Hacia una menstruación más consciente y sostenible - EL ÁGORA DIARIO

Hacia una menstruación más consciente y sostenible

¿Sabías que compresas, tampones y salvaslips habituales están hechos, en su mayoría, de plástico y otros compuestos químicos tóxicos como cloro o petróleo? La mejor alternativa es una higiene íntima ecológica y sostenible, que no solo respeta tu salud, sino también la de tu planeta


La menstruación ha sido un tema invisibilizado durante muchos años, llegando a suponer una carga y una vergüenza para la mujer a pesar de ser un proceso biológico por el que pasamos todas. Afortunadamente, esta situación se ha superado en la cultura occidental, pero aún hay muchas partes del mundo en las que el período sigue siendo un estigma para la mujer. Sin embargo, cada día existe más información y herramientas con las que hacer frente a esta situación.

Las compresas y los tampones son las opciones más generalizadas para usar durante la menstruación, pero son precisamente las más irrespetuosas con nuestra salud íntima y el medio ambiente. Bajo este precepto surgió el concepto de menstruación sostenible que aboga por usar productos de higiene femenina que tengan un menor impacto para el planeta y que sean 100% seguros para tu salud.

La realidad menstrual contamina tu cuerpo y tu planeta

La mayoría de los tampones y compresas desechables están compuestos principalmente por rayón, derivados del petróleo como el poliéster o el polipropileno, perfumes, y algunas marcas, incluso blanquean sus productos con cloro y dioxinas. “Lo que no nos dicen es que los tampones y las compresas tienen químicos en su interior, pero es que no es obligatorio que lo pongan en la etiqueta” declara Lucía Triana, encargada de comunicación de la tienda online de braguitas menstruales Loop. Impacta, ¿verdad?

Suponiendo que una menstruación dura de media cuatro días y teniendo en cuenta un sangrado de abundancia media necesitaríamos unos 18 tampones o compresas al mes. Esto supone que, si contamos con que son 13 menstruaciones al año (con una regla regular de 28 días), cada mujer usa alrededor de 234 tampones o compresas anuales.

Y si encima añadimos que las mujeres tenemos una media de 520 ciclos a lo largo de nuestra vida (40 años), significa que en total vamos a utilizar unos 9.360 tampones o compresas. Todo esto sin contar los casos en los que se utilizan métodos complementarios (tampón + compresa o salvaslip) ni el packaging (envase exterior, envoltorio interior, aplicador…) ¿Te imaginas cuántos residuos supone eso?

Por eso es importante conocer de qué están hechos, tanto desde el punto de vista sanitario, ya que de media están 65.000 horas en contacto con nuestro cuerpo, como su impacto en el medio ambiente.

¿Tanto contaminan los tampones y las compresas?

La respuesta es muy fácil: sí y mucho.

Imagínate que todos esos tampones o compresas con sus correspondientes envoltorios, cajas y aplicadores que hemos calculado antes los apiñáramos todos juntos. Se estima que su peso ascendería a unos 136 kilos por mujer, lo que a escala global supondría el 0,5% de la basura que llega a los vertederos.

Y aunque la parte más visible de su contaminación sean los desechos que generan y se acumulan en las playas, su fabricación también tiene un gran impacto negativo medioambiental.

La fibra de algodón, que es el principal componente de los tampones, necesita para su producción muchísima agua, pesticidas y fertilizantes, y el poliéster está hecho de derivados del petróleo y también requiere una gran cantidad de agua. A todo esto, habría que añadirle la contaminante producción de todos sus envoltorios a base de plástico además de su transporte.

Y sigo, porque todavía hay más. Muchas mujeres tiran los tampones por el WC pensando que al ser algodón estos se desharán o porque son biodegradables, algo totalmente incierto. Esto causa multitud de problemas dado que, como todas sabemos, los tampones en contacto con el agua se ensanchan, lo que podría provocar que se atascaran las tuberías y los sistemas de filtrado.

Y en el caso supuesto de que desecháramos los tampones correctamente y los tiráramos a la papelera (contenedor naranja), estos finalmente acabarían en vertederos donde la falta de oxígeno hace que su degradación se alargue aún más al estar hechos de fibras bastante densas. Tiempo que se multiplica en el caso de las compresas al tener mucho más plástico en su composición.

¿Qué alternativas tengo?

La batalla contra el uso de plásticos en el mundo menstrual lleva bastante tiempo en auge. Cada vez somos más conscientes del impacto que tienen en el medioambiente estos productos que tardan cientos de años en biodegradarse, por lo que cada día surgen nuevas alternativas:

  • Copa menstrual

Una de ellas es la copa menstrual, que en los últimos años ha sido una auténtica revolución gracias a su comodidad y sostenibilidad. Las copas menstruales son unos recipientes de higiene íntima fabricados en silicona hipoalergénica o látex que no tienen un efecto negativo sobre la flora vaginal. Al no absorber la sangre, no reseca ni afecta a la lubricación de las paredes vaginales, como si es frecuente con los tampones. Se hierven al empezar y acabar el ciclo y, durante la regla, basta con usarlas, sacarlas, limpiarlas con agua y utilizarlas de nuevo. Además, hay diferentes tamaños que se adaptan a la cantidad de flujo, a la edad y al tamaño de cada vagina.

Otra de sus ventajas es su durabilidad ya que, dependiendo de la marca, pueden durar entre 3 y 10 años. Esto es significativo tanto para el medio ambiente, ya que eliminamos el uso de tampones y compresas que tanto contaminan (entre 702 y 2.340 tampones al año), como para nuestro bolsillo. En un año, una mujer promedio se gasta alrededor de 50€ en tampones y compresas, mientras que una sola copa puede valer entre 10 y 30€. Por ejemplo: si compramos una copa menstrual por 20€ y la usamos durante seis años, tan solo pagaremos 3,33€/año.

  • Bragas menstruales

menstruación
Bragas menstruales de Loop

Otra alternativa son las bragas menstruales. Y aunque no sea algo excesivamente novedoso, todavía existe cierto escepticismo en torno a ellas. ¿Me voy a manchar? ¿Parece que llevas un pañal? ¿Notaré la humedad? Estas dudas son normales, pero según nos explica Lucía Triana de Loop, en todas ellas la respuesta es no: “Tienen primero una capa de algodón fino que es la que está en contacto con tu piel, luego hay una capa que absorbe el flujo y por último una braga impermeable que nunca va a permitir que traspase a la ropa”. ¿Y olerá? “La sangre no huele. Las compresas tienen químicos que al contacto con la sangre y sin que la zona íntima transpire correctamente, acaban teniendo un olor extraño”, nos aclara Triana a El Ágora.

Aunque tengan el aspecto de una braguita normal, la diferencia reside en el tejido con el que se elaboran, ya que permite la absorción de la menstruación sin que éste se transfiera a la ropa, sin hincharse ni resultando tan aparatosas como puede ser una compresa convencional. Además, esta lencería menstrual de Loop, que al igual que la copa tiene diferentes tamaños que se adaptan a ti, reduce tu impacto sobre el medio ambiente ya que evitarás el uso de miles de salvaslips, compresas y tampones, son veganas ya que no utilizan ninguna fibra animal en sus tejidos y no utilizan químicos nocivos ni para tu salud ni la del planeta.

En este caso, el beneficio es también económico. Si cambiamos las compresas por las bragas menstruales, tendríamos por unos 60€ (la utilización media es de dos bragas al día) cubiertos unos cuatro años de compresas. Es decir, nos saldría a 15€ al año, en vez de 50€. Eso sí, una vez pierdan su capacidad de absorción, siempre se pueden seguir utilizando como ropa interior normal.

  • Compresas de tela

menstruaciónEsta opción en realidad, no se trata de un concepto nuevo, sino de una versión actualizada de lo que ya utilizaban nuestras antepasadas. Pueden llegar a durar entre tres y cinco años y son totalmente adaptables a tus necesidades (color, forma y tamaño). Al igual que ocurre con las braguitas, se caracterizan por ser completamente absorbentes con varias capas de algodón e impermeables.

Al estar elaboradas con algodón orgánico son respetuosas con la piel y las zonas íntimas, previniendo de irritaciones y alteraciones del pH vaginal.

  • Compresas y tampones biodegradables

Quizás esta sea la alternativa menos conocida. Se tratan de unos productos que, aunque sigan siendo de un solo uso, al estar elaborados con materiales naturales y orgánicos, estos son biodegradables y, por tanto, no contaminan. Además, y no menos importante, no contienen componentes dañinos para nuestro organismo como perfumes o tintes.

Después de leer todo esto, hay una cosa clara: la menstruación puede ser una carga y vergonzosa, pero no por lo que es en sí, sino por la cantidad de basura que genera.

Ahora que ya conoces qué es la menstruación sostenible y la cantidad de alternativas que tienes, ¿te animas a utilizar estos productos más sostenibles y respetuosos con tu salud y con la del planeta?



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