El Programa Mundial de Alimentos se queda sin fondos para ayudar a Sudán del Sur

El Programa Mundial de Alimentos se queda sin fondos para ayudar a Sudán del Sur

El encarecimiento de los cereales por la volatilidad en los mercados derivado del cierre de los puertos ucranianos ha provocado una falta de fondos en el Programa Mundial de Alimentos que ha tenido que suspender parte de la ayuda a Sudán de Sur


Sudán del Sur se enfrenta a graves inundaciones, sequías localizadas y conflictos provocados por el hombre que han dejado a más del 60% de su población sufriendo una hambruna extrema.

Una situación que podría verse agravada para más de 1,7 millones de personas tras la decisión, este martes, del Programa Mundial de Alimentos de suspender un tercio de la ayuda alimentaria que percibía Sudán del Sur por falta de fondos del organismo de Naciones Unidas.

El organismo ha alertado de que la suspensión de esta ayuda llega «en el peor momento posible» para los sursudaneses debido a la situación de «hambre sin precedentes», una situación ahondada por el conflicto, las inundaciones, la sequía y el aumento de los precios por la guerra en Ucrania.

El Programa Mundial de Alimentos (WFP, por sus siglas en inglés) ha instado a una «solución política» ya que el cierre de los puertos ucranianos en el Mar Negro continúa amenazando la provisión de alimentos y millones de vidas en todo el mundo.

«Estamos extremadamente preocupados por el impacto de los recortes de financiación sobre niños, mujeres y hombres que no tienen suficiente para comer durante la temporada de escasez», ha explicado la directora del PMA en Sudán del Sur, Adenyika Badejo.

«Estas familias han agotado totalmente los mecanismos para hacer frente a la crisis. Necesitan asistencia humanitaria inmediata para poner alimentos en la mesa a corto plazo y para reconstruir su sustento y resiliencia para hacer frente a shocks en el futuro», ha insistido.

Sin soluciones, la amenaza a la seguridad alimentaria mundial planteada por la guerra en curso resultará en “hambruna, en la desestabilización de las naciones, así como la migración masiva por necesidad”, ha afirmado el Director Ejecutivo del WFP, David Beasley que resalta que «no abrir esos puertos en el Mar Negro es una declaración de guerra a la inseguridad alimentaria global«.

Se anticipa que la cantidad de personas a las que apoya WFP aumentará en 20 millones este año a la vez que aumentan los precios del combustible y el transporte (desde el comienzo de la guerra, los costos operativos del WFP han aumentado en US$70 millones cada mes, dando como resultado recortes en programas de nutrición.

Sin una acción urgente, sobre todo la apertura de los puertos del Mar Negro, más y más personas sucumbirán al hambre y las familias más pobres del mundo en África, Medio Oriente y más allá sentirán los efectos de la guerra.

Una hambruna histórica en Sudán del Sur

Una niña acarrea agua en el pueblo de Juba, Sudán del Sur, asolado por una epidemia de cólera desde 2017. | Foto: Phil Hatcher-Moore – UNICEF

El Programa Mundial de Alimentos, iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ha alertado que 8,3 millones de personas en Sudán del Sur están a punto de enfrentar la hambruna extrema. La ONU calcula que en 2022 dos millones de personas estarán desnutridas; esto incluye 1,3 millones de niños menores de 5 años y 676.000 mujeres embarazadas y lactantes. Estos números se dieron a conocer en el informe Panorama Global Humanitario: Sudán del Sur publicado a finales de febrero de 2022.

2022 marca una década desde que Sudán del Sur se independizó y tres años desde que se firmó la revitalización del acuerdo de paz. Sin embargo, la población continúa sufriendo condiciones humanas en constante deterioro. La crisis climática sumada a la violencia endémica son solo algunos de los elementos que contribuyen a la paupérrima circunstancia. El covid-19 implicó una presión añadida a los precarios sistemas de salud; y además los desplazados añaden a un caldo de cultivo de hambre y miseria. En 2022 se calcula que un tercio de la población de Sudán del Sur, unas 8,9 millones de personas, necesitan asistencia humanitaria. Este número representa un incremento de casi 600.000 personas con respecto a 2021.

La región ha sido azotada en años recientes por sequías extremas así como inundaciones. El acceso al agua potable, la higiene y los servicios de salud han sido afectados por las circunstancias medioambientales.  Las inundaciones que ocurrieron en Jonglei, el Alto Nilo y Unity entre mayo y diciembre de 2021 afectó a alrededor de 835.000 de personas. Esto sumó a los ya desplazados por las inundaciones de 2020. Ambas circunstancias dejaron a cientos de miles de personas que aún no han podido regresar a sus hogares.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), calcula que en 2021 las inundaciones afectaron a 65.107 de hectáreas de cultivo de cereales, lo que destruyó 37.624 toneladas de granos. El daño cumulativo de la década orilla al país a una situación sin precedentes. Aunque durante 2018 y 2019 se logró estabilizar la inseguridad alimentaria (6,3 millones de personas), 2021 se presentó con un ascenso hasta alcanzar los 7,4 millones. En 2022 se proyecta que la falta de alimentos sea un problema grave en 13 estados de Sudán del Sur, cuando 2021 lo era en seis.

Badejo afirmó que el Programa Mundial de Alimentos está buscando la forma de proveer no solo ayuda inmediata, sino también soluciones a largo plazo que sean resilientes a futuros eventos climáticos. Invertir en la resiliencia es un paso para ayuda a las comunidades a salir de la pobreza y el hambre. «Estamos buscando soluciones en conjunto con el gobierno sudanés para resolver los problemas crónicos del país: la inequidad y aislamiento. Esto creará condiciones para que exista la paz y estabilidad».



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