¿Te imaginas una bolsa de plástico que, en lugar de contaminar la Tierra durante años, se disuelva en contacto con el agua? Se trata de plástico hidrosoluble, una auténtica alternativa al plástico convencional y una posible solución en la lucha contra el cambio climático



Suena el despertador por la mañana, remoloneas un poco y finalmente te levantas. Cinco minutos después consigues llegar a la nevera y te dispones a hacer el desayuno. Coges el brick de leche, el paquete de café y lo preparas. Esta mañana te apetecen tostadas, así que elijes dos de ellas del paquete y tras varios minutos untando la mantequilla y la mermelada desayunas. Seguidamente te vas a la ducha, coges el bote de champú y de gel y disfrutas unos minutos bajo el agua, pocos, hay que ahorrar. Desodorante, dentífrico crema hidratante… No ha pasado ni media hora desde que te has despertado y ya has utilizado al menos 7-8 envases de plástico.
Seguimos. Te vas a trabajar y compras un tentempié en la máquina de vending. El almuerzo es muy importante. Repites el mismo proceso para la comida. Después de todo un día de reuniones e informes te dispones a hacer la compra y ¿qué te encuentras? Más plástico. Las bolsas de la fruta y la verdura, los envases, los guantes… ¿Cuánta cantidad de plástico llevamos? Definitivamente estamos inundados en ese material.
Sé que te estoy agobiando, pero aún no ha terminado el día. Por fin llegas a casa, descansas un poco en el sofá, pero te levantas porque te toca hacer las labores de tu hogar. Pones la lavadora con tu detergente y suavizante favoritos y en el lavavajillas la cápsula habitual. Pero, espera un momento. ¿Te has dado cuenta? Esa cápsula de “plástico” desaparece cuando la introduces en tu lavavajillas. ¿Cómo puede ser? Se trata de un plástico hidrosoluble.
“No hay que demonizar los plásticos tradicionales”
Aunque suene contraproducente, el plástico es uno de los mejores inventos de la historia ya que conserva los alimentos, salva vidas debido a su uso habitual en el sector sanitario, juega un papel fundamental en sistemas de seguridad de viviendas y edificios, garantiza la protección de ciertos productos frente a agentes externos, ahorra un 60% de agua al utilizarse en los sistemas de riego por goteo…


Desafortunadamente, durante años el plástico ha sido un material demonizado hasta el extremo por su alta contaminación, sin embargo, es importante tener claro que el material no es el culpable, sino el mal uso que nosotros hacemos de él. El plástico no es un problema medioambiental si se gestiona y usa de la forma correcta. “No hay materiales buenos ni malos, hay malos usos”, explica Elena Moreno, directora general de Green Cycles, “No hay que demonizar los plásticos tradicionales, son necesarios, pero sí que hay que escoger el material perfecto para la aplicación excelente”.
Actualmente, es una utopía pensar en vivir sin plástico, por lo que las únicas soluciones son reducir su consumo, hacer un uso correcto del mismo y buscar alternativas como las botellas reutilizables, las bolsas de tela o los plásticos hidrosolubles.
No todos los plásticos son iguales
En nuestra vida diaria empleamos varios productos hidrosolubles a pesar de que no nos demos cuenta. El ejemplo más fácil, como decía al inicio, puede ser utilizar una cápsula que se introduce directamente en el lavavajillas y se deshace sola. Muchos productos, como el detergente, vienen envueltos en una especie de plástico que, en algunas ocasiones, dudamos si retirar o no, hasta que comprobamos las instrucciones del envase que nos indica que no es necesario y, sin darnos cuenta, nos encontramos ante un producto hidrosoluble.
Plástico hidrosoluble: la alternativa al plástico tradicional
Es una obviedad que el plástico nos inunda. Pero ¿qué pasaría si pudiéramos darle la vuelta y convertir sus desventajas en ventajas? Esto es, precisamente, lo que ha conseguido Green Cycles, una empresa española que tiene como propósito generar un impacto positivo en el planeta. Green Cyles fabrica ese plástico hidrosoluble, biodegradable y compostable del que hablábamos y es, hasta ahora, la primera empresa española en hacerlo. Su “plástico” se disuelve en agua en apenas dos horas, se convierte en un fertilizante natural en menos de dos meses y se transforma en compost antes de los seis. Una auténtica alternativa al plástico convencional y una posible solución en la lucha contra el cambio climático y la contaminación. “Con este tipo de material lo que nosotros pretendíamos y hemos conseguido es cubrir las mismas aplicaciones y funcionalidades, pero sin impactar más que de forma positiva y contributiva en el medio ambiente”, explica Moreno.


Tacos de caza, bolsas de lavandería, papel film, carcasas pirotécnicas, urnas funerarias, envases cosméticos, bolas de golf… En esta empresa cualquier idea es buena. ¿Sus principales ventajas? Reduce la concentración de desechos en los vertederos, no impacta negativamente en el medio ambiente, genera CO2, agua, sales minerales y compost al disolverse y tiene la misma resistencia que el convencional. “Tú puedes disolverlo en tu casa y regar tus plantas, lo que estás haciendo es abonarlas. Y si no lo quieres disolver lo pones con el residuo orgánico y va al contenedor marrón y a la planta de compostaje”, manifiesta la CEO de Green Cycles.
Pero ¿y por qué teniendo estas ventajas no predomina el uso de este material frente al plástico tradicional? La respuesta es fácil: Su precio. Es cierto que, si comparas el precio de un cepillo de dientes convencional con uno de bambú o las lentejas de un supermercado con las de una tienda a granel, van a salir más caras las opciones sin plástico, sin duda, pero no debemos quedarnos ahí para sacar conclusiones.
En el mejor de los casos, el plástico tradicional acaba en un contenedor amarillo donde se inicia un proceso de limpieza, clasificación y trituración bastante costoso y en el peor de los casos, ese plástico acaba en el medio, donde su limpieza, es casi imposible. En cambio, este tipo de plástico hidrosoluble se recicla como un residuo orgánico y es compostable, por lo que no hay que clasificarlo o triturarlo, evitando esos costes. Y si finalmente, este material acaba en medio de un bosque o un océano, no habría ningún problema ya que se disuelve y genera CO2, agua, sales minerales y compost. Quizá el plástico ‘de siempre’ sea más barato para nuestros bolsillos, pero de seguir así, pagaremos con creces lo que le estamos haciendo al planeta.
