bajo en carbono (41%).

Las investigaciones de Spainsif también dedican un capítulo a la actividad de la inversión sostenible en América Latina, que aunque en volumen todavía es demasiado pequeña para extraer conclusiones, por el momento se centra en cuatro países (Chile, Colombia, México y Perú) donde se concentran los inversores institucionales más grandes de la región: los fondos privados de pensiones. Según Spainsif, aunque el mercado se encuentre en una etapa temprana, existe ya un alto grado de interés en la aplicación de criterios ambientales, sociales y de buen gobierno a las inversiones.

La importancia de la regulación

Los reguladores financieros, tanto comunitarios como españoles, tienen un peso clave en el avance de la inversión socialmente responsable, ya que cada vez se están desarrollando más marcos jurídicos y políticas públicas, especialmente en Europa, que buscan incentivar una transición a una economía baja en carbono. Sin embargo, los inversores consideran que sería necesario una mejor regulación en España que impulsara las inversiones sostenibles aportando seguridad júridica y fiscal.

El apoyo a I+D+i (65%) es la acción que los inversores creen que puede contribuir de manera más significativa a la transición justa en España. Otras acciones previstas en el anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética y destacadas en la encuesta serían las medidas fiscales (52%) y las medidas de creación de empleo (50%). Para la situación actual queda claro que la Directiva Europea sobre Estados de Información No Financiera y Diversidad, transpuesta en España por la Ley 11/2018, es el instrumento más adoptado (53%) e implementado (56%), aunque la taxonomía europea debe cobrar más importancia en los próximos años para un 38% de los encuestados.

bonos verdes
Los bonos verdes, que financian proyectos que generan beneficios medioambientales, suponen ya un 26% de todo lo emitido en España.

Eso sí, según apunta el estudio, tanto Europa como España parecen estar en la buena senda con una regulación moderna y que ya causa un aumento de confianza en los mercados. Sin embarga, en España, urge la aprobación de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética y, más allá, como sugiere un encuestado, se debe “alcanzar un pacto de Estado que asegure estabilidad en las normas legales aplicables a largo plazo.”

En cualquier caso, el optimismo del sector es grande. Dos tercios (66%) de los encuestados creen que habrá un aumento de la financiación climática como consecuencia de la crisis de la COVID-19, sea por el crecimiento generalizado de la financiación sostenible (41%) o gracias a planes verdes de estímulo económico (25%). Es decir que, a pesar de la pandemia, no solo no se ha reducido el crecimiento de estas inversiones, sino que ha aumentado el interés y la concienciación del sector financiero. Una buena oportunidad que aún así requiere de impulsos públicos y privados para convertirse en la fuerza mayoritaria de cualquier tipo de inversión.



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