Sostenibilidad: la medalla que aun tienen que ganar los Juegos Olímpicos

Sostenibilidad: la medalla que aun tienen que ganar los Juegos Olímpicos

Sostenibilidad: la medalla que aun tienen que ganar los Juegos Olímpicos

A pesar de que la teoría presente unos Juegos Olímpicos unidos a la sostenibilidad, un estudio publicado en Nature apunta hacia otro lado: desde el 2010 estos megaeventos no han parado de dar la espalda al verde, por lo que sus autores piensan que es necesario un cambio en el modelo de negocio para reducir su impacto. Una de las ediciones más sostenibles fue la de Barcelona 92


Carlos de Pablo
Madrid | 23 julio, 2021


La sostenibilidad representa uno de los tres pilares de la Agenda Olímpica 2020 y su directa sucesora, ambas desarrolladas bajo el amparo de la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En concreto, esos documentos elaborados por el Comité Olímpico Internacional (COI) exponen que “se debe incluir la sostenibilidad en todos los aspectos de los Juegos Olímpicos”, así como “dentro de las operaciones diarias a su alrededor”.

Para algunos expertos, se trata del último esfuerzo del COI por mantenerse dentro del camino de la sostenibilidad que comenzó en el 2000 y que tuvo especial reconocimiento por la ONU cuando declaró que el deporte “es otro importante facilitador del desarrollo sostenible”, firmando además una carta de intención destacando la contribución de los Juegos Olímpicos a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

La sostenibilidad es uno de los pilares de los Juegos Olímpicos

Ahora bien, no hay que olvidar que la magnitud de los Juegos Olímpicos puede llegar a cuestionar la contribución hacia esos objetivos, aunque hay expertos que piensan todo lo contrario, afirmando que “su alta prioridad política y la atención mundial tienen el potencial de alterar la toma de decisiones a nivel nacional e incluso internacional”.

En cualquier caso, para los autores de un reciente trabajo publicado en la revista Nature, la falta de un mecanismo de medición coherente de los impactos de los Juegos Olímpicos sobre la sostenibilidad hace imposible conocer con certeza si realmente están siguiendo un camino u otro. Por ese motivo, se lanzaron a desarrollar uno.

Para ello, analizaron 16 ediciones de los Juegos Olímpicos de verano e invierno desde Albertville 1992 hasta Tokio 2020 para después incluir su desempeño en base a tres dimensiones: tener una huella ecológica y material limitada, mejorar la justicia social y demostrar la eficiencia económica. Éstas a su vez se dividen en otros tres indicadores.

En base a esto, los resultados muestran que la sostenibilidad de los Juegos Olímpicos de 1992 a 2020 podría considerarse como media, ya que el puntaje obtenido en una escala de 0 a 100 es de 48. Asimismo, los puntajes medios para cada una de las tres dimensiones caen dentro de un rango estrecho de 44 en la dimensión ecológica, a 47 en la dimensión económica y 51 en la dimensión social.

¿Invierno o Verano?

Para los autores, los juegos de estas estaciones poseen una sostenibilidad general similar, aunque destacan divergencias cuando se atienden individualmente a las puntuaciones de los indicadores.

Por ejemplo, los juegos de invierno tienen una huella de visitantes significativamente menor, mientras que los juegos de verano tienen una proporción significativamente menor de nuevas sedes.

Poniendo datos en concreto, el estudio destaca la paradoja de que “aunque los Juegos de Invierno de Vancouver en 2010 fueron los primeros en ser proclamados Juegos sostenibles, fueron los anteriores a él los más sostenibles”: “Los Juegos Olímpicos de 1992 a 2008 tienen una puntuación media de sostenibilidad de 53 puntos, mientras que los de Vancouver 2010 se sitúan en sólo 39 puntos, una diferencia estadísticamente significativa”, exponen los autores.

De hecho, la clasificación dicta que los Juegos de Salt Lake City del 2002, Albertville del 1992 y Barcelona del 1992 fueron los más sostenibles. Eso sí, ninguno de ellos fue capaz de alcanzar la zona verde, que está limitada por un puntaje de 75 ya que solo consiguieron 75, 69 y 56 puntos respectivamente.

“Que las medallas de oro y plata en sostenibilidad vayan a Salt Lake City y Albertville es inesperado. Ninguna de las dos ciudades es muy destacada en la literatura sobre sostenibilidad en megaeventos ni ha hecho afirmaciones de gran alcance sobre la sostenibilidad”, opinan los autores.

Los Juegos Olímpicos de Barcelona fueron unos de los más sostenibles

Al otro lado de la tabla se encuentran los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi en 2014 y los Juegos Olímpicos de Verano en Río de Janeiro en 2016. Para los autores, la razón de su posición se puede explicar dado el gran volumen de desplazamientos que produjo y el sobrecoste de unas instalaciones a las que se dieron poco uso después.

Como curiosidad, también han logrado establecer una perspectiva para los Juegos Olímpicos que se celebrarán este año en Tokio con ayuda de las previsiones lanzadas por la ciudad. Según su evaluación, estos Juegos puntúan en la zona naranja, con 40 puntos, por debajo esa media establecida en 48.

«Paradójicamente, la pandemia de covid-19 ha hecho que el evento sea más sostenible, porque menos gente viajará ya que no habrá público para verlo. Sin embargo, como consecuencia de la crisis sanitaria, gran parte de las infraestructuras se han visto sobredimensionadas ahora, y los costes se han disparado», indicó Martin Müller, autor del estudio, en una reciente entrevista en SINC.

Según detalló, les sorprendió el hecho de que los juegos se han vuelto cada vez más insostenibles desde 1992 ya que los organizadores y el mismo COI siempre proporcionan una idea totalmente distinta: «Vamos en la dirección equivocada», aclara.

En su opinión, que Barcelona se encuentre entre los más sostenibles no es casualidad ya que se trataron de unos juegos pequeños. Además, señala tuvieron un buen uso posterior de las instalaciones deportivas, del mismo modo que tampoco se tuvo que cambiar la legislación para acoger al megaevento.

Recomendaciones de los expertos

La clasificación de los autores apunta a una dirección: la retórica de la sostenibilidad no se corresponde con los resultados reales de la sostenibilidad, aunque existe cierto margen para realizar unos Juegos Olímpicos más sostenibles.

“Hay Juegos Olímpicos en nuestra muestra que han obtenido puntuaciones altas en indicadores individuales, si no en todos. Este resultado cuestiona la afirmación de los escépticos de que los megaeventos nunca pueden ser sostenibles”, aclaran los autores.

Sin embargo, para conseguir esa meta señala que se deben de seguir una serie de cambios que pueden simplificarse en “tres acciones” a corto plazo, siendo la primera de ellas la de reducir considerablemente el tamaño del evento. Según su criterio, esto disminuirá la demanda de recursos y la huella de ecológica y material de la nueva infraestructura, al tiempo que disminuyen las emisiones de carbono de los desplazamientos.

Al igual que las medallas, tres son las medidas que propone el estudio para incrementar la sostenibilidad en los Juegos Olímpicos

En segundo lugar, piensan que celebrar los juegos siempre en las mismas ciudades podría reducir la perturbación social, el coste económico y la huella ecológica al mínimo al disponer de unas infraestructuras que se pueden reciclar con el paso de los años.

Por último, señalan un cambio de gobernanza de la sostenibilidad a través de un organismo independiente que velase por el cumplimiento de los objetivos de sostenibilidad.

«Hacer que los Juegos Olímpicos sean más sostenibles requeriría un cambio significativo en el actual modelo de negocio. El COI no está dispuesto a hacerlo, también porque se enfrenta a la resistencia de las partes interesadas (como las federaciones deportivas). En general, estos acontecimientos son lentos en reaccionar a las circunstancias cambiantes y con frecuencia se necesita una fuerte presión externa, como protestas y boicots, para modificar las cosas», concluye Martin Müller.



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