Con su informe, la ONU destaca los bajos niveles de inversión en prevención y reducción del riesgo de desastres en un escenario de incremento de fenómenos extremos. Por cada 100 dólares gastados en ayuda al desarrollo relacionada con desastres, solo se invierten 50 centavos en proteger el desarrollo del impacto de desastres



Los desastres naturales continúan cobrando un alto precio en vidas y bienes materiales, debido en parte a los bajos niveles de inversiones en prevención y reducción del riesgo de desastres, según un informe de la Oficina de las Naciones Unidas para Reducción de Riesgo de Desastres (UNDRR).
Tal y como expone el documento, solo se ha destinado el 0,39% de la renta nacional bruta (RNB) de los países en concepto de ayuda de Asistencia Oficial para el Desarrollo (AOD) desde el 2010, menos de la mitad en aquel mismo año.
En este sentido, el informe resalta un análisis de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que subraya que desde el 2010 hasta el 2019 se destinaron 133 mil millones de dólares, un 11% del total, para la ayuda en desastres. De estos, 5,5 se asignaron para la prevención y preparación para casos de desastre, mientras que 119 mil millones fueron a la acción de respuesta de emergencias.
“De la financiación total de ayudas globales, solo el 0,5% se invirtió en la reducción de riesgos de desastres naturales durante la pasada década. En proporción, por cada 100 dólares gastados en ayuda al desarrollo relacionada con desastres, solo se invierten 50 centavos en proteger el desarrollo del impacto de desastres”, señala la UNDRR.
“Esta es una indicación de que debemos aumentar la inversión en la prevención de desastres si queremos hacer frente al aumento exponencial de los desastres en las últimas décadas”, indica la UNDRR al tiempo que destaca que en los últimos cuatro años han registrado un total de 774 millones de personas afectadas por desastres naturales. Durante ese mismo periodo, en 62 países se reportaron 293 mil millones de dólares en pérdidas.
Curiosamente, la mayoría de esos impactos se registran en países con niveles bajos de ingresos que, al mismo tiempo, son los que reciben las partidas más reducidas de financiamiento AOD. Tan solo existen casos aislados, como el de Nepal, que tras el terremoto de 2015 incrementó por 10 las ayudas AOD.
En este escenario de mayores desastres y menos ayuda, la UNDRR la advierte que a menos que se tomen medidas drásticas, se espera que el impacto continuo de la emergencia climática supere los esfuerzos de reducción del riesgo de desastres y revierta las ganancias de resiliencia.
“Esta falta de inversión socava los esfuerzos de los países en desarrollo para adaptarse al cambio climático e implementar estrategias nacionales para la reducción del riesgo de desastres. Solo 27 de los 46 países menos adelantados informan que cuentan con estrategias nacionales de reducción del riesgo de desastres”, comenta el director de la UNDRR, Ricardo Mena.


Como conclusión, la UNDRR reitera la necesidad de cumplir con el objetivo de invertir el 0,7% del RNB para AOD, distribuir uniformemente todos los fondos y potenciar la cooperación internacional, ligado con el objetivo F del Marco de Sendai.
El agua, mayor fuente de riesgos
Si hay un protagonista dentro de los desastres naturales, ese es el agua. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el líquido elemento fue el ingrediente principal de mayores fenómenos extremos que afectaron a la humanidad en los últimos 50 años, con las sequías y las inundaciones encabezando la lista.
Para Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante y profesor de Ordenación del Territorio, Climatología y Riesgos Naturales de la misma Universidad, este escenario hídrico, al mismo tiempo, presenta una oportunidad para hacer las cosas mejor, sobre todo en las ciudades, al ser estas los focos que recibirán los impactos del cambio climático.
“Debemos cambiar el enfoque. Planificar desde la oferta ya no es eficiente. Hay que desarrollar una planificación hidrológica desde la demanda y teniendo siempre en cuenta los riesgos”, explica el profesor.
Por ejemplo, para las inundaciones, se debe plantear entornos que utilicen encauzamientos y diques únicamente en casos puntuales o actuaciones de adaptación a escala local como depósitos pluviales y parques inundables, como el parque La Marjal, en Alicante, que logró proteger a la ciudad de una potencial inundación en el 2019.
Ahora bien, para lograr todo esto la ONU recuerda que es necesario seguir apostando por aumentos en la inversión en resiliencia en las ciudades al ser «los núcleos de recuperación verde» por excelencia tras el paso de esta pandemia.
