Un nuevo informe del PNUMA señala que para revertir los cambios antropogénicos producidos en medio ambiente se deberá incrementar la inversión en soluciones basadas en la naturaleza hasta los 8.1 billones de dólares para 2050 y favorecer la participación del capital privado para lograr los objetivos



No hace mucho, Antonio Guterres, secretario general de la Organización Naciones Unidas (ONU) avisó que la humanidad había terminado por declarar una guerra suicida a esa misma naturaleza que necesitaba el ser humano para sobrevivir, dando como resultado a “una triple crisis ambiental” ligada al cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad.
Ahora, un informe elaborado por el Programa de Medio Ambiente de la ONU (PNUMA), el Foro Económico Mundial (WEF) y la Iniciativa de la Economía de la Degradación de la Tierra (ELD) advierte que para revertir esa situación se necesitará una inversión 8,1 billones de dólares de aquí a 2050 en soluciones basadas en la naturaleza.
“La pérdida de biodiversidad ya le está costando a la economía global 10% de su producción cada año. Si no financiamos suficientemente las soluciones basadas en la naturaleza, se afectará la capacidad de los países para avanzar en otras áreas vitales como la educación, la salud y el empleo. Si no salvamos a la naturaleza ahora, no podremos lograr el desarrollo sostenible”, comenta la directora ejecutiva del PNUMA, Inger Andersen.El estudio indica que hasta 2018 solo se asignaban 133.000 millones de dólares anuales a este cometido, por lo que tomando como referencia esa cifra, el presupuesto dedicado a la naturaleza deberá triplicarse para 2030 y cuadruplicarse para 2050 hasta sumar 536.000 millones de dólares anuales.
Por sí solas, las soluciones basadas en los bosques, incluidas la gestión, la conservación y la restauración, requerirán 203.000 millones en gastos anuales a nivel mundial, según el informe, lo que equivaldría a poco más de 25 dólares por año para cada ciudadano en 2021:
“Esto podría resultar en aumentos del área forestal y agroforestal -la combinación de producción de alimentos y cultivo de árboles- de aproximadamente 300 millones de hectáreas para 2050, en relación con 2020”, informa el PNUMNA en un comunicado.
De no llevarse a cabo estas inversiones, para la mitad del siglo habrá un déficit de 4.100 millones de dólares y las crisis del clima, la biodiversidad, la contaminación y la degradación de la tierra habrán avanzado inexorablemente y seguirán agudizándose a un ritmo acelerado.
Asimismo, el informe pondera los modelos financieros mixtos para invertir en la naturaleza, de manera que las entidades del sector privado compartan los riesgos.


“El capital privado también tendrá que ampliarse drásticamente para cerrar la brecha de inversión”, afirman los expertos reunidos en el estudio, que añaden que en 2018 la inversión anual del sector privado en soluciones basadas en la naturaleza fue de 18.000 millones de dólares, es decir, un 14% si se suma el capital de las cadenas de suministro agrícolas y forestales sostenibles, las inversiones privadas, las compensaciones de biodiversidad, el capital filantrópico, entre otros.
“La ampliación del capital privado para soluciones basadas en la naturaleza es uno de los desafíos centrales de los próximos años, con un enfoque específico en invertir en la naturaleza para apoyar el crecimiento económico sostenible en el siglo XXI”, destaca el PNUMA.
“El informe es una llamada de atención para que los gobiernos, las instituciones financieras y las empresas inviertan en la naturaleza, incluida la reforestación, la agricultura regenerativa y la restauración de nuestros océanos”, añade Andersen.
Para ella, las próximas cumbres sobre clima, la biodiversidad, la degradación de la tierra y los sistemas alimentarios, así como el lanzamiento del Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de Ecosistemas el 5 de junio de 2021, brindan la oportunidad de aprovechar el impulso político y empresarial para alinear la recuperación económica con el Acuerdo de París y el Marco Mundial para la Diversidad Biológica posterior a 2020 y, por lo tanto, ser coherentes con los objetivos de limitar el calentamiento a 1,5°C por encima de los niveles preindustriales y de detener y revertir la pérdida de biodiversidad.
