Vender o comprar ropa de segunda mano todavía es objeto de muchos prejuicios, sin embargo, la concienciación sobre el medio ambiente y la lucha contra la contaminación está calando cada vez más hondo entre los consumidores y el auge de aplicaciones de reventa de ropa no hace más que evidenciar que la sociedad está cambiando



Cada segundo llega a los vertederos el equivalente a un camión de basura lleno de ropa. En concreto, según datos del Ministerio de Transición Ecológica y la Agencia de Residuos de Cataluña, en España se desecha al año un millón de toneladas de textil y solo un 10% se recicla. Una cantidad ínfima teniendo en cuenta que por cada kilo de ropa que se recupera se dejan de emitir 3’169 kg de CO2, según la Comisión Europea.
Afortunadamente, cada día somos más conscientes de que la moda es una de las industrias que más contaminación genera del planeta, en concreto, la segunda. Lo que evidencia que esta industria debe cambiar. No lo decimos nosotros, sino sus nocivos efectos sobre el medio ambiente. Ser la segunda industria más contaminante obliga a llevar a cabo un cambio drástico en la forma de producir y consumir. Ante este panorama, la moda de segunda mano se presenta como una alternativa sostenible totalmente necesaria y un ejemplo perfecto de economía circular.
El auge de la moda de segunda mano
Los consumidores de hoy en día ya no solo se preocupan por su economía, sino también por la sostenibilidad, pero a la vez siguen queriendo lucir las últimas tendencias en moda. Hasta ahora, estar a la última y cuidar el planeta por un precio asequible podían parecer unos conceptos difíciles de casar, pero la reventa de prendas ha dejado entrever que es claramente posible y que está en alza. De hecho, de acuerdo con el último informe de reventa de ThredUP y GlobalData, el mercado de ropa de segunda mano ha crecido 21 veces más rápido que la venta de moda low cost en los últimos años y está en camino de superarla para el año 2028.
Sin embargo, este mercado no siempre ha estado en boga a nivel mundial. Hace años el hecho de reutilizar ropa usada estaba considerado como un negocio paralelo al convencional, marginal y algo incluso mal visto socialmente. “Cuando nosotros empezamos en 2012 había clientas que nos pedían que tapáramos el logo del paquete para que no se enterara la vecina», recuerda Lourdes Ferrer, fundadora y CEO de Percentil, “hemos pasado de la vergüenza a presumir por la compra de ropa de segunda mano”.
El primer punto de inflexión en el sector se produjo con la crisis del 2008 dado que la necesidad económica hizo a muchos recurrir a este tipo de prendas. El segundo con el fenómeno Greta Thunberg, cuando todos tomamos conciencia de que había que consumir de forma más responsable para proteger el planeta. “Antes cuando hacías un anuncio y hablabas del medioambiente era un mensaje que no conectaba con la gente, en cambio hablabas de precio y sí lo hacía” explica Ferrer, “a día de hoy, el mensaje del precio sigue conectando, pero ahora mismo al consumidor no le vale solo con el precio, ya que hay muchas ofertas en las tiendas habituales, ahora quieren también ser más sostenibles”.
Por último, el confinamiento. La crisis de la COVID-19 hizo sufrir a la industria de la moda, sin embargo, a medida que las ventas online aumentaban, la reventa de prendas también. El coronavirus ha acelerado una corriente de fondo que avanzaba desde hace tiempo y ha arrojado luz sobre el consumo excesivo. De hecho, en 2020, la venta de la segunda mano movió unos 30.000 millones de euros, un 2% del mercado global de moda.
El RE-commerce es tendencia
Hasta hace unos años quienes deseaban rentabilizar la ropa que ya no usaban tenían que recurrir a mercadillos ocasionales en pequeños locales, pagar por el alquiler e invertir su tiempo para una clientela bastante reducida. Hoy en día, la venta online permite a los vendedores tener las prendas disponibles las 24 horas del día para personas de cualquier parte del mundo.
El sector de la moda de segunda mano, aunque todavía es objeto de muchos prejuicios, tiene cada vez más protagonismo y el auge de aplicaciones en las que la reventa de prendas es la protagonista no hace más que evidenciar que la sociedad está cambiando.
La sociedad ha dado un paso definitivo para dejar de ver la ropa como un objeto de usar y tirar para convertirla en un bien preciado. La sostenibilidad del consumidor se aprecia en el aumento continuado de este negocio que ayuda a nuestros bolsillos y, sobre todo, a preservar el planeta.
