Bajo el lema «Antártida: Presente y futuro», Pedro Sánchez ha inaugurado una cita internacional que conmemora el treinta aniversario del ‘Protocolo de Madrid’ al tiempo que intenta llamar la atención sobre los grandes desafíos relacionados con la crisis climática que afronta este continente



La Antártida, el continente mejor conservado y más frío, seco y ventoso de La Tierra, está el peligro. Este enorme territorio helado que para muchos supone uno de las últimas fronteras del conocimiento humano se enfrenta actualmente a grandes desafíos relacionados con la crisis climática que debilitan su resiliencia y aceleran la pérdida de biodiversidad, por lo que es urgente emprender acciones para protegerla y garantizar su futuro. Ese ha sido precisamente el objetivo de la cita internacional organizada este lunes por el Gobierno de España, donde el presidente Pedro Sánchez, ha expresado el «firme compromiso» de España con el continente helado y la urgencia política que se necesita para crear Áreas Marinas Protegidas que limiten la actividad humana en el mar e incrementen la resiliencia de los océanos.
El evento, celebrado bajo el lema «Antártida: Presente y futuro», ha servido además para conmemorar el treinta aniversario de que España diera un gran salto en protección medioambiental albergando la firma del Protocolo del Tratado Antártico (1991). De hecho, Sánchez ha señalado que el conocido como Protocolo de Madrid «demuestra el valor del derecho internacional como herramienta eficaz para gestionar bienes comunes», ya que, como ha destacado, «la gobernanza antártica se basa en la confianza y la responsabilidad mutuas, ya que no existe una autoridad central que establezca las normas».
A pesar de este escenario, Sánchez ha lamentado que sólo «el 5% del Océano Antártico» goce en la actualidad de protección, y ha incidido en la necesidad actuar de forma conjunta con la comunidad internacional en víspera de la celebración de la próxima cumbre de la Comisión para la Conservación de los Recursos Vivos Marinos Antárticos (CCAMLR), uno de los pilares del sistema multilateral de protección de la Antártida, y clave para designar Nuevas Áreas Marinas Protegidas en el océano austral.
Por su parte, la vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, también presente en el acto, ha recordado los «avances sustanciales» realizados para la protección de la Antártida, alcanzados gracias al esfuerzo de «muchas sensibilidades diferentes» que impulsaron el reconocimiento de un «emblema de paz, cooperación y ciencia». Eso sí, la vicepresidenta ha pedido más protección para este continente y ha advertido de que a veces «cuesta» avanzar en el cuidado del medioambiente y del planeta debido a que la inercia «nos lleva a aprovechar los recursos» sin pararse a pensar a tiempo «qué estamos haciendo y qué consecuencias tiene».
A lo largo de la jornada se han sucedido numerosas intervenciones online de figuras relevantes de la política y del ecologismo mundial que se han sumado a este aniversario de apoyo a la Antártida. Entre ellas ha estado John Kerry, enviado especial del presidente americano Joe Biden para el Clima, que ha agradecido a Ribera su «liderazgo» en la organización del acto, y ha calificado al protocolo firmado en Madrid como «un éxito de colaboración científica y política» para proteger el «extraordinario» ecosistema antártico. Para el enviado americano, ahora es el momento oportuno para renovar este compromiso con este ecosistema único, y ha pedido «madurez y la cooperación de la comunidad internacional», en especial la de los países más desarrollados, ante la acuciante emergencia climática que nos domina.
En esta misma línea, el Primer Ministro de Australia, Scott Morrison, ha destacado la relevancia del Protocolo de Madrid, «piedra angular para el sistema del tratado de la Antártida» y ha hecho hincapié en la unión de todos los países para sumarse en la preservación de esta región y de otros entornos naturales valiosos. Por su parte, la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, se ha referido también mediante videoconferencia al Protocolo de Madrid como «un triunfo muy claro de conservación y de la diplomacia internacional», que resultó «esencial» para considerar la Antártida «como ecosistema», protegiendo su fauna y su flora y reconociendo su importancia para el planeta y el clima.
La importancia de las zonas protegidas
La clasificación de una zona como Área Marina Protegida la convierte en un espacio restringido para la pesca, con lo que se busca preservar especies marinas, biodiversidad, hábitat y zonas de alimentación y de cría, entre otros. En la Antártida hay dos: la de las Islas Orcadas del Sur, y la del Mar de Ross. España y el resto de los Estados Miembros de la Unión Europea apoyan las propuestas para crear tres nuevas Áreas Marinas Protegidas: la Antártida Oriental, la del Mar de Weddell y la de la península Antártica.
Precisamente durante el evento, organizado en el Museo Arqueológico Nacional, Sánchez ha recibido una petición ciudadana de apoyo, respaldada por más de 1,5 millones de firmas, por la que se apoya la creación de estas tres nuevas áreas marinas protegidas. En concreto, esta petición reclama que esta protección adicional sea una realidad este mismo año, ya que su creación permitiría salvaguardar casi 4 millones de km2 más de océano de las actividades humanas, lo que supondría un refugio seguro para la increíble fauna de la zona, como ballenas, focas y pingüinos, y un 1 % más del océano mundial.


«Tenemos que seguir trabajando juntos por una Antártida para la paz y para la ciencia, ya que esto nos proporcionará ventajas a todos y un futuro más sostenible y resiliente para nuestras sociedades y para nuestro planeta», ha concluido el presidente del Gobierno.
La implicación de España en la Antártida no es sin embargo nueva. Incluso antes de la firma del Protocolo de Madrid y a pesar de su falta de territorio reclamado en el continente, el interés de este país se plasmó ya bajo la presidencia de Felipe González con la puesta en marcha de dos bases de investigación científica: la Juan Carlos I, inaugurada en 1988 y coordinada por el CSIC, y la Gabriel de Castilla, que empezó su funcionamiento un año más tarde y que está gestionada por las Fuerzas Armadas españolas. Desde entonces, investigadores y técnicos españoles desarrollan proyectos científicos, de forma ininterrumpida durante el verano austral, en temas de cambio climático, contaminación, pingüinos y vulcanología.
