Solo el 12% del gasto en paquetes de rescate para recuperar las mayores economías del planeta tras la pandemia de coronavirus se destinará a proyectos con bajas emisiones en carbono, aunque los planes “verdes” de Europa podrían servir de ejemplo para mejorar



La necesidad de aprovechar la crisis del coronavirus para reconstruir las economías desde la sostenibilidad ha sido uno de los grandes mantras del pasado año. Organizaciones internacionales, Gobiernos, líderes empresariales y sociedad civil han reiterado en múltiples ocasiones su compromiso con la sostenibilidad en un momento que muchos consideran clave, ya que cada vez queda menos tiempo para cumplir con el Acuerdo de París y actuar contra la emergencia climática. Tal y como explicaba el secretario general de la ONU, António Guterres, el pasado mes de noviembre, “es imprescindible utilizar la pandemia de coronavirus para reconstruir nuestro mundo para mejor y hacer frente a otras amenazas globales como el cambio climático”, un reto que en gran medida dependerá del gasto público récord en forma de paquetes de estímulo que ya han anunciado las principales economías del planeta.
Sin embargo, por ahora parece que existe una importante brecha entre las palabras y los hechos. Y es que, según un informe elaborado por la consultora Vivid Economics, los esfuerzos de los gobiernos de todo el mundo para forjar una auténtica recuperación verde de la pandemia del coronavirus están por ahora fracasando. Según lo anunciado hasta el momento, solo un 12% del gasto en paquetes de estímulo de las 30 economías más importantes del planeta se destinará a proyectos con bajas emisiones de carbono, como energías renovables y tecnologías limpias.
En total, el gasto de los planes de recuperación de esta treintena de países, entre los que se incluye España, asciende a aproximadamente 14,9 billones de dólares, de los cuales 4,6 billones de destinarán a sectores que son ambientalmente relevantes, como la industria, la energía, los residuos, la agricultura y el transporte. Sin embargo, de ese montante se destinarán solo 1,8 billones a proyectos ambientales o climáticos, una cifra que contrasta fuertemente con los 2,8 billones de dólares que acabarán en sectores relacionados con los combustibles fósiles que aumentan las emisiones o la contaminación.
“Se requiere mucha más acción antes de que podamos ver una recuperación post-covid verdaderamente ecológica, pero nos alientan los avances en algunos países, sobre todo en EEUU, Canadá y la Unión Europea. De hecho, la nueva administración de Estados Unidos ha señalado un cambio dramático en cómo el clima y la naturaleza pueden integrarse en los programas de recuperación económica”, ha asegurado el economista Jeffrey Beyer, uno de los coautores del estudio, que alerta del riesgo de que los planes de estímulo aumenten la brecha de sostenibilidad entre países.
Efectivamente, según el análisis elaborado para la fundación Finance for Biodiversity, los estímulos anunciados hasta la fecha tendrán un impacto ambiental negativo neto en 15 de las economías del G20 y en cinco de los otros diez países analizados. Solo los planes de recuperación de la Unión Europea en conjunto y países como Dinamarca, Canadá, Francia, Alemania, España, Reino Unido, Suecia, Finlandia y Suiza tienen una nota positiva. Es decir, solo una decena de las principales economías del mundo destinarán a reducir las emisiones un gasto mayor que aquel que irá a sectores que con sus emisiones contribuyen en mayor medida al calentamiento global
Planes de estímulo contraproducentes
“Hasta la fecha, la respuesta económica a la crisis del COVID-19 refuerza las tendencias ambientales negativas. En otras palabras, no podrá reconstruirse mejor: la mayoría de los gobiernos han optado por no utilizar el estímulo económico para mejorar la naturaleza o abordar el cambio climático”. Así de contundente es el informe de Vivid Economics, que evidencia que muchos Gobiernos de todo el planeta aún no han escuchado el llamamiento de la ONU para construir sociedades más sostenibles tras la crisis pandémica.
El principal problema está en los países con economías emergentes, ya que muchas son dependientes de sectores intensivos en energía y carecen de una supervisión reguladora sólida. Es el caso de China, India y México, “gigantes con pies de barro” que han anunciado medidas de estímulo que tendrán resultados negativos para el medio ambiente, como la construcción de nuevas centrales de carbón o extensas canalizaciones para gas y petróleo. Un problema similar tienen los fondos de estímulo anunciados por Sudáfrica y Rusia, que refuerzan en gran medida los impactos dañinos existentes de sus sectores ambientalmente intensivos.


Eso sí, el informe señala con especial hincapié a Indonesia y Brasil, países que “están impulsando de manera expresa proyectos perjudiciales para el medio ambiente, al apoyar tanto una industria y una energía con alto contenido de carbono como una agricultura extensiva e insostenible que destruye hábitats biodiversos”. También se apunta a Argentina, Arabia Saudí y Turquía como países están dirigiendo una proporción significativa de sus paquetes de estímulo hacia industrias contaminantes. De hecho, y a pesar de que los cinco tienen un “desempeño ambiental deficiente”, por el momento tampoco han hecho intentos por orientar nuevos fondos hacia iniciativas «verdes».
Sin embargo, esta falta de proyección ambiental también se encuentra en países ricos. Naciones del llamado “mundo desarrollado” como Australia, Italia y Japón tienen por ejemplo paquetes de estímulo negativos a nivel climático, debido en gran parte al apoyo que brindan a sectores intensivos existentes con impacto ambiental negativo. Eso sí, al contrario que sus homólogos “en desarrollo”, la puntuación total de estos países sí que ha mejorado ligeramente en esta edición debido a un aumento de los planes para restaurar la naturaleza y mitigar el cambio climático.
Brotes verdes
No todo son malas noticias. El informe incide explícitamente en que todavía “existe la oportunidad de aprender de los países que han tomado la iniciativa y actuar con decisión ahora para prevenir daños irreversibles a la naturaleza y reducir drásticamente el coste de proteger el planeta”. Es decir, que a pesar de que en la mayoría de las economías del planeta todavía se esté lejos de la sostenibilidad, algunos países y empresas están señalando el camino a seguir con planes que combinan de verdad el crecimiento económico con el objetivo de la neutralidad climática.
Los anuncios de estímulos más prometedores se encuentran en Canadá, Europa Occidental y algunos países nórdicos, ya que incluyen importantes inversiones en infraestructura verde, sobre todo en energía y transporte. En este sentido, el informe destaca el Plan de Medio Ambiente Saludable y Economía Saludable de Canadá, que incluye 64 nuevas medidas que rediseñan sus esfuerzos de estímulo para acercarlos a la sostenibilidad, colocando a Canadá el tercer lugar del Índice, justo detrás de la Unión Europea.


Precisamente la UE es otro de los focos “positivos” del informe. El plan de recuperación “Next Generation EU” es saludado como el paquete de estímulo más respetuoso con el medio ambiente, ya que incluye 750.000 millones de euros, el 37% de su importe total, para iniciativas ecológicas. Para Vivid Economics, resultan especialmente destacables las medidas específicas para reducir la dependencia de los combustibles fósiles, aunque también toman de ejemplo las normativas para mejorar la eficiencia energética o preservar y restaurar del capital natural.
De hecho, los nuevos planes de recuperación de Francia y España se basan en parte en este fondo común de financiación y, como resultado, se encuentran según este informe entre los más respetuosos con el medio ambiente hasta el momento. En concreto, España es uno de los países que más esfuerzos ha anunciado en relación a su PIB en sectores como la energía o el transporte, sobre todo en materia de infraestructuras.
