Desde que en el 2017 nació Mares Limpios, más de 63 países se han unido a la campaña durante su primera fase, en la que se ha conseguido “servir como catalizador para el cambio” para así acabar con una basura marina que principalmente está compuesta por plásticos



La Organización de las Naciones Unidas (ONU) es contundente: el mundo actual está viviendo una triple crisis protagonizada por los cambios en el clima, la pérdida de biodiversidad y la contaminación. Esta última no solo está encabezada por la emisión de los gases de efecto invernadero, sino que comparte liderazgo con la invasión de los plásticos.
A finales de la década pasada, la producción mundial de plásticos alcanzó las 360 millones de toneladas métricas, más si se tienen en cuenta aquellos destinados en la fabricación de textiles sintéticos. De todos ellos, solo una pequeña parte se ha gestionado correctamente, terminando el resto en vertederos e incluso en el medio ambiente, siendo el mar el peor parado.
Para la ONU, de seguir con el actual ritmo de producción y escasez de reciclaje, posiblemente en el 2050 habrá aproximadamente 12.000 millones de toneladas métricas de basura plástica en vertederos, vertederos abiertos y el medio ambiente natural.
Para combatir este problema a escala mundial han surgido distintas iniciativas a lo largo y ancho del globo, como Mares Limpios, una plataforma en la que el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) está conectando y reuniendo a personas, grupos de la sociedad civil, la industria y los gobiernos para catalizar el cambio y transformar hábitos, prácticas y políticas relacionados con la contaminación oceánica.
Según detalla la ONU, desde su lanzamiento en 2017, la primera fase de su campaña se ha convertido en un catalizador para el cambio para los 63 países que se han sumado a la iniciativa, lo que la convierte en “la coalición mundial más grande y poderosa dedicada a acabar con la contaminación plástica marina”.
La ONU explica que la razón económica frecuentemente citada para la inacción con los plásticos se ve cada vez más como falsa y las empresas ya no pueden ignorar la evidencia científica y las crecientes demandas públicas de prácticas más sostenibles.
Por eso, la campaña Mares Limpios también involucra a las empresas, que tienen «un papel fundamental que desempeñar en la promoción de una economía circular sostenible».
Esto ha permitido que otros muchos países, incluso aquellos sin costas, hayan podido unirse a la campaña. De hecho, explica que las vías fluviales representan las mayores puertas de entrada de los plásticos hacia los océanos, “de ahí la necesidad de que este tipo de países se unan”.
Hasta ahora, dos países sin litoral se han unido a la Campaña: el primero fue Paraguay y después vino Uganda, que se subieron a la iniciativa el mes pasado.
Los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (PEID) “también tienen mucho que ganar y perder si no abordan rápidamente el problema de la contaminación, ya que la mayoría depende en gran medida del turismo en algunas de las playas y hábitats submarinos más idílicos del planeta”.
“Muchos PEID tienen algunas de las regulaciones más estrictas contra los plásticos de un solo uso y son verdaderos líderes en sus esfuerzos por proteger nuestros mares y océanos de la contaminación provocada por el hombre”, comenta Leticia Carvalho.
Por ahora, 39 PEID se han unido a Mares Limpios, representando así uno de los subgrupos más grandes entre los signatarios. En este sentido, Leticia espera que se unan cada vez más personas a la campaña, que entrará en su segunda fase dentro de poco.
“Unirse es fácil. Un país simplemente necesita decidir el nivel de compromiso que desea asumir, alineado con sus ambiciones actuales y futuras para abordar este problema y enviar una ‘Expresión de interés’ al Director Ejecutivo del PNUMA”, concluye Leticia.
