Siete de cada 10 españoles valoran la naturalidad y la sostenibilidad en la compra de cosméticos. Gracias a esta tendencia, el sector de la belleza y el cuidado personal ha sufrido una enorme transformación en los últimos años. Todavía queda mucho camino por recorrer, pero convertir algo tan cotidiano como es la cosmética en tu propio compromiso ético puede ser de gran ayuda para el planeta



Párate a pensar un momento en tu rutina diaria. Es probable que antes de salir de casa te hayas dado una ducha, cepillado tus dientes y maquillado o hidratado tu rostro. Quizás también te hayas perfumado y utilizado un bálsamo para tus labios o una crema hidratante para tus manos. De la misma manera, es probable, y altamente recomendable, que cuando llegues a casa te vayas a desmaquillar y a mimar con cremas que hagan descansar tu piel. Jabón, cremas, maquillaje, champú, perfume… ¿Cuántos productos cosméticos usamos cada día?
Puede sonar alarmante, pero es que realmente lo es. Si cada español emplea una media de siete productos cosméticos diarios, según datos de la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa), y si lo multiplicamos por 47 millones de habitantes en nuestro país, podrás hacerte una idea de la cantidad de cosméticos que son consumidos cada año. Y es que, si te fijas, la cosmética forma parte de nuestra vida casi desde que nacemos.
Los productos de belleza buscan ser atractivos desde un punto de vista estético. La presentación es casi tan importante como los ingredientes que los componen. También es una industria con una ventaja asociada y es que lucir más joven, oler bien o no tener imperfecciones en la cara son anhelos fáciles de vender. Sin embargo, toda esa presentación y desarrollo provoca grandes niveles de contaminación.
¿Te das cuenta del enorme peso que tiene la industria cosmética? ¿Eres plenamente consciente del pavoroso impacto ambiental que esta genera en el planeta?
Factores contaminantes de la industria cosmética
¿Has oído hablar de parabenos, siliconas o sulfatos? Seguramente sí. Hoy en día, existen más 12.000 ingredientes cosméticos, de los cuales, solo de 2.400 somos conocemos su afección a la salud. Y de estos, 1.200 son tóxicos, es decir, uno de cada dos ingredientes estudiados es tóxico, según la OMS. ¿Pero sabrías decir cuáles lo son?
Los parabenos o el triclosán, por ejemplo, además de ser perjudiciales para nuestra salud, también lo son para el medio ambiente. Sus consecuencias ambientales han sido investigadas por la Universidad de Córdoba junto a la Universidad de Islas Baleares. Estudios que demuestran su presencia en el mar y el correspondiente daño que estos químicos causan en los ecosistemas marinos. También las siliconas, utilizadas en muchos productos faciales y capilares, además de no permitir que el poro respire y nos resulte dañino, tienen una alta toxicidad con el medio acuático.
Además, muchos productos cosméticos contienen polímeros plásticos que no se biodegradan fácilmente, por lo que permanecen en el medio ambiente. Por ejemplo, los pequeños granitos de color azul de los dentífricos y exfoliantes son en realidad microplásticos, diminutos fragmentos de polietileno (PE) o poliestireno que terminan en el mar.
Otro aspecto relacionado directamente con la contaminación es el packaging de los productos cosméticos. El plástico, al ser barato y fácil de transportar, es el material preferido para su envasado, sin embargo, su durabilidad hace que sea uno de los mayores enemigos de la salud del planeta.
En los últimos años, hemos sido testigos del despertar de un consumidor más reflexivo con la contaminación que producen los residuos plásticos que, en su mayoría, son envases de un solo uso. De hecho, el 75% de los jóvenes europeos prefieren que los envases de sus productos de belleza sean de vidrio, según una encuesta encargada por la Federación Europea de Envases de Vidrio.
¿Conoces la diferencia entre ‘bio’, ‘natural’ y ‘sostenible’?
En España, el interés por una cosmética sostenible está en constante crecimiento, siendo los consumidores cada día más conscientes de la necesidad de llevar a cabo un cambio de rutina. Pero a pesar de esta demanda creciente en estos productos, existe mucha confusión sobre algunos términos. Es importante saber qué significa e implica cada uno de ellos y en qué se diferencian:
- Un cosmético puede considerarse “bio” cuando su fórmula está compuesta por, al menos, un 80% de ingredientes de origen vegetal y un 10% de ellos provienen de agricultura ecológica.
- La definición de cosmética “natural” se utiliza cuando está compuesta por un 90% de materias primas naturales de origen vegetal y animal (leche, cera, miel…). Y la cantidad de sustancias químicas o sintéticas tienen que ser menor a un 10% de la composición final. La cosmética vegana no incluiría la materia prima de origen animal.
- La etiqueta de “sostenible” designa a aquellos productos que incorporan iniciativas respetuosas tanto con el consumidor como con el entorno durante los procedimientos de fabricación para minimizar su huella.
Asimismo, si analizamos las etiquetas, nos podemos fijar que muchos cosméticos anuncian que son “cruelty free”, es decir, ni el producto ni sus ingredientes han sido testado con animales. El Reglamento 1223/2009 del Parlamento Europeo que regula los productos cosméticos prohíbe que se experimente con animales desde 2013, por lo que los productos europeos no deberían llevar esa etiqueta especificada en el envase. Únicamente en el mercado asiático sigue siendo posible este testeo, así que es muy importante fijarse en el lugar de procedencia.
Apuesta por lo sostenible
Si en los últimos años el comprador ha incrementado sus exigencias en los sectores de consumo, en el caso de la cosmética lo ha hecho con mayor énfasis si cabe. El 70% de los españoles aprecia la naturalidad y el 72% la sostenibilidad como factores motivadores a la hora de adquirir estos artículos según un estudio realizado por Beiersdorf para su marca Nivea. Por suerte, hace tiempo que la cosmética sostenible va ganando terreno y cada vez son más las firmas que apuestan por ella.
Entre ellas está Nuilea, un pequeño negocio situado en el centro de la capital madrileña a cinco minutos a pie del Congreso de los Diputados. Agatha y Javier, fundaron en 2016 este proyecto enfocado hacia la cosmética natural con el objetivo de “ir hacia un mundo más sostenible y más ecológico, donde respetemos más el medio ambiente y nos respetemos más nosotros”, explica Javier Donoso. “Tenemos desodorantes en crema, champús sólidos, dentífricos sólidos y cremas sólidas, que simplemente no tienen envase, no tienen plástico. Vienen en un envase de cartón que luego se puede reciclar”.
Los fundadores de Nuilea no solo apuestan por una cosmética respetuosa con el medio ambiente, envasada en materiales reciclables y sin ingredientes tóxicos, sino que han adaptado su negocio y, además del espacio de tienda y exposición de cosmética natural, tienen una zona de spa donde llevan a cabo multitud de tratamientos naturales con desecho cero.
La sostenibilidad comenzó como una moda puntual, sin embargo, nos estamos dando cuenta de que ya es una necesidad, porque no solo estamos destruyendo el planeta, sino que también estamos perjudicando al órgano más grande de nuestro cuerpo, nuestra piel. Por ello, desde El Ágora te recomendamos que evites comprar impulsivamente productos que al final se acumulen en tu baño sin utilizarse, y cuando realmente necesites o quieras comprar un producto cosmético investigues la política medioambiental de la marca. Apuesta por tiendas que busquen la sostenibilidad en todo su proceso, desde la utilización de ingredientes naturales hasta el envasado.
Minimizar la huella ecológica de lo que consumimos es clave para ralentizar el cambio climático y la mejor manera de cambiar el mundo es empezar por uno mismo.
