La industria joyera es consciente del gran impacto que tiene en el medio ambiente y camina hacia un producto sostenible, respetuoso con la naturaleza y con sus trabajadores



El anillo de compromiso es una joya muy especial que simboliza la unión y el amor de una pareja y marca el comienzo de una nueva etapa. Sin embargo, pocas veces somos conscientes de las acciones tanto éticas como medioambientales que hay detrás de esa simple pieza y no nos damos cuenta de que, probablemente, hayan extraído los minerales de una de las regiones más pobres del planeta, de manera poco sostenible y en condiciones de explotación laboral. “Nadie querría que un anillo de compromiso que está simbolizando un amor, tenga detrás una historia oscura”, afirma Luz Rodríguez, diseñadora y fundadora de Luz de Nehca. Es posible que nunca te lo hayas planteado así. Le sucede a la mayoría de la gente.
A priori, la joyería no se suele identificar como uno de los sectores más contaminantes del planeta como lo pueden ser las plantas energéticas, el sector de la moda o la ganadería. Sin embargo, también la minería ha sido declarada por la ONU como una actividad extremadamente peligrosa ya que sus costes medioambientales son demoledores.
A partir de la relevancia de esta problemática y con el propósito de conseguir un menor impacto ambiental y social, son cada vez más son las joyerías que se esfuerzan por crear y distribuir joyas éticas y responsables con nuestro planeta. Joyas sostenibles que, por su definición, son aquellas que están elaboradas con minerales extraídos sin el uso de químicos altamente contaminantes y libres de sufrimiento humano (sin explotación infantil, sin diferenciación de género, sueldos dignos y seguridad en las minas).
Problemática medioambiental y social
Uno de los mayores problemas a los que se enfrenta la industria joyera es la grave contaminación ambiental que se produce en todo su proceso, desde la extracción hasta la producción. La falta de control estatal, del uso de tecnologías y maquinarias adecuadas hacen de este sector uno de los más contaminantes. De hecho, según un informe publicado por Human Rights Watch cada año se extraen unas 1.600 toneladas de oro en todo el mundo. Si partimos de la base de que la obtención de tan solo un gramo de oro supone una emisión de 20 kilos de dióxido de carbono, el consumo de 2.500 litros de agua y la generación de 2,5 toneladas de desechos puedes ser, más o menos, consciente de la magnitud del problema. Algunas de las consecuencias más negativas de la minería son las siguientes:
- Contaminación del agua: La extracción de metales preciosos no solo requiere grandes cantidades de agua, sino que, a su vez, las contamina con los químicos tóxicos que utilizan para el arranque del material. Químicos como mercurio, cianuro, arsénico y plomo que en proporciones totalmente insalubres ocasionan graves perjuicios para la fauna y la flora del lugar.
- Contaminación del aire: Otra consecuencia es la liberación de polvo y gases tóxicos al medio ambiente a causa de las explosiones de las rocas para su extracción. Estos gases además de generar diversos problemas respiratorios tanto a los propios mineros como a los animales que habitan zonas próximas, estos suben a la atmósfera y son uno de los causantes del efecto invernadero.
- Daños a la flora y la fauna: El ruido y la vibración de los vehículos de transporte asociadas a la extracción de los materiales además de la alteración de su hábitat provoca la migración de muchas especies. Asimismo, como explicábamos antes, tanto los propios gases que generan las extracciones como el agua y la tierra contaminada provocan envenenamientos en las especies y su posterior extinción.
- Modificación del terreno: La extracción de los minerales provoca grandes excavaciones, deforestaciones de extensiones de tierra y la erosión de esta provocando una pérdida del suelo fértil, hábitats y biodiversidad.
- Explotación laboral: Actualmente hay más de 100 millones de personas trabajando en la industria de la joyería en todo el mundo, y la gran mayoría vive por debajo del umbral de la pobreza. Muchos de ellos son forzados a trabajar en condiciones muy arriesgadas para su salud, como la exposición a inhalar polvo, gases tóxicos y otras partículas nocivas del agua. Por ejemplo, los mineros de diamante de Sudáfrica tienen una tasa de mortalidad un 20% mayor que el resto de la población, y a lo largo de su vida es muy común que sufran enfermedades pulmonares y anomalías en la piel.
La joyería sostenible es tendencia
La joyería, al igual que sucede en la moda, tiene unos niveles de fabricación masiva a muy bajo coste (‘fast fashion’), donde la demanda aumenta cada día debido a esa falsa ‘necesidad’ del consumidor de comprar insaciablemente. La realidad que se esconde bajo esta gran oferta es la antítesis de la sostenibilidad: los materiales empleados, su extracción o su producción no respetan el medio ambiente, el packaging no es reciclable o libre de plástico o las condiciones de trabajo son indignas para reducir costes de producción.
Afortunadamente, las tendencias apuntan hacia la concienciación en el consumo de la joyería. Es decir, cada vez más el consumidor se pregunta cómo se ha fabricado la pieza y si de alguna manera su compra garantiza la sostenibilidad del medioambiente y si las condiciones de trabajo son las adecuadas.


Bajo esta premisa nació Luz de Nehca, una pequeña empresa española de joyería sostenible que buscar potenciar tu belleza mientras cuidas el planeta. Las joyas de Luz Rodríguez y Frank Bäumchen, fundadores de la marca, están realizadas con metales nobles (plata y oro) extraídos de la tierra sin el uso de químicos tóxicos como el mercurio. Luz de Nehca aboga por que la extracción de sus minerales sea de manera responsable y ecológica tanto para el medioambiente como para los mineros. Para ello cuenta con una certificación que lo abala: Fairmined, que defiende la minería responsable y brinda apoyo al desarrollo sostenible de las organizaciones mineras. “Desde el material, el diseño, el empaquetado, la producción, el transporte, las ventas… toda la trazabilidad desde que yo recibo el metal, creo la joya y llega a tu casa es ético, sostenible y cuidadoso con el medio ambiente” revela Rodríguez.
¿Qué puedes hacer tú como consumidor? Evita comprar la joyería tradicional e intenta alquilarla, tomarla prestada o comprarla de segunda mano. Si es una ocasión especial y estás decidido a comprar una joya hazte primero estas cuatro preguntas: dónde, cuándo, cómo y por quién. Busca transparencia en la cadena de suministro, es esencial para acabar con todos los problemas derivados de la producción de joyería. Sellos como Fairmined, Fairtrade o EcoSilver de Cookson te garantizarán su sostenibilidad. En caso de tenerlas, practica el reciclaje de tus joyas y así evitarás que se contamine tanto el aire como el agua con químicos y disolventes y la emisión de gases de efecto invernadero por su extracción.
Es importante comenzar a mirar más allá del su valor estético y buscar prácticas más sostenibles. Las joyas no solo deberían ser bonitas, también deberían ser buenas para el planeta.
