«Póngame medio kilo de acelgas ecológicas, por favor».
Hace unos años esta frase podía a resultar extraña e inusual, pero ya empieza a ser cada vez más habitual entre los consumidores. Lo que antes encontrabas solo en herbolarios y tiendas específicas, se está extendiendo y ahora ocupa estanterías enteras de grandes supermercados. Hablamos de los alimentos ecológicos.
Ante la creciente concienciación de la sociedad hacia el medio ambiente se ha abierto paso a este nuevo mundo un fenómeno que no es solo una moda, sino una concienciación general sobre la necesidad de comer alimentos más naturales y sanos y, por consiguiente, más respetuosos con el medio ambiente.
Consumir productos ecológicos, de temporada y de proximidad no solo nos beneficia a nosotros, sino también al planeta. Los niveles de contaminación que se originan a la hora de transportar alimentos de una parte a otra del mundo, solo para que disfrutemos de un alimento que no se cultiva en nuestro país, son alarmantes.
¿Qué son realmente los alimentos ecológicos?
Ecológicos, orgánicos, bio, naturales… Hoy en día existen diversidad de nombres, pero ¿qué significa que un alimento posea esta designación? Significa que estos productos han sido obtenidos de manera respetuosa con el medio ambiente, sin la utilización de abonos, pesticidas tóxicos o sustancias artificiales, y respetando el ritmo de crecimiento.
En la Unión Europea, los alimentos ecológicos están regidos por unas normas específicas de producción y de etiquetado, a través de las cuales se les asigna un símbolo distintivo obligatorio denominado “eurohoja”, que lo diferencia de los alimentos convencionales.
¿Cuáles son sus beneficios?
Los productos ecológicos son beneficiosos tanto para nuestra salud como para la del medio ambiente. Las ventajas de este tipo de alimentos son mayores que las de los productos que no lo son y, pese a que tienen un precio más elevado, llevar una dieta ecológica a largo plazo merece la pena.
- Los productos más frescos
Los productos transportados durante largas distancias para llegar al destino pueden llegar a estar semanas en congeladores. Sin embargo, al comprar local obtenemos un alimento cosechado en su momento óptimo de maduración y poco antes de ser comprado, lo que significa que tienen más propiedades nutricionales.
- Consumo de temporada
La naturaleza es sabia. En verano nos facilita frutos con más contenido en agua como pepinos, tomates, sandías o melocotones, mientras que en invierno son alimentos más calóricos, como las calabazas, las coles o las acelgas. Además, al ser de temporada son recogidos en su punto óptimo de maduración, por lo que tiene un olor, una textura y un sabor más intensos.
- Alimentación más sana
Los productos ecológicos son más saludables que los convencionales ya que están exentos de residuos tóxicos como pesticidas, antibióticos, fertilizantes sintéticos, aditivos, colorantes y conservantes, muchos de ellos utilizados para eliminar insectos o plagas o para resultar atractivos a la hora de su venta, y que, a medio o largo plazo pueden dañar nuestro organismo.
- Menor impacto ambiental
La agricultura ecológica, al eliminar los residuos procedentes de los abonos inorgánicos, pesticidas y otros elementos químicos tóxicos, no contamina el agua ni las tierras. Además, estos productos están sin envasar o con un envase reciclado por lo que se evita un montón de residuos innecesarios, y al ser locales se reducen los gastos y, sobre todo, la contaminación provocada por su transporte.
- Apoyas la economía local
Adquiriendo productos locales ayudamos a la creación de pequeñas empresas y puestos de trabajo en nuestra zona geográfica. Si las pequeñas empresas crecen, la demanda de los productos y servicios locales también y eso repercute en un precio más competitivo.
- Nuevos productos y variedades
La agricultura industrial maximiza la producción y, para ello, basan su producción en monocultivos de las variedades más rentables y que aguantan más tiempo sin estropearse, al contrario que la producción ecológica y local que pueden variar su producción semanalmente.
La agricultura del futuro será ecológica o no será
La sociedad es cada vez más consciente de la importancia de llevar una alimentación saludable, y en respuesta a ello, cada vez más personas optan por alimentos ecológicos. Sin embargo, no siempre es fácil encontrar un producto eco, de calidad y libre de productos tóxicos, sobre todo en las urbes. Pero gracias a iniciativas de consumo como el de La Colmena que dice Sí ya no hace falta desplazarse al campo para comer sano, la huerta llega directamente a su casa.
En julio del 2014, La Colmena que dice Sí creaba las bases de una plataforma web innovadora que daba acceso a una alimentación de calidad a cualquier consumidor de cualquier parte del país y para ello crearon espacios llamados ‘Colmenas’. Cada ‘Colmena’ es gestionada por un responsable que se encarga de seleccionar a los productores, recibir los productos y entregarlos a cada comprador una vez a la semana. Desde el punto de vista del consumidor, “el registro es super fácil: entras en la web www.lacolmenaquedicesi.es, el consumidor puede ver un mapa, selecciona la colmena más cercana introduciendo su dirección o código postal y una vez registrado ya puede realizar todas las compras semanalmente sin ningún tipo de permanencia o de cantidad de producto”, nos explica Noelia Alcarranza, coordinadora de La Colmena que dice Sí en Madrid.
Se trata de un proyecto que nace, además, tras constatar que el sistema actual de consumo se basa en una larga cadena de intermediarios que perjudica a agricultores y ganaderos. En España, el 60% de los beneficios de los alimentos son para el distribuidor y la diferencia de precios entre el origen y el destino es de 390% de media. Esto significa que estos intermediarios, en muchos casos, dejen a los productores con un beneficio ínfimo, mientras que los productos llegan al usuario final con un precio mucho más elevado ocasionando un gran impacto ambiental en su distribución.
Gracias a esta plataforma, muchos productores se dan a conocer y pueden vender de forma directa sus productos cobrando el precio justo que ellos consideran, “es reforzar ese protagonismo del productor y poner en valor su trabajo”, afirma Charo Cortés, responsable de la Colmena de Cerceda (Madrid).
La gran mayoría de nosotros desconocemos dónde y cómo se ha producido nuestra comida. Vamos a la tienda y, directamente, compramos lo que nos apetece sin darle muchas vueltas. ¿No crees que ya es hora de saber lo que hay detrás de los alimentos de consumimos?
