La caída de la poderosa Texas - EL ÁGORA DIARIO

La caída de la poderosa Texas

Texas, la segunda economía de Estados Unidos, ha sucumbido por una ola de frío que ha dejado a millones de ciudadanos sin agua potable, gas ni electricidad. La independencia del Estado de las grandes redes de suministro del país están detrás del caos vivido. Nos lo cuenta nuestro corresponsal Argemino Barro


Los estadounidenses suelen decir que en Texas, todo es grande: las raciones, los coches, las latas de cerveza y, por supuesto, las personas, que a veces no dudan en ampliar su envergadura con unas botas camperas, una pesada hebilla y un icónico sombrero de cowboy. El propio estado es enorme, como recuerdan las pegatinas de los coches: “Texas es más grande que Francia”.

La industria energética más potente de Estados Unidos está precisamente en Texas, por eso Houston se ha dado el título de Capital Energética del Mundo. En sus contornos vibra una trama de explotaciones petrolíferas que alimentan el insaciable consumo estadounidense, y es que Texas, también, es la segunda economía del país. Su PIB es superior al de España, Australia o Canadá, y comparable al de Rusia: 1,7 billones de dólares.

Aún así, un zarpazo de frío polar se ha llevado por delante los cimientos materiales de Texas, reduciendo este orgulloso león del petróleo a un pequeño animalillo que tirita en medio de una tormenta de nieve. En unas horas millones de ciudadanos, sobre todo en la zona de Houston, se encontraron sin luz y sin agua potable. Sus infraestructuras habían fallado, incapaces de aguantar las temperaturas gélidas.

Camiones de servicios eléctricos estacionados en la nieve frente a las instalaciones energéticas de Houston (Texas) tras el temporal de nieve. | Foto: EFE/EPA/Ralph Lauer

La red eléctrica, pese a las advertencias que se sucedieron a raíz de otra ola de frío (aunque no tan intensa) de 2011, no estaba preparada. Según una investigación de USA Today, el hecho de que Texas tenga su propia red de suministro eléctrico imposibilitó que trajese energía de las dos grandes redes que abastecen Estados Unidos: la Eastern Interconnection y la Western Interconnection.

Se trata, además, de una infraestructura que no está preparada para semejantes temperaturas, lo cual hizo que algunas plantas eléctricas se congelasen y dejasen de funcionar. Un tercer factor es que varias plantas no estaban operativas: Texas es un estado cálido y la época de mayor demanda eléctrica, por el aire acondicionado, es el verano. Y cuarto: la demanda de calefacción salió disparada, poniendo mucha presión a las ya de por sí deficientemente preparadas instalaciones.

El de Texas es también un mercado muy desregularizado, incluso para los estándares de Estados Unidos. Muchos de los residentes de Texas se acogen a planes de precio variable, apostando a que los precios de la luz se mantengan bajos debido a las condiciones relativamente previsibles del clima. Al caer las temperaturas a bajo cero, por tanto, algunas facturas salieron disparadas hasta un 10.000%.

La red de suministro de agua tampoco fue capaz de aguantar el envite. Miles de tuberías se congelaron o reventaron por todo el estado, dejando viviendas inhabitables y causando daños graves a los negocios, como ha reconocido el gobernador de Texas, el republicano Gregg Abbott. “Aún con el sol brillando sobre nosotros, hay nubes suspendidas sobre las vidas de muchos tejanos en este momento debido a las tuberías reventadas”, declaró el pasado fin de semana. “Queremos asegurarnos de que el estado hace todo lo posible para ayudar a la gente que en sus casas trata de reparar las tuberías rotas”. El domingo casi 9 millones de tejanos seguían sin agua potable.

Ciudadanos de Houston fueron a bosques cercanos a la ciudad a por leña para calentarse a causa de los cortes de luz o gas. | Foto: EFE/EPA/Ralph Lauer

Desprovistos de electricidad y agua, millones de habitantes recurrían, en sus testimonios a los medios y en las redes sociales, a la palabra “apocalipsis”. Los texanos se abalanzaron sobre los supermercados que pudieron abrir sus puertas. En pocas horas las existencias de carne, productos lácteos y agua potable se volatilizaron, obligando a las autoridades y a las iniciativas benéficas a distribuir más de 3,5 millones de botellas a las familias necesitadas.

Las casas estaban tan frías, a temperaturas nocturnas de 20 grados bajo cero en la calle, que mucha gente acabó mudándose a hoteles, centros comerciales o simplemente a sus vehículos. Quienes se olvidaron de abrir la puerta del garaje, con el motor encendido para calentarse, acabaron en el hospital intoxicados de dióxido de carbono o perdieron la vida. La demanda de combustible salió disparada y se formaron colas kilométricas en las gasolineras, que se quedaron sin gasolina.

Gasolinera en Houston (Texas) sin existencias. | Foto: EFE/EPA/Ralph Lauer

La semana fue rematada por un partidismo sin tregua. El alcalde de Houston, el demócrata Sylvester Turner, que durante las dos primeras noches de la tormenta dejó completamente encendido el centro de la ciudad, incluidos los edificios gubernamentales, arremetió contra el gobernador Abbott, que a su vez mencionó la energía eólica (de la que es más partidaria la oposición demócrata) como una de las causas del desastre. Un comentario que desencadenó su propia polémica: apenas un tercio de los 45.000 megawattios que se cayeron provenían de esta fuente. Es el gas natural el que representa más de la mitad del suministro eléctrico del estado.

El senador de Texas, Ted Cruz, que no dudó en criticar la gestión de los fuegos de California o las vacaciones del alcalde de Austin en medio de la pandemia, se fue de vacaciones a Cancún con su mujer y sus hijas. Fue cazado in fraganti, volvió al día siguiente con una mascarilla de la bandera de Texas y a los pocos días hizo que las cámaras lo grabaran repartiendo botellas de agua y mostrando una actitud muy comprensiva hacia los tejanos que no pudieron cogerse un avión a México.

Las imágenes del infierno blanco de Texas inspiraron los clásicos comentarios escépticos o negacionistas del cambio climático, resumidos en una paradoja engañosa: si el planeta se está calentando, ¿cómo es posible que se congele Texas? Los científicos, en respuesta, han estado explicando la mecánica del llamado “calentamiento estratosférico repentino”.

El rápido caldeamiento del Polo Norte, que vivió a alta altitud un aumento de 37 grados en las temperaturas, empujó una ola agresiva ola de frío, el vórtex polar, hacia el sur, golpeando con fuerza regiones enteras de Estados Unidos. Un fenómeno que se da aproximadamente cada dos años y que los meteorólogos, como ha sido este caso, pueden preveer con varias semanas de antelación. Un fenómeno parecido al de la Tormenta Filomena, que colapsó partes de España durante las pasadas Navidades.

La catástrofe ha dado de lleno en uno de los estados más políticamente tradicionales (motivo por el cual ha insistido en construir su propia red eléctrica: una de las causas del desastre) y un baluarte de los combustibles fósiles, de los que depende su economía. Y poco a poco van aflorando las consecuencias. Los directores de la red eléctrica estatal, ERCOT, han dimitido, y varias investigaciones se perfilan en el horizonte: por parte de la fiscalía de Texas, la comisión de servicios públicos, el Congreso estatal y la Cámara de Representantes en Washington.

Que de aquí salga un impulso para modernizar las infraestructuras verdes y azules, con los cada vez más devastadores efectos del cambio climático en mente, queda por ver. El estado presenta una paradoja: es el más contaminante de Estados Unidos, pero también el que más recurre a la energía eólica. Alguna de estas dos dimensiones acabará prevaleciendo.


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