Las renovables empiezan a despegar en los países emergentes

Las renovables empiezan a despegar en los países emergentes

Un nuevo informe de la organización Carbon Tracker apunta que cada vez más mercados emergentes afrontan su creciente demanda de electricidad apostando por las energías renovables de bajo coste en vez de combustibles fósiles, un paso «clave» para la transición energética global


A estas alturas, es de sobra conocido que el cambio de los combustibles fósiles a la energía limpia no solo es imprescindible para luchar contra el cambio climático y alcanzar la neutralidad climática, sino que reduce costes a largo plazo, crea empleos locales y salva millones de vidas. Una gran cantidad de ventajas de las que, aunque hasta ahora se han beneficiado sobre todo los países ricos, ya que la mayoría de los nuevos proyectos renovables estaban radicados en lugares con alto poder adquisitivo, cada vez más países emergentes están considerando para hacer de la energía eólica o solar una vía prioritaria con la que satisfacer su creciente demanda de electricidad. Así lo asegura un estudio desarrollado por el laboratorio de ideas británico Carbon Tracker y el instituto indio Consejo de Energía, Medio Ambiente y Agua (CEEW), que indica además que la demanda de combustibles fósiles para la generación eléctrica ha alcanzado su pico en la mayoría de países desarrollados y se enfrenta a una caída de hasta un 20% desde que tocó techo en 2007.

En este contexto, los mercados emergentes (los países que no pertenecen a la OCDE, además de Chile, Colombia, México y Costa Rica) confían cada vez más en energías renovables, como la eólica o la solar, para recortar costes y producir electricidad sin tener que construir grandes infraestructuras basadas en combustibles como el carbón, el petróleo o el gas. Según los autores del estudio, estas economías en desarrollo tienen una cantidad de recursos renovables capaz de cubrir 140 veces su demanda actual de electricidad y verán progresivamente cómo las energías verdes contribuyen a reducir la mortalidad por contaminación y a impulsar la ocupación.

«Necesitarán mano de obra para extraer la energía, así que, en lugar de pagar nóminas a oligarcas en el extranjero, podrán crear puestos de trabajo para la comunidad local», remarca Kingsmill Bond, investigador de Carbon Tracker y coautor del informe, titulado Reach for the sun. Y es que, según el experto, la caída de precios de las renovables en los últimos cinco años ha propiciado que, en un 90% de los países del mundo, la opción más económica para producir electricidad pase por invertir en energías sostenibles. En este sentido, dado que los mercados emergentes representarán además un 88% del crecimiento en la demanda global de electricidad entre 2019 y 2040, su apuesta por las renovables los convertirá en una pieza esencial para la transición energética mundial.

Es cierto que esta transición es diferente en los mercados emergentes a los desarrollados porque tienen un crecimiento de la demanda de electricidad desde una base más baja, así como la necesidad de brindar acceso a cientos de millones de personas. Sin embargo, la buena noticia para el clima es que muchas de estas naciones no tendrán que pasar por una fase intermedia en la que dependan del carbón o el petróleo, como pasó en su día por ejemplo con la mayoría de países europeos: la demanda de combustibles fósiles para la electricidad ya ha alcanzado su punto máximo o se ha estancado en el 63% de los mercados emergentes fuera de China, desde Chile a Nicaragua, desde Kenia a Tailandia.

Eso sí, Bond también reconoce que hay ciertas reticencias a la transición energética, ya que según el experto los intereses en torno a los sectores del carbón y del gas solo son «suficientemente poderosos» en un 15 % de los países emergentes (como Rusia, Indonesia o Nigeria) como para hacer que el giro hacia la sostenibilidad sea un proceso más arduo. Por eso, el estudio también alerta a estos países de que seguir apostando por los combustibles fósiles para generar energía comportará «enormes pérdidas», tal como sucedió en Europa a partir de 2007, con una contracción económica de 150.000 millones de dólares (unos 127.000 millones de euros) y podría suceder en China, que por sí sola podría enfrentar más de 16.000 mil millones de dólares en activos varados para 2030 si se continúan construyendo las plantas de carbón planificadas. Y es que, de acuerdo con Bond, la ciencia ya demuestra que «los factores económicos han dejado de ser una barrera ante la transición energética para convertirse en un incentivo que favorece el cambio».

El ejemplo indio

India, que representa el 9% de la demanda de electricidad de los mercados emergentes y el 20% del crecimiento esperado de la demanda, ilustra la velocidad y la escala del cambio. El país asiático ha pasado de menos de 20 GW de energía solar en 2010 hasta superar los 96 GW de energía solar, biomasa eólica y pequeñas centrales hidroeléctricas en mayo de 2021. Es más, si incluimos a las grandes centrales hidroeléctricas, las energías renovables ahora proporcionan 142 GW o el 37% de la capacidad energética del país, y tiene un objetivo de 450 GW por 2030, mientras que la demanda de generación de combustibles fósiles alcanzó una meseta en 2018 y cayó en 2019 y 2020. Si bien la demanda de combustibles fósiles podría volver a aumentar a corto plazo para satisfacer la demanda latente de electricidad, la India ha demostrado cómo dar un doble salto, ya que la conexión de casi todos los hogares a la electricidad y el despliegue de energía renovable pueden impulsarse a la vez con prioridades políticas y diseño de mercado.

También China, que representa casi la mitad de la demanda de electricidad de los mercados emergentes y el 39% del crecimiento esperado de la demanda, está en la cúspide del cambio, con la capacidad solar y eólica creciendo a más del 20% cada año. Esto significa que, suponiendo que el crecimiento de la demanda de electricidad se mantiene estable en un 4-5% y el crecimiento de la oferta solar y eólica continua subiendo un 20-25%, la demanda de combustibles fósiles para electricidad en China alcanzará su punto máximo antes de 2025. Eso sí, al mismo tiempo tendrá que solucionar su problema con las nuevas centrales de carbón.

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Construcción junto al río Yangtsé (China) de una nueva planta de almacenamiento y aprovechamiento de carbón.

En cualquier caso, el informe asegura que las políticas de apoyo son clave para impulsar el crecimiento de las energías renovables. Si los países liberalizan los mercados e introducen subastas competitivas, pueden reducir los costes y atraer financiamiento internacional a medida que los mercados de capital dan la espalda a los combustibles fósiles: actualmente, las subastas ya están ayudando por ejemplo a India a reducir el coste de la energía solar a uno de los niveles más bajos del mundo.

Eso sí, los países desarrollados también tienen un papel que cumplir y pueden acelerar la transición a las energías renovables en los mercados emergentes proporcionando apoyo en materia de políticas, experiencia tecnológica y utilizando la financiación del desarrollo para reducir el coste del capital. El estudio afirma sin ningún tipo de dudas que les conviene hacerlo, no solo para apoyar los objetivos climáticos globales sino por razones geopolíticas, ya que Estados Unidos busca contrarrestar la creciente influencia china, y para poder alcanzar la Agenda 2030: cumplir el objetivo de la ONU de brindar a todos acceso a energía asequible, segura y sostenible para 2030 (ODS 7) es perfectamente posible si se produce este apoyo.



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