¿Se imagina tener que pedir cita para tirar la basura? - EL ÁGORA DIARIO

¿Se imagina tener que pedir cita para tirar la basura?

Esta es una realidad que puede llegar a imponerse en el barrio barcelonés de Sant Andreu, donde el Ayuntamiento de Barcelona encadena despropósitos con su fórmula para imponer el sistema de recogida selectiva de residuos puerta a puerta. Un sistema que desplegó el pasado mes de mayo y que pretende extender a toda la ciudad en 2025


El pasado mes de mayo, en una decisión no exenta de polémica, el Ayuntamiento de Barcelona decidió implantar en el barrio de Sant Andreu un particular sistema de recogida de basuras puerta a puerta, con el que pretendía mejorar los porcentajes de reciclaje y reducir la generación de residuos.

Argumentaban desde el Consistorio que así se daría respuesta a las exigencias de la Unión Europea, que fija que en 2030 debe reciclarse el 60% de la basura. La realidad se ha demostrado bien distinta.

En apenas dos meses de funcionamiento se ha pasado del caos inicial por la inoperatividad del sistema al descontento vecinal por la suciedad que genera, por la pérdida de privacidad debido al etiquetaje identificativo de las bolsas, así como por diversas incomodidades derivadas de la desaparición de los contenedores en la calle.

Los residentes del barrio son contundentes: “el sistema impuesto por Ada Colau no piensa en los vecinos”. Sin ir más lejos, hace tan solo unos días, el Concejal de Emergencia Climática y Transición Ecológica del Ayuntamiento de Barcelona, Eloi Badia,  fue incapaz de llevar a cabo la sexta reunión de seguimiento del sistema, con participación del Ayuntamiento y entidades del barrio, que tuvo que suspenderse tan solo veinte minutos después de que comenzara tras la irrupción de una treintena de personas que protestaban por el nuevo modelo de recogida de residuos.

El sistema de recogida puerta a puerta instaurado y controlado por Ada Colau fija que la basura orgánica se recogerá tres días a la semana, el plástico dos días, y el papel y la fracción resto, un día a la semana.

El kit que repartió el consistorio a los vecinos, además de bolsas de basura con un chip que identifica individualmente cada vivienda, incluye un imán de nevera para que los vecinos sepan qué les toca bajar a la calle cada día (de 20 a 22 horas).

Esta inflexibilidad en los horarios y fechas para las recogidas “esclaviza” a los vecinos, y dificulta la necesaria implicación ciudadana en la gestión sostenible de los residuos, así como la meta marcada por la Unión Europea y el Gobierno de España de elevar las tasas de reciclaje.

España no cumple con la tasa de reciclaje establecido por la UE y Bruselas ya nos ha dado un aviso para que comencemos a cambiar la política de residuos, tal y como se pretende con la reciente Ley de residuos.

Sin embargo, y pese al asombro vecinal, que muestra cada vez más desafección por las fórmulas de Colau y por la falta de diálogo con los agentes implicados, el Ayuntamiento celebra que con el “Puerta a Puerta” el reciclaje ha mejorado en solo unas semanas: la recogida selectiva ha saltado del 35% al 65% desde que arrancó el día 24 de mayo.

Pero los vecinos se oponen a esos argumentos de Colau. “Por mucha estadística que saquen, hacer oídos sordos a cualquier aportación vecinal o de otra índole que la aparte de sus objetivos dogmáticos e ideológicos, la condenarán a la larga al fracaso de cualquier iniciativa que requiera de cooperación o colaboración”, señala una de los vecinas afectadas por la medida.

España no cumple con la tasa de reciclaje establecido por la UE y Bruselas ya nos ha dado un aviso para que comencemos a cambiar la política de residuos, tal y como pretende la reciente Ley de residuos.

El último dato oficial disponible para España —que aparece como estimado en Eurostat, la oficina estadística de la UE— sitúa la tasa de reciclaje y reutilización de los residuos municipales del país en el 34,7% en 2019, más de 15 puntos por debajo del objetivo que había fijado para 2020.

La ley recoge los compromisos europeos sobre preparación para la reutilización y reciclaje de residuos (un 55% en el 2025, un 60% en el 2030 y un 65% en el 2035), y adelantará la obligación de instaurar la recogida de la materia orgánica en toda España.

Esta deberá hacerse antes del 31 de diciembre del 2021 para los municipios de más de 5.000 habitantes y antes de finales del 2023 para el resto. En Catalunya esta norma ya rige desde 1993. 

Un buen sistema si se sabe gestionar adecuadamente

Apostar por un sistema de recogida puerta a puerta es apostar por un sistema de recogida selectiva de residuos que no sólo supone recoger de forma diferente, sino que también requiere de una gestión de todo el ciclo de residuos eficiente, transparente y ambientalmente correcta.

Recoger los residuos puerta a puerta requiere, además, implicar a la población para que realice un esfuerzo ambiental, pero al mismo tiempo ha de reconocérsele este compromiso en forma de una gestión correcta, revirtiendo directamente sobre el ciudadano el mérito de una labor bien realizada, tal y como ocurre en otras ciudades españoles en las que ya está implantado este sistema de recogida.

En este sentido, el barómetro del Observatorio de los Servicios Urbanos, que mide la satisfacción de los servicios urbanos por parte de los ciudadanos, destaca como ejemplo, dentro de la categoría de recogida de basuras y residuos, la ciudad de Vigo, por la implantación realizada del sistema de recogida de basura puerta a puerta en el casco viejo de la ciudad. Un servicio que satisface, según los datos del Observatorio, al 67% de los vigueses.

La adecuación de los servicios a la singularidad de cada geografía urbana es fundamental y esa es la tendencia en el tratamiento de la recogida de basuras en los núcleos históricos de las ciudades.

Recogida puerta a puerta

En 2008 entró en vigor la Directiva de Residuos, que establecía una filosofía comunitaria en relación con la prevención y la gestión de los residuos, y que exigía a los Estados miembros que tomasen medidas para fomentar un reciclado de alta calidad, estableciendo para tal fin una recogida separada de residuos que permitiera cumplir con los criterios de calidad necesarios para los sectores de reciclado.

Asimismo, la Directiva también establece una jerarquía de residuos, señalando en primer lugar la necesidad de priorizar la prevención y la reutilización una vez que hayan perdido su valor.

En segundo lugar, los residuos deberán reciclarse cuando sea imposible transformarlos en un nuevo producto (aprovechamiento que incluye el compostaje).

Por último, deberán valorizarse aquellos residuos que no se hayan podido reutilizar o reciclar; por ejemplo, en energía, evitando así su «eliminación» –concepto jurídico, que no termodinámico, que significa su vertido final en depósito controlado–.

Todo ello con el objetivo de reducir las cantidades de residuos destinados al vertedero hasta lograr el «vertido 0» de flujos primarios de residuos.

Con el puerta a puerta, cada fracción de residuos se separa de forma individualizada y se deposita en la calle el día correspondiente de la semana para ser recogida –cada día se recoge una fracción diferente: residuos orgánico, papel y cartón, envases, vidrio y fracción rechazo (resto de basura)–. De esta forma se pretenden mejorar los porcentajes de reciclaje de todos los residuos, contribuir a la lucha contra el cambio climático, con la reducción de emisiones, y reducir el consumo de recursos.

Esta iniciativa maximiza la selección de la basura que se genera en el hogar hasta en un 90%, frente al 40% del sistema de contenedores tradicional. Este sistema de recogida está sometido además a un estricto control: si los residuos no están correctamente separados según las normas establecidas se le devuelve al ciudadano.

Los resultados de recogida separada logrados en los municipios con el sistema puerta a puerta son en general superiores al resto de mecanismos, tanto en cantidad recogida como en calidad de la separación (en general se sitúan entre el 60 y el 80% de recogida separada). De hecho, la aplicación del puerta a puerta es muy recomendada en zonas de baja densidad de población donde la identificación de los residuos de cada cual es más fácil, pero también se puede desarrollar en zonas más densas y con edificación más vertical a través de la recogida de contenedores comunitarios en las viviendas plurifamiliares.

Los modelos de recogida puerta a puerta permiten identificar al generador, y por lo tanto posibilitan la implantación de sistemas de fiscalización más justos, cómo son los de pago por generación (por ejemplo, pago por bolsa o pago por contenedor).

Sin embargo, la realidad municipal ha demostrado que este sistema solo puede llegar a ser efectivo si detrás existe una gestión eficiente, concienciada, y que cuente con el compromiso vecinal, algo que en Sant Andreu dista mucho, hoy por hoy, de ser una realidad.

Cómo reciclar con precisión la basura

Orgánico: además de la comida, en este contenedor se deben tirar materiales como serrín, palillo, insecto muerto, cáscara de marisco o de huevo, alpiste, una infusión, corcho.

Vidrio: botellas (cristales y espejos no).

Papel-cartón: cajas de cartón, periódicos, papel de carnicería o pescadería (si está sucio, iría a ‘restos’), servilletas y pañuelos de papel (si tienen restos de comida, al orgánico), un archivador (si tiene anillas, a restos).

Envases-plástico: desodorantes, chapas, papel de aluminio, productos de limpieza si están vacíos, la red de las naranjas o patatas, las bandejas de porexpan.

Restos o rechazo: ésta es la nueva categoría que incorpora el sistema PaP. Aquí se englobaría todo aquello que no se puede reciclar: cenizas, polvo, abanicos, alicates, excremento de animales, fotografías, la punta del lápiz, un balón, el paraguas, esponjas, betún, el felpudo, la fregona.



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