Según la ONU, habrá que aportar seis billones de dólares anuales durante los próximos 10 años para alcanzar los ODS. Una jornada organizada por Spainsif y la Red Española del Pacto Mundial ha permitido estudiar vías para fomentar esa inversión responsable y movilizar recursos públicos y privados en aras de esa ambiciosa meta



Acaban de cumplirse cinco años de la aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU y queda solo una década para cumplir las ambiciosas metas sociales, ambientales y económicas recogidas en esta hoja de ruta mundial para la sostenibilidad.
Conseguirlo no es fácil y requiere no solo voluntad, sino movilización de recursos públicos y privados a gran escala. Esta es una de las conclusiones de la jornada Las finanzas sostenibles en el marco de la Agenda 2030, organizada por la Red Española de Pacto Mundial y Spainsif, una asociación esta última dedicada a promover la inversión socialmente responsable en España.
Durante la jornada se pudo debatir sobre las conclusiones de la publicación Finanzas Sostenibles y Agenda 2030: Invertir en la transformación del mundo un informe elaborado por la Red Española del Pacto Mundial, que aglutina a más de 1.000 entidades enfocadas en la responsabilidad social.
El documento aboga por promover la inversión responsable para captar nuevos recursos e involucrar al sistema financiero en la consecución de los ODS. Para ello es muy necesario impulsar productos financieros innovadores, como los bonos sostenibles, los bonos verdes o los bonos sociales, que pueden servir a las empresas para obtener rentabilidad e impactar de forma positiva sobre alguno o varios de los objetivos de la ONU.
En palabras de Clara Arpa, presidenta de la Red Española del Pacto Mundial, «se necesitaría dedicar entre dos y cuatro billones de dólares más al año de los que actualmente se están destinando para llegar a la cifra recomendada por la ONU y dotar a los ODS de la financiación suficiente». Según la ONU, se necesitará movilizar seis billones de dólares anuales durante los próximos 10 años para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, por lo que hablamos de duplicar al menos el esfuerzo actual, se señaló en el encuentro.
«Esto implica que hay que aumentar la inversión y hacer que el sistema financiero sostenible a nivel global tenga la capacidad de resolver y evitar futuras crisis como la provocada por la COVID-19″, afirmaba Clara Arpa en ese sentido durante su participación en la jornada.
El papel de la legislación
Son necesarios también cambios normativos que permitan acelerar las inversiones responsables. Joaquín Garralda, presidente de Spainsif, destacaba en su intervención el papel que tiene la legislación para impulsar la inversión sostenible. Es el caso del paso que ha dado la UE con la aprobación de su Taxonomía de las Finanzas Sostenibles, ratificada este mes de junio, y que por primera vez clarifica este ámbito. «Por un lado ayudará a distinguir entre aquellas inversiones que respondan con fundamento a criterios ambientales, sociales y de gobernanza de las que solo lo declaran sin una sólida justificación, y, por otro, clarificará las vías de transición hacia una economía descarbonizada», explicaba Garralda al comentar la importancia de este marco.
La Taxonomía de las Finanzas Sostenibles de la UE
El pasado junio, el Parlamento Europeo aprobaba una nueva legislación sobre inversiones sostenibles que establece seis objetivos ambientales y permite etiquetar la actividad económica como ambientalmente sostenible si contribuye al menos a uno de los objetivos sin dañar significativamente a ninguno de los otros. El objetivo es que los agentes económicos identifiquen con facilidad las inversiones que cumplen los criterios ecológicos o de bajas emisiones de carbono.
La colaboración público-privada es parte de la solución, y tiene diversas vías. Las empresas piden marcos regulatorios claros a la administración; pero también la administración precisa que las compañías sepan responder a las señales. En ese sentido, la experta en inversión sostenible Margarita Pirovska, directora de Fiduciary Duty en el programa de Naciones Unidas por el Medio Ambiente (UNEP), aseguraba durante la jornada: “Es necesario que los inversores se sumen a los reguladores y apoyen las reformas políticas que alinean los mercados de capitales con una recuperación sostenible, inclusiva y baja en carbono”.
Por su parte, Marie Morice, responsable de Sustainable Finance en UN Global Compact, daba a conocer los nuevos Principios CFO sobre inversiones y finanzas para los ODS. Los principios CFO, del inglés chief financial officer o director financiero, pretenden favorecer que, con sus inversiones, las empresas aceleren su impacto positivo sobre el desarrollo sostenible.
Reconstruir en verde
Iniciativas como la Taxonomía de Finanzas Sostenibles, de la UE, o los Principios CFO, impulsados por la ONU junto a los CEO de las compañías más comprometidas del mundo, muestran la potente corriente de fondo que existe a nivel global para enfocar los recursos y las estrategias hacia la sostenibilidad.
En la misma línea hay que entender iniciativas como el Green Deal europeo, el gran marco aprobado a finales de 2019 por la Comisión Europea para movilizar cerca de un billón de euros para impulsar la economía circular y la descarbonización de la actividad en los próximos años.
En el caso de España, un 30% del fondo de reconstrucción, que asciende a 140.000 millones, estará enfocado a la transición ecológica
La emergencia del coronavirus ha provocado también el lanzamiento de fondos de emergencia y reconstrucción que, según indica la UE, cada país debe destinar en buena parte a las inversiones en verde y la digitalización. En el caso de España, un 30% del fondo, que asciende a 140.000 millones, estará enfocado a la transición ecológica, según aseguraba este mes de septiembre la ministra Ribera, y así se deja ver en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía que acaba de darse a conocer.
Los últimos informes sobre el camino para cumplir los ODS no son positivos. Hace apenas dos semanas, el secretario general de la ONU explicaba al cumplirse un lustro de la aprobación de los objetivos que estamos lejos de conseguirlos y que el coronavirus ha asestado un duro golpe a algunos de ellos, especialmente en países emergentes. Pero al mismo tiempo, nunca se han visto tantas señales juntas de que la economía global ha asumido la sostenibilidad como una necesidad inherente al propio mantenimiento de la actividad.
La demanda por un crecimiento sostenible ha ido permeando lentamente desde las capas más concienciadas de la sociedad y desde el sector ambiental hasta las altas instancias internacionales donde se toman las decisiones. Nos encontramos en un momento histórico, y pese la urgencia que la crisis climática y el cambio global ponen sobre cada uno de nosotros, conviene mantener el optimismo y mantener la perspectiva histórica.
Como Charles Dickens escribió en el genial arranque de su novela Historia de dos ciudades: «Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos en derechura al cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto. En una palabra, aquella época era tan parecida a la actual…»
