La sostenibilidad está en un gran momento de forma. Desde las grandes energéticas a los pequeños restaurantes, pasando por marcas de moda o productos culturales, todo el mundo quiere venderse como “verde” para apelar a un consumidor cada vez más concienciado. Por tanto, no es de extrañar que, en los últimos años, esta preocupación por lo ambiental haya propiciado también la aparición de una forma distinta de lanzar un negocio: el emprendimiento de impacto.
Entendido como una actividad emprendedora que a través de su propio modelo de acción contribuye a generar un impacto social o ambiental positivo y da respuesta a los retos que definen los Objetivos de Desarrollo Sostenible, el emprendimiento de impacto es ya una realidad en España. Sin embargo, hay estudios como el realizado por la red Impact Hub este mismo mes que señala importantes desconexiones entre el tejido económico del país y su valor ambiental, por lo que aún queda mucho trabajo por hacer.
Para conocer mejor la situación actual del emprendimiento “verde” en España, su evolución en los últimos años y sus perspectivas de futuro, hemos hablado con Agustín Valentín-Gamazo, un consultor español con amplia experiencia en este sector. Fundador en 2011 de Enviroo, una entidad que fomenta el empleo y las start-ups sostenibles, este experto en redes de impacto se alegra mucho del profundo interés actual que despierta el cuidado del medio ambiente a nivel político y social, aunque alerta sobre el peligro del greenwashing, que es cuando una empresa intenta que sus productos parezcan ecológicos cuando en realidad no lo son.
PREGUNTA.- ¿Qué características tiene exactamente el emprendimiento verde y cómo ha evolucionado este sector en España en la última década?
RESPUESTA.- Emprendimiento sostenible es aquel que se preocupa por que su actividad genere un impacto positivo en el medio ambiente o la sociedad. Es decir, no es contaminar menos, es tener un proyecto que aporte más allá de lo económico.
En los últimos años, los empleos “verdes” de sectores tradicionales como residuos, agua o energía se han mantenido, pero es que además han surgido muchos nuevos nichos relacionados con la movilidad sostenible, la producción de alimentos, la economía circular, la eficiencia energética…
Esto significa que ahora hay una enorme variedad de proyectos que se autodenominan sostenibles. Si antes estaban centrados en cosas más típicas, nichos tradicionales, ahora hay mucha gente que se está dando cuenta de que ellos también son emprendedores verdes. Por ejemplo, yo trabajo con una chica que tiene un proyecto de complementos de moda hechos con tablas de skate recicladas. Hace unos años, ella vendía esos productos sin más, pero ahora encuentra una clara identificación con lo «verde».
P.- ¿Cómo ha afectado la actual pandemia de coronavirus al emprendimiento sostenible?
R.- Es demasiado pronto para saber exactamente qué ha pasado, estamos todavía con el susto en el cuerpo, por lo que es difícil sacar conclusiones. Pero si quería decir que ha habido una claridad brutal de que el tema sostenible hay que cuidarlo mucho más, y el emprendimiento con impacto está repuntando mucho más que el tradicional, porque hay más concienciación, los consumidores se preocupan de verdad por el medio ambiente.


A mí me parece un signo bastante claro que el 36% del plan de recuperación sean fondos que se van a meter en temas verdes, lo que indica que a nivel político hay un interés en la transición ecológica. Pero es que sobre todo hay una conciencia ciudadana, el tema del consumo local o los niveles de polución están cada vez más en las cabezas de la gente. Nos hemos dado cuenta de la necesidad de la naturaleza, es algo que se palpa.
P. – ¿Qué medidas hacen falta ya para impulsar el emprendimiento verde?
R.- Yo creo que hay que crear verdaderos ecosistemas de emprendimiento, impulsar ecosistemas de impacto. Se trata de esto, de que cada administración y cada entidad tiene que pensar cuál es el ingrediente que le falta para crear ecosistemas, ya que se necesitan una serie de medidas muy concretas.
En este sentido, es importante apoyar eventos como el GreenWeekend [foros regionales de startups verdes organizados por Enviroo]. Son como un primer detonante, un lugar de encuentro para empezar a construir estos ecosistemas. Cualquier administración hace o apoya un evento de este tipo y está plantando la semilla para crear emprendimiento verde, ya que hay un llamamiento a ideas emprendedoras y el propio evento actúa como mini-ecosistema. Se pone a colaborar a personas de todo tipo de entidades relacionadas con el medio ambiente, y acaba convirtiéndose en una cita ineludible que reúne a una auténtica comunidad.
P.- ¿Cuáles son las áreas que actualmente tienen un mayor recorrido para emprender en verde?
R.- La economía circular. Hablar de economía circular es hablar de todo el medio ambiente, porque tiene tanto alcance en cualquier sector y en cualquier estrategia sostenible que es ineludible. Sobre todo en cuestión de alimentación o en temas de aprovechamiento de recursos y de residuos. Actualmente, hay mucho potencial desaprovechado porque hay muchos residuos que tienen un valor incalculable y no se hace nada con ellos.
Las ciudades son otro polo importante. Hay mucho movimiento hacia la ciudad sostenible, con ideas de transporte sostenible, consumo local, rebaja de la población… Las smart cities son una moda imparable, pero también lo contrario, que es la vuelta al campo y a lo rural/agrícola, que está despertando mucho interés. Es decir, hay mucho recorrido en cosas muy distintas. [ríe]
P.- ¿Qué consejos daría a alguien que quiera lanzarse y poner en marcha un proyecto ambiental?
R.- Depende. Hay dos perfiles: si es alguien que viene del mundo ambiental, le diría que se centrase en la parte del modelo de negocio, porque la sostenibilidad la llevan integrada y lo difícil es hacer que esto sea viable económicamente. Y si fuera alguien de otro sector, que se asegure de centrarse en la parte del impacto. Hay que evitar el greenwashing y caer por ignorancia en creer que un proyecto es verde cuando en realidad no lo es. Ahora hay muchos proyectos que se venden como muy verdes y cuando luego en realidad rascas, hay poco o nada.


P.- ¿Cuáles son las claves para que un emprendimiento verde pase de la fase de incubadora a ser una historia de éxito?
R.- En esa fase, la mayor parte del fracaso se debe a que muchos no se centran en generar ingresos. La gente se alarga mucho en el proceso de diseño, retrasan mucho enfrentarse al cliente real y poner a prueba su propuesta de valor. Esto provoca que se queden sin dinero y sin recursos.
Hay que ser ágil, atreverse a ponerse enfrente del cliente real, validar tus hipótesis en el mundo real. Céntrate en el cliente, en emitir facturas y en ver que lo que haces tiene recorrido. Lo demás vendrá solo.
P.- ¿Podría darme algún ejemplo concreto reciente de emprendimientos verdes de éxito?
R.- Bueno, está por ejemplo Ray Musgo, un proyecto que nació con nosotros en Greenweekend Zaragoza 2014 y propone calzado sostenible de diseño para mujer, que ya se está vendiendo en España y a nivel internacional. Ofrecen vestir a la moda con materiales sostenibles, procesos de producción socialmente responsables y residuos reciclables.
También Táctica Tic, que comenzaron con nosotros en Greenweekend Gijon 2016 y hoy tienen más de 10 empleados. Son una empresa joven, de base tecnológica, que apuesta por una transformación progresiva de la sociedad basada en la cultura digital, en la sensórica y en la inteligencia artificial. Ofrecen servicios de consultoría para ayudar a todo tipo de empresas a maximizar su potencial económico, social y ambiental con la ayuda de las últimas innovaciones tecnológicas.
Por último, me gustaría destacar SmartWood, una empresa que se lanzó en Greenweekend Coruña 2018 y ha recibido desde entonces premios y apoyos de todo tipo. Ofrecen un servicio que gestiona todo lo necesario para poner a producir madera en parcelas rurales, proporcionando a sus clientes asesoramiento a lo largo de todo el proceso para asegurarse de que se crean producciones sostenibles que generen productos de calidad con mayor valor de mercado.
