La rápida recuperación económica está impulsando la generación mundial de energía basada en carbón a un récord este año y se espera que la demanda general de carbón alcance un máximo histórico en 2022, lo que subraya la necesidad urgente de adoptar medidas políticas



En el lapso de un año, la generación de energía a base de carbón ha pasado de una caída histórica a un máximo también histórico. La recuperación económica tras el parón causado por el coronavirus ha provocado que, después de caer en 2019 y 2020, la proporción del carbón en el mix energético global aumente un 9% en 2021 hasta un récord de 10,350 teravatios-hora, según apunta un informe de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés) publicado recientemente. De hecho, este organismo asegura que la tendencia actual podría incluso empeorar el año que viene y socavar los esfuerzos de reducción de emisiones de efecto invernadero de no tomarse «medidas políticas urgentes»
La mayor parte de ese aumento provino de plantas de energía en China e India, donde las necesidades de electricidad aumentaron un 9% y un 12% respectivamente, pero también de regiones donde la generación a base de carbón llevaba décadas declinando como Europa, que experimentó un aumento del 12% y EEUU, que fue testigo de una subida de casi el 17%. Y es que la rápida recuperación económica de este año ha elevado la demanda de electricidad mucho más rápido de lo que pueden proporcionar las fuentes bajas en carbono, obligando a muchos países a recurrir al carbón para mantener su reactivación de la producción y la actividad económica.
Esta situación, sumada al aumento de los precios del gas natural que ha hecho más competitivo el carbón a pesar de los impuestos, se está traduciendo en un renacer global de esta sustancia altamente contaminante y dificultando seriamente cualquier plan de neutralidad climática. «El carbón y sus emisiones son tercos», ha asegurado Fatih Birol, director ejecutivo de la IEA, en la presentación del informe. «Sin acciones firmes e inmediatas de los gobiernos para abordar las emisiones de carbón, de una manera justa, asequible y segura para los afectados, tendremos pocas posibilidades, si es que hay alguna, de limitar el calentamiento global», ha lamentado.
A pesar de que el crecimiento es global, el carbón sigue teniendo unos impulsores muy concretos. El principal es China, donde tiene lugar más de la mitad de la generación mundial de electricidad a partir de carbón y la energía del carbón ha crecido un 9% en 2021 a pesar de una desaceleración a finales de año. También está India, donde la subida para 2021 se establece en torno 12%. Por el contrario, aunque la generación a base de carbón ha subido un 20% este año en los Estados Unidos y la Unión Europea, eso no es suficiente para llevarla por encima de los niveles de 2019 y se espera que el uso de carbón en esos dos mercados vuelva a disminuir el próximo año en medio del lento crecimiento de la demanda de electricidad y la rápida expansión de la energía renovable.
“Las promesas de alcanzar emisiones netas cero hechas por muchos países, incluidos China e India, deberían tener implicaciones muy importantes para el carbón, pero aún no son visibles en nuestro pronóstico a corto plazo, lo que refleja la gran brecha entre las ambiciones y la acción”, ha explicado Keisuke Sadamori, director de Mercados Energéticos y Seguridad de la IEA. “Asia domina el mercado mundial del carbón, y China e India representan dos tercios de la demanda total. Estas dos economías, dependientes del carbón y con una población combinada de casi 3.000 millones de personas, son la clave para la demanda futura de carbón», ha apuntado.
La montaña rusa del carbón
Durante los últimos años, las subidas y bajadas del uso del carbón se han ido sucediendo, lo que según la IEA es consecuencia tanto de la pandemia como de la montaña rusa en la que están subidos sus precios. Y es que, después de caer a 50 dólares por tonelada en el segundo trimestre de 2020, el coste del carbón comenzó a subir hacia fines de año, con recortes de oferta que equilibraron el mercado antes de que los repuntes en la actividad económica y la demanda de carbón en China comenzaran a hacer subir los precios. En 2021, los precios aumentaron aún más cuando la demanda superó la oferta en China, así como por las interrupciones del suministro y los precios más altos del gas natural a nivel mundial, aunque la rápida intervención política del gobierno chino para equilibrar el mercado los ha vuelto a situar en niveles muy competitivos.
Esta competitividad, sumada a las necesidades energéticas que aún no pueden ser cubiertas por soluciones renovables, especialmente en mercados emergentes, llevará a posibles nuevos récords de carbón en el futuro. Según las proyecciones de la AIE, a medida que más economías se recuperen de la pandemia, la demanda de carbón aumentará, alcanzando un máximo en 2022 y manteniéndose muy elevada hasta al menos 2024.


Ante esta situación, la agencia pide a los Gobiernos que «despierten» y asuman la realidad de que las actuales políticas gubernamentales se están revelando como insuficientes para frenar el uso de carbón, por lo cual es casi una quimera hablar de reducir significativamente las emisiones de carbono. El informe, asegura Birol, «es una señal preocupante de lo lejos que está el mundo en sus esfuerzos por reducir las emisiones a cero».
El mundo, o al menos las principales economías, son muy conscientes de que carbón y transición ecológica son incompatibles. El pasado mayo, el G7 reconoció que mantener la inversión global en la generación de energía de carbón “es incompatible” con el objetivo de limitar el aumento de las temperaturas globales a 1,5º C y aceptó poner fin a la financiación estatal de las centrales eléctricas que funcionan con este material para finales de este año.
Además, en la pasada COP26 se señaló por primera vez al carbón como uno de los principales responsables del calentamiento global y se pidió acabar cuanto antes con su uso. Sin embargo, aun queda lo más importante: pasar de las palabras a los hechos.
