La vicepresidenta Teresa Ribera ha participado en la clausura del foro sobre cambio climático y biodiversidad que ha celebrado esta semana la UICN en Francia, donde ha resaltado la inestimable contribución que la naturaleza ejerce en la lucha contra el cambio climático



Las soluciones basadas en la naturaleza son clave en la adaptación y mitigación al cambio climático, por lo que deberían convertirse en un área de inversión prioritaria para las administraciones de todo el mundo. Así lo ha manifestado este martes la vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera, durante su participación en la sesión plenaria de clausura del foro “Movilizar a la naturaleza y la sociedad para abordar la emergencia climática: el camino a seguir”, celebrado durante el Congreso Mundial de la Naturaleza, que organiza la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), y que está teniendo lugar en Marsella (Francia). En concreto, para la política socialista, este tipo de enfoques basados en los ecosistemas «son medidas que nos permiten abordar la pérdida de biodiversidad y el cambio climático de manera integrada y aprovechar además los posibles beneficios colaterales».
Ribera, que ha aprovechado su intervención para volver a poner en valor los resultados de la pasada COP25, organizada en Madrid bajo la presidencia de Chile en diciembre de 2019, ha también calificado de «esencial» el papel de la comunidad científica a la hora de desarrollar este tipo de herramientas y cualquier otro tipo de solución contra el cambio climático. “Uno de los aspectos claves de la COP 25 fue el uso de la ciencia como lenguaje común y como faro para los negociadores. Más que nunca, la comunidad científica estuvo presente, informó y tomó parte en las negociaciones”, ha explicado.
Por otro lado, la vicepresidenta ha querido poner el acento en el vínculo que existe entre el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. “Proteger la biodiversidad requiere abordar la emergencia climática y viceversa”, ha resaltado. Además, otro de los aspectos señalados por Ribera ha sido la necesidad de acometer un cambio en el modelo económico y social que permita “restaurar el equilibrio con la naturaleza y a la vez mejorar la calidad de vida de los seres humanos”. En ese sentido, ha puntualizado que “la degradación de los sistemas naturales resultante de nuestro modelo económico es un factor de estrés importante para la salud y el bienestar”.
Precisamente esa salud humana que tan estrechamente relacionada está con la salud de los ecosistemas ha sido otro de los ejes de su intervención. “La pandemia de la COVID-19 tendrá impactos duraderos en la forma en que concebimos y gestionamos la interacción humana con el ecosistema”, ha manifestado Ribera, que considera que esta crisis sanitaria global ha ayudado a comenzar a hacer efectivo un cambio de paradigma que afectará a sectores como la energía, la alimentación, el comercio o la reconfiguración de entornos urbanos. En este sentido, la vicepresidenta está convencida de que el coronavirus y sus consecuencias constituyen “una oportunidad sin precedentes para impulsar el cambio global y dar un salto hacia sociedades más sostenibles y equitativas”.
Ribera también ha destacado la importancia de integrar la biodiversidad en las políticas sectoriales, identificar los recursos y presupuestos necesarios para alcanzar las metas y aumentar la ambición en las contribuciones nacionales de reducción de emisiones (NDC). “El objetivo es transformar el comportamiento social para proteger el planeta, la biodiversidad y el bienestar humano, desde el punto de vista sanitario, social, económico y financiero”, ha subrayado. En esa línea, las próximas cumbres de la Biodiversidad y del Cambio Climático, la COP15 y la COP26 respectivamente, “trabajarán para aumentar el conocimiento y la forma de hacer visible la necesidad de apostar por esta forma de enfocar el problema del deterioro del clima y de la biodiversidad”, ha apuntado Ribera.
Un otoño de negociaciones
En esta última sesión del Congreso Mundial de la Naturaleza supone el pistoletazo de salida a un otoño que estará muy cargado en el frente climático, ya que los países y las organizaciones internacionales quieren recuperar el tiempo perdido por la pandemia en lo que a lucha climática se refiere. Junto a la vicepresidenta, en la sesión de clausura han participado otros panelistas como Ivete Maibaze, ministra de Tierra y Medio Ambiente de Mozambique; Jochen Flasbarth, secretario de Estado del Ministerio de Medio Ambiente en Alemania; Rukka Sombolinggi, secretaria general de la Alianza de Pueblos Indígenas del Archipiélago de Indonesia (AMAN), y Rohitesh Dhawan; CEO del Consejo Internacional de Minería y Metales (ICMM).


El Congreso Mundial de la Naturaleza de la UICN, que se celebra cada cuatro años, reúne a miles de líderes y responsables de la toma de decisiones de gobiernos, sociedad civil, pueblos indígenas, empresas y mundo académico con el objetivo de contribuir a la conservación del medio ambiente y promover las soluciones que ofrece la naturaleza ante los retos mundiales en este campo. Esta edición, programada inicialmente para junio de 2020, se pospuso a septiembre de 2021 debido a la pandemia de la COVID-19.
El Congreso tiene dos ejes principales: el Foro, una plataforma de debate público donde se discuten los retos de conservación y sostenibilidad más importantes y urgentes a nivel global, a través de distintos eventos, y la Asamblea de Miembros, el principal organismo de toma de decisiones de la UICN, de la que forman parte gobiernos y ONG que toman decisiones conjuntas en materia de conservación y sostenibilidad. Tradicionalmente, el Congreso Mundial de la Conservación se realiza en uno de los Estados Miembro de la UICN y en esta ocasión la localidad francesa de Marsella es el escenario de la celebración, que tiene lugar en un formato híbrido, ya que se celebra también de forma online.
En este sentido, esta edición del Congreso se planteaba como un lugar de encuentro y debate que impulse la acción sobre la recuperación basada en la naturaleza, el cambio climático y la biodiversidad post-2020. Tras una semana que los participantes y organizadores no han dudado de calificar de exitosa, queda por delante un intenso otoño de negociaciones que marcarán el futuro de la lucha climática internacional en los próximos años.
