El desperdicio alimentario es un grave problema mundial, casi un tercio de los alimentos producidos mundialmente acaba en la basura.
Para llamar la atención de este grave problema global Naciones Unidas inauguró este 2020 la celebración del Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos.
Una efeméride que en plena pandemia ha destacado el desafío que la COVID-19 ha supuesto en el abastecimiento alimentario de muchos países, ya que muchos productores y distribuidores no han encontrado mercados a los que abastecer y, por ende, su producto se ha echado a perder.
Entramos en uno de los periodos más consumistas del año. En España la Navidad supone tradicionalmente un 20% más de gasto de los hogares, siendo la alimentación la partida que más aumenta ya que se triplica en estas fechas.
En un año diferente y especial, en el que la celebración se traslada íntegramente a los hogares, está en nuestra mano ser responsables con nuestro consumo alimentario para evitar el desperdicio y lograr celebraciones lo más sostenibles posible comiendo de todo y, sobre todo, no dejando nada en el plato.
Actualmente no existe en el marco de las instituciones internacionales y europeas que han abordado la problemática un consenso oficial sobre la definición del “desperdicio alimentario”, y se utilizan diversos términos como pérdidas, desperdicio, despilfarro o residuo.
Pérdida de alimentos
Casi un tercio de la producción mundial de alimentos acaba en la basura
Además de las pérdidas relacionadas con el funcionamiento de las cadenas, hay que tener en cuenta las que se ocasionan por catástrofes naturales o fenómenos adversos.
Desperdicio alimentario
El desperdicio de alimentos está relacionado esencialmente con malos hábitos de compra y consumo, así como por una inadecuada gestión y manipulación de los alimentos y es este desperdicio el que está en nuestra mano evitar.
El Desperdicio en cifras
La Comisión Europea estima que cada año se desaprovechan en el mundo, más de 1.300 millones de toneladas de alimentos, es decir, 1/3 de la producción mundial, de los que 89 millones de toneladas de comida en buen estado corresponden a la Unión Europea.
- 179 kilos por habitante de alimentos desperdiciados, y ello sin contar los de origen agrícola generados en el proceso de producción ni los descartes de pescado arrojados al mar.
- 170 millones de toneladas equivalentes de CO2 al año.
- Entre un 30% y un 50% de los alimentos sanos y comestibles a lo largo de todos los eslabones de la cadena agroalimentaria hasta llegar al consumidor que podrían ser aprovechables se convierten en residuos.
- En los hogares, el desperdicio alimentario alcanza el 42% del total, en la fase de fabricación el 39%, en la restauración el 14% y en la distribución el 5%.
- España es el séptimo país que más comida desperdicia (7,7 millones de t), tras reino Unido (14,4 millones de toneladas) Alemania (10,3 millones de toneladas), Holanda (9,4 millones de toneladas) Francia (9 millones de toneladas) Polonia (8,9 millones de toneladas) e Italia (8,8 millones de toneladas).
El confinamiento redujo hasta un 14% el desperdicio de alimentos, en comparación con las mismas semanas del año anterior
Con respecto a 2018, se han desperdiciado más productos frescos principalmente frutas, hortalizas y verduras, pero ha bajado el desperdicio de platos cocinados en mayor medida legumbres, sopas, cremas y purés, y platos de carne y arroz.
Para la asociación Ecologistas en acción, “este consumismo sin sentido promueve un modelo insostenible ambiental y socialmente. Ambientalmente porque si el modelo de consumo de los países del norte se extendiera por todo el mundo, serían necesarios tres planetas (con sus materias primas y fuentes energéticas) para atender la demanda. Y socialmente porque solo un 12% de la población que vive en Norteamérica y Europa occidental es responsable del 60% de ese consumo, mientras que los que viven en el sudeste asiático o en el África subsahariana representan sólo un 3,2%”.
¿Cómo evitar el desperdicio alimentario estas fiestas?
1-. Programa los menús con antelación en función de las personas que seréis. Esto facilitará la gestión de las cantidades y de la compra.
2-. Lista de la compra. Una vez tengamos los platos que serviremos en época navideña, revisa si puedes aprovechar algo que tengas ya en la despensa, así evitaremos comprar de más.
3-. Si hay algún producto que siempre acaba quedando por casa después de las navidades porque no suele tener demasiado éxito en casa, evita comprarlo o compra lo justo para ofrecerlo a tus invitados y que se acabe al momento. Si en la elaboración de una receta, hay que añadir algún ingrediente que no vas a utilizar más y que va a quedar en tu nevera, sustitúyelo por otro que puedas aprovechar.
4-. Organiza bien la despensa y la nevera. Puedes organizarlos por fecha de caducidad, así no quedarán en el rincón olvidados y tendrás que acabar tirándolos. Revisa de vez en cuando estos espacios para que no quede ningún producto fresco o perecedero sin consumir antes de que se deterioren.
5-. Lo más recomendable es no improvisar en estas fechas. Así evitaremos platos fallidos, ingredientes en la basura y repeticiones de recetas.
6-. Servir las raciones justas a cada comensal. Lo mejor es que si les gusta puedan repetir. De lo contrario lo que no quieran quedará en el plato y no podrá aprovecharse. Si lo dejamos en la fuente original, siempre podemos guardarlo para otra comida o para elaborar otra receta.
7-. Conserva y reaprovecha. Utiliza el exceso de comida para elaborar nuevas recetas -por ejemplo croquetas, berenjenas rellenas, canelones…- y consérvala en recipientes adecuados en la nevera o en el congelador.
Y es que la Navidad no tiene por qué ser blanca y si la prefieres verde estás a tiempo con sólo algunas pautas.
En cuanto a la decoración de la casa y de la mesa es preferible optar adornos sostenibles. Elaborar tus propias decoraciones reciclando las de años anteriores puede ser una buena manera y aunque escojas iluminación de bajo consumo evita dejar las luces encendidas por la noche para reducir el consumo energético.
Huye de los grandes banquetes y busca platos más económicos y saludables. Busca productos de proximidad con menor huella de carbono, anticipa las compras y congela los alimentos perecederos. Procura hacer compras con el menor envoltorio posible y, sobre todo, olvídate de los plásticos de un solo uso.
Y lo más importante disfruta de la compañía y del entorno dejando la menor huella posible para que el paneta no pague tu factura navideña.
¡¡¡Feliz Navidad!!!