El fin del hambre y la malnutrición, más lejos que nunca por la pandemia

El fin del hambre y la malnutrición, más lejos que nunca por la pandemia

Un nuevo informe mundial pone de manifiesto los estragos de la pandemia en la consecución del ODS 2. Con el 30% de la población mundial sin acceso a una alimentación adecuada, la FAO pide el apoyo del sector público y el privado para acabar con esta crisis


La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha presentado el nuevo informe Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo (SOFI), un documento que ofrece la primera evaluación mundial, basada en evidencia, sobre la inseguridad alimentaria crónica, hambre y malnutrición desde que nació la pandemia y se expandió por el planeta.

Según han recordado, en 2014 se detuvo el largo descenso del hambre en el mundo que había comenzado en 2005. Desde entonces, la inseguridad alimentaria ha ido aumentando lentamente hasta 2020 cuando la pandemia “disparó todas las alarmas”: ya no solo los conflictos, el cambio climático y las recisiones económicas estaban exacerbando el hambre, sino que ahora la pandemia echó por tierra las esperanzas a corto plazo de alcanzar las dos primeras metas del segundo Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS).

“La nota negativa es obvia. Este informe deja claro que, con menos de una década para 2030, no estamos en camino de acabar con el hambre y la malnutrición en el mundo. De hecho, estamos avanzando en la dirección equivocada. El panorama es desolador”, aseguran los autores del informe.

En concreto, el informe expone que del 12% de la población mundial padeció inseguridad alimentaria grave en 2020, lo que representa 928 millones de personas, 148 millones más que en 2019.

Los aumentos más pronunciados de la inseguridad alimentaria moderada o grave en 2020 se produjeron en América Latina y el Caribe y en África. Del mismo modo, en América del Norte y Europa la inseguridad alimentaria aumentó por primera vez desde el comienzo de la recopilación de datos de la FIES en 2014.

En general, más de 2.300 millones de personas, es decir, el 30% de la población mundial, carecieron de acceso a una alimentación adecuada durante todo el año. Este indicador, conocido como la prevalencia de inseguridad alimentaria moderada o grave, se disparó en un año tanto como en los cinco anteriores en su conjunto.

Buceando en la malnutrición, los autores del informe han estimado que 149,2 millones de niños menores de cinco años, o el 22% de este grupo, sufrieron retraso en su crecimiento. Al mismo tiempo, 45,4 millones parecieron emaciación y 38,9 millones sobrepeso.

El nuevo indicador de los ODS (2.2.3), relativo a la anemia en mujeres de 15 a 49 años, muestra que el 29,9% de estas mujeres sufrieron esta enfermedad. Más del 30% de ellas se encontraban en Asia en el 2019, lo que contrasta con el 14,6% de América del Norte y Europa.

“Estas tendencias no deseadas están impulsando la creciente frecuencia e intensidad de los conflictos, la variabilidad y los extremos climáticos, las desaceleraciones y recesiones económicas y los altos niveles de desigualdad”, han aclarado los autores los autores.

“Estos importantes impulsores ocurren cada vez más de manera simultánea en los países, con interacciones que socavan gravemente la seguridad alimentaria y la nutrición. Se ha demostrado que la mayoría de los niños que padecen hambre y retraso en el crecimiento viven en países afectados por una combinación de estos factores”, han enfatizado.

También han puesto el foco en el precio de los alimentos, y es que han informado que hay que tener en cuenta que millones de personas padecen inseguridad alimentaria y desnutrición en todas sus formas precisamente porque no pueden permitirse una dieta saludable.

Por esto mismo, una de las seis grandes soluciones que han propuesto los expertos al cargo del informe es intervenir a lo largo de las cadenas de suministro para reducir el costo de los alimentos nutritivos, por ejemplo, fomentando la siembra de cultivos biofortificados o facilitando el acceso de los productores de frutas y hortalizas a los mercados.

Zsuzsanna Jakab, directora general adjunta de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha ido un paso más allá y ha recordado también la necesidad de avanzar hacia un sistema alimentario sostenido en la visión One Health o Una Sola Salud para evitar que la presente pandemia y otras futuras puedan poner en peligro la seguridad alimentaria mundial.

Otras medidas pasan por el fortalecimiento de los entornos alimentarios y cambios en el comportamiento de los consumidores, por ejemplo, eliminando las grasas trans industriales y reduciendo el contenido de sal y azúcar en el suministro de alimentos.

En este sentido, también han vuelto a recordar la necesidad de equilibrar la balanza alimentaria en favor de las frutas y verduras para no solo atajar el problema de la inseguridad alimentaria y la malnutrición, sino para ayudar a mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero.

Además han mirado por la ampliación de la resiliencia climática en todos los sistemas alimentarios, por ejemplo, ofreciendo a los pequeños agricultores un amplio acceso a seguros contra riesgos climáticos y financiamiento basado en pronósticos. Incluso han sugerido integrar las políticas humanitarias, de desarrollo y de consolidación de la paz en las zonas de conflicto, por ejemplo, mediante medidas de protección social para evitar que las familias vendan escasos bienes a cambio de alimentos.

“Los complejos desafíos para la seguridad alimentaria y la nutrición exigen una mayor sinergia y coherencia en la formulación e implementación de políticas en todos los sectores, respaldada por inversiones más estratégicas tanto del sector público como del privado, lo cual es clave para evitar compensaciones indeseables”, han recordado los autores.

“Para retomar el camino hacia el cumplimiento de la Meta 2.1 y 2.2 de los ODS nos debemos centrar en las vías de transformación y la coherencia de las políticas que más ayuden a abordar los principales impulsores del reciente aumento del hambre y la desaceleración del progreso hacia la reducción de todas las formas de malnutrición”, han concluido.



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