La nieve y las temperaturas muy por debajo de cero que han azotado Siria esta semana han convertido los campamentos para desplazados internos en auténticas zonas catastróficas, según advierten trabajadores humanitarios de la ONU



Los refugiados sirios, que huyen de más de una década de guerra en su tierra natal, han visto su situación agravada por una auténtica avalancha de nieve y frío. En Jordania, Líbano y Siria las temperaturas han bajado más de lo que lo han hecho en 40 años, llegando a alcanzar esta pasada semana -14 grados centígrados en varios puntos del interior. Además, la nieve y el granizo que están acompañando a los fuertes vientos, que alcanzan más de 80 km/h, están poniendo en peligro la vida de millones de personas que viven en circunstancias muy precarias en los diferentes campamentos que hay a ambos lados de la frontera.
“Nuestros trabajadores humanitarios han estado sacando a la gente de debajo de las tiendas de campaña derrumbadas por la nieve», ha explicado por videoconferencia Mark Cutts, coordinador regional humanitario adjunto de las Naciones Unidas, que asegura haber visto “algunas escenas de verdadero terror” en los últimos días, especialmente en el noroeste, donde dijo que la situación de los campamentos era “mala en el mejor de los casos”.
Cutts relata que en los campamentos de refugiados sirios muchas personas no tienen palas u otro equipo para quitar la nieve, por lo que lo han estado haciendo con sus propias manos, mientras los niños caminan en la nieve usando solo sandalias. “Es realmente particularmente difícil para las personas mayores y las personas con discapacidad, que viven en estas tiendas de campaña desgarradas y endebles con temperaturas bajo cero”, ha alertado el coordinador.
Según él, unas 100.000 personas se han visto afectadas por las fuertes nevadas y ugnas 150.000 han estado luchando contra la lluvia y las bajas temperaturas. “Eso supone un cuarto de millón de personas que realmente están sufriendo ahora los efectos de esta ola de frío que atraviesa toda la región”, ha apuntado Cutts, que recuerda que el área alberga a 2,8 millones de personas desplazadas, consideras como una de las poblaciones más vulnerables del mundo.
“Estas son personas que han pasado por mucho en los últimos años. Han huido de un lado a otro, las bombas los han seguido. Además muchos de los hospitales y escuelas del noroeste han sido destruidos durante los diez años de guerra”, ha lamentado. En los últimos días, los trabajadores humanitarios han estado haciendo todo lo posible para despejar las carreteras, desplegar clínicas móviles, reparar o reemplazar las tiendas de campaña dañadas y proporcionar artículos que se necesitan con urgencia, como alimentos, mantas y ropa de invierno.
Es importante también resaltar que, tras un ataque a la prisión de Sina’a en la ciudad siria de Al-Hasakeh, la semana pasada, las hostilidades se han intensificado rápidamente en la región, con disparos y explosiones que causaron víctimas civiles y han obligado a unas 45.000 personas a abandonar sus hogares. Las organizaciones humanitarias están ampliando sus respuestas, ya que la ONU señala que “el acceso humanitario sin trabas por parte de todas las partes interesadas es fundamental para garantizar que la asistencia de emergencia llegue a las personas afectadas”, pero por ahora no es suficiente para contrarrestar la difícil situación de la zona.
Más ayuda
Y es que, a pesar de estos esfuerzos, es necesario hacer más. Tanto Naciones Unidas como otras organizaciones humanitarias que trabajan en la región han hecho un llamamiento a la comunidad internacional, pidiéndole que reconozca la magnitud de la crisis y que saque rápidamente a los desplazados de las tiendas de campaña y los lleve a un refugio temporal más seguro y digno. «Necesitamos que el mundo se fije en lo que está pasando en Siria. La situación ya era insostenible antes de que llegara el frío y la nieve, pero ahora es incluso peor. Hay que actuar ya», ha urgido Cutts.
Por su parte, la ONG CARE Internacional, que también está ayudando a luchar contra el invierno a miles de refugiados sirios en la región mediante el aislamiento de sus tiendas de campaña, el fortalecimiento de los refugios improvisados y la distribución de ropa de abrigo, mantas y dinero en efectivo, también ha pedido a la comunidad internacional que no se olvide de Siria a pesar del estancamiento del conflicto.


“La respuesta a la crisis está muy mal financiada. Este año, solo hemos recibido una fracción de los fondos necesarios para preparar a las personas para el invierno y protegerlas del frío. Solo el 46% de los fondos necesarios para apoyar a los sirios está disponible actualmente. El conflicto en Siria ha durado casi once años y tememos que los donantes se estén cansando de financiar la asistencia humanitaria. Desafortunadamente, las necesidades no han hecho más que aumentar en los últimos años, y en este momento podemos ver personas que temen morir congeladas porque no están disponibles los fondos que se necesitan desesperadamente”, ha explicado Jolien Veldwijk, coordinadora de CARE para Siria.
Si bien las nevadas y las temperaturas bajo cero no son inusuales en el Medio Oriente, el cambio climático ha provocado una virulencia sin precedentes de las tormentas invernales, manteniendo los termómetros en cotas no vistas desde hace décadas. Además, en las zonas más bajas, las borrascas han provocado un aumento de las inundaciones, que arrastrando las tiendas de campaña y las pocas pertenencias que la gente pudo llevarse cuando sus casas fueron bombardeadas. «Los inviernos son cada vez más duros y mortíferos, mientras que las familias son cada vez menos capaces de hacer frente a las temperaturas bajo cero”, asegura Veldwijik.
