La construcción y los edificios son responsables de casi la mitad de todo el uso global de energía, por lo que buscar la armonía entre urbanismo y naturaleza ha pasado de ser una tendencia a convertirse en una necesidad



Ya es una realidad, los edificios ecológicos están de moda y nada hace pensar que sea una tendencia pasajera. Cada vez existe más conocimiento acerca del impacto que las acciones del ser humano tienen sobre el medio ambiente. Afortunadamente, esta concienciación parece no tener límites y ya ha llegado a la élite de la arquitectura, un sector muy contaminante.
El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente afirma que el sector de la construcción y los edificios son los responsables de casi la mitad de todo el uso global de energía. Además, producen el 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero, consumen el 25% de toda el agua potable y representan el 20% de la generación de todos los residuos en los países desarrollados. Unos datos demoledores que han hecho que los arquitectos tomen en cuenta esta realidad y busquen otras formas de construir y salir al rescate de un planeta que pide a gritos que reduzcamos drásticamente nuestro impacto. Una de ellas es el concepto de ‘construcción sostenible’.
¿Qué es la construcción sostenible?
También conocida bajo el nombre de ecoarquitectura o arquitectura verde, este estilo arquitectónico combina las técnicas de la arquitectura tradicional con prácticas que preservan y cuidan el medio ambiente.
“En la arquitectura sostenible son fundamentales las medidas pasivas, a través de ellas lo que consigues es optimizar al máximo los materiales de tal manera que va a ser más eficiente, más económico, va a funcionar mejor térmicamente y, además, orientándolo bien vas a tener un menor consumo y vas a conseguir con menos mucho mejor rendimiento” explica Ignacio de la Vega, socio y arquitecto de Tinyhome.
¿Qué puede hacer la arquitectura para revertir el impacto ambiental?
La actividad constructora es una gran consumidora de recursos naturales como pueden ser madera, minerales, agua y energía. Tratarlos, transportarlos y, en sí, la puesta en marcha de la obra genera una producción de gases y un gasto de energía y agua muy elevado. Asimismo, los edificios, una vez construidos, continúan siendo una causa directa e indirecta de contaminación por las emisiones que se producen en los mismos o el impacto sobre el territorio. En definitiva, construir, por definición, contamina. Ante esta problemática, ¿Qué alternativas hay para llevar a cabo una arquitectura sostenible?
- Utilizar materiales reutilizables
Los productos reutilizables minimizan el impacto medioambiental negativo de un edificio y la reducción de residuos durante la construcción es fundamental a la hora de reducir las consecuencias que supone construir uno. Estos materiales ayudan a prescindir de materiales nuevos, reduciendo al mínimo el desperdicio durante una etapa de reformas. Otra opción es utilizar materiales de bajo impacto y contar con una certificación que garantice la ausencia de sustancias contaminantes o tóxicas.
- Reducir el consumo energético
La eficiencia energética es uno de los elementos más importantes a la hora de construir un edificio sostenible. Esto se consigue con un sistema de aislamiento y de ventilación eficiente, lo que disminuirá la dependencia de la calefacción o el aire acondicionado. Casi un 20% de la energía que pierde un edificio se va a través de los puentes térmicos, por lo que es importante poner en práctica medidas constructivas que los eviten.
Por otra parte, la orientación del edificio se debe diseñar para conseguir el máximo aprovechamiento de la luz natural y el calor diurno para ahorrar energía y contribuir a la eficiencia de un inmueble. “Dividir la hoja de fachada en dos y generar una capa de aire en medio hace que el impacto térmico del exterior sobre el interior sea mucho menos agresivo” explica Alejandro Infantes, cofundador y arquitecto de Estudio veintidós, “esto te permite ahorrar mucho consumo de energía para el calentamiento o enfriamiento de la vivienda”. Este tipo de propiedades utilizan casi un 30% menos de energía que una que no lo tenga en cuenta.
- Almacenar y conservar el agua
La arquitectura sostenible emplea dispositivos de reducción en el consumo hídrico. Los captadores de lluvia, por ejemplo, son unos dispositivos que acumulan el agua de la lluvia para reutilizarla en el inodoro e incluso la lavadora. Otra alternativa son los inodoros secos, los cuales no emplean agua, sino aserrín. Estos sistemas pueden ahorrar hasta un 25% en la factura mensual de agua.
- Domótica
- Tener en cuenta el impacto en el entorno
Una verdadera arquitectura sostenible que tiene el medio ambiente como prioridad minimiza su impacto en el entorno en el que se ha construido de manera que no altere el ecosistema, sino que sea una parte armónica más.
- Integrar espacios verdes
Los jardines verticales además de dotar al edificio de una buena estética contribuyen a la recuperación ambiental del entorno y fomentan el aislamiento ya que se emplean como revestimiento de paredes, muros y fachadas. Además, filtran los gases nocivos, regulan las temperaturas y mejoran su capacidad energética y la calidad del aire.
- Apostar por las energías renovables
La incorporación de las energías renovables en las instalaciones del edificio ayuda a reducir la factura energética y a proteger el medio ambiente. Las fuentes renovables permiten un consumo de energía casi nulo y su utilización en las viviendas da nombre a lo que hoy en día se conoce como edificios ECCN (Edificios de Consumo Energético Casi Nulo).
En definitiva, la sostenibilidad en la arquitectura es el futuro y se está convirtiendo en un pilar fundamental para el cuidado del planeta. La creación de edificios respetuosos con el medio ambiente crece cada día y con ello su cuidado.
