El viernes 8 de enero empezó a nevar sobre media España y no paró en 30 horas. Un espectáculo que pocas veces habíamos contemplado. Miles de personas salieron a la calle a disfrutar del espectáculo posnavideño, que traía un paisaje de postal a nuestras calles.
Lo que no sabíamos nosotros, pobres habitantes de una península más acostumbrada a los rigores de la canícula que a los del frío, es que la nieve que cae del cielo se convierte poco después, si las temperaturas no suben, en un manto de hielo que se aferra como un cierre de acero sobre aceras, tejados y vías de tránsito. Una de las primeras cosas que hemos aprendido es que más vale retirar la nieve recién caída, cuando está blanda.
El retrato de lo que España ha sido esta semana la tenemos en millones de imágenes particulares sobre el terreno y en capturas desde el espacio que retratan un paisaje en blanco y negro y un interior de la península sumido en una edad de Hielo por la que parece van a empezar a pasear de nuevo rinocerontes lanudos y mamuts, tal y como han captado el satélite Sentinel del programa Copernicus de la Agencia Espacial Europea (ESA).
«Lo que no sabíamos es que la nieve de postal que cae una tarde se convierte en un manto de hielo que se aferra como un cierre de acero durante días sobre aceras, tejados y vías de tránsito»


No estamos acostumbrados a que estas cosas ocurran. Y por eso hemos aprendido mucho de este fenómeno meteorológico extremo. Tras seguir durante toda la semana día a día la actualidad informativa de la gran nevada de 2021, desde El Ágora hemos elaborado este listado de lecciones que hemos aprendido.
Sin duda, recordarlas nos ayudará en el futuro…, porque vuelve poder a pasar. Y si no, siempre quedará para el recuerdo esta imagen en blanco y negro de un Madrid nevado tomada por satélite por la Agencia Espacial Europea. Tiene tal impacto la fotografía que la propia ESA advierte de que está tomada en el espectro de color. Los colores que vemos son reales. Así es como se percibe desde el espacio la capital de España, en monocromo…y congelada.


Los meteorólogos acertaron
Una semana antes de que Filomena se convirtiera en la borrasca invernal perfecta, los modelos de predicción, apuntaban que «algo raro, anormal y adverso» se iba a producir.
Esto es algo que contrasta con las declaraciones de algunos gestores que, tras la gran nevada, han afirmado que algo así era sorprendente y no previsible.
En realidad, siete días antes de la nevada, el mapa de previsión de la Agencia Estatal de Meteorología, un organismo técnico dependiente del Estado, ya había advertido de que iba a pasar algo extraordinario. Una gran zona de alerta roja, reservada solo para casos extremos, avisaba de lo que iba a pasar.
“Había un aviso rojo de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), el máximo estipulado y que nunca se había decretado antes en muchas zonas del país. El color rojo significa que va a haber problemas. Nosotros, cuando lo comunicamos, insistimos en que era peligroso y que no se tomase a la ligera”, ha afirmado a la agencia SINC Silvia Laplana, meteoróloga en Televisión Española (TVE).
“Quizá este tipo de avisos los entendemos mejor con el calor, al que estamos más acostumbrados. Sabemos que el calr mata”, añade.
¿Tiene que ver el cambio climático?
Filomena ha sido una borrasca situada en el Golfo de Cádiz que ha insuflado aire húmedo hacia la península. Normalmente, un frente de este tipo causa precipitaciones abundantes en el sur y el Levante.
En esta ocasión, al mismo tiempo que Filomena entraba con humedad desde el sur había un anticiclón desde el Atlántico hasta Reino Unido que llevaba una semana inyectando aire frío hacia nuestro país. La masa de aire frío se ha mantenido, de modo que la borrasca Filomena se ha encontrado a su paso con suelos a baja temperatura y eso ha hecho que las lluvias que arrastraba se convirtieran en nieve.
Hay una cuestión que ha dado mucho que hablar estos días y es cómo se relaciona esto con el cambio climático
Los científicos son cautos a la hora de establecer una relación directa entre un suceso meteorológico concreto y el cambio climático. Pero coinciden en que eventos como el que padecemos estos días son justo lo que los modelos climáticos predicen para el futuro.
Se sabe que, con más energía en la atmósfera, los casos extremos aumentarán en intensidad y periodicidad. En nuestras páginas de fin de semana, entrevistamos a dos expertos que nos aclaran esta relación. Ambos coinciden el diagnóstico. “Desde hace años se baten muchos más récords de calor que de frío”, afirma José Miguel Viñas, meteorólogo de Meteored.
“Llevamos años pronosticando que van a aparecer cada vez más eventos extremos”, dice por su parte, María José Sanz, directora del BC3 Basque Centre for Climate Change.


La influencia del vórtice polar
Los científicos señalan que el calentamiento del Hemisferio norte está alterando el llamado chorro polar, una corriente de aire en la estratosfera que separar las regiones polares de las templadas.
En los últimos tiempos esa barrera está variando y vemos más habitualmente intrusiones de masas de aire ártico en nuestra zona geográfica. Es justo lo que estaba haciendo el anticiclón que teníamos sobre el Atlántico en los últimos días, que estaba derivando aire inusualmente frío a la Península.
Y es este aire frío con el que ha chocado la borrasca Filomena, convirtiendo lo que hubiera sido un fin de semana de mucha lluvia en una nevada histórica.


Prevención de riesgos
El golpe que ha asestado la nevada a las ciudades e infraestructuras demuestra que tenemos que potenciar los sistemas de emergencia y la planificación de riesgos, a la vista de que los fenómenos extremos pueden sucederse más en el futuro debido al cambio climático.
La participación de todos los actores, tanto de la administración como del sector privado, es fundamental.
“Esto nos enseña que hay que tener un plan de contingencia y estar preparados ante diferentes fenómenos climáticos que nos pueden afectar”, indica a SINC Carlos Cristóbal Pinto, experto en transporte y movilidad. Según Pinto, en estos planes de contingencia se pueden recoger experiencias de otros países que estén más habituados a este tipo de inclemencias y sepan cómo actuar. “Las ideas no vienen sobre la marcha cuando ocurren las cosas, sino que hay que prepararse antes”, advierte.


El campo, también afectado
Filomena ha dejado importantes daños y dificultades en el campo español. La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos de Madrid (UPA Madrid) ha hecho un repaso de las pérdidas ocasionadas por la borrasca a su paso por la comunidad autónoma. Para UPA Madrid, los principales perjuicios han sido los destrozos en instalaciones y la imposibilidad de acceder al ganado para cuidarlo.
La ganadería extensiva precisa visitas constantes de los ganaderos para garantizar agua líquida, ya que las bajas temperaturas mantienen los abrevaderos congelados. A la larga, el campo cubierto ahora de nieve ofrecerá mejores pastos, pero de momento hay que suplementar con pienso y heno a los animales con la dificultad añadida de llegar hasta las zonas donde habitualmente pastan.

Agua para los embalses
La parte positiva de Filomena es que los aportes de agua recargarán los acuíferos después de un ciclo de sequía y escasez prolongado. Eso sí, los aportes de agua por deshielo aún no se han dejado notar en la reserva hidráulica, que se mantiene en el 51% de su capacidad. Se prevé que la nieve aporte importantes caudales a los ríos y a las cabeceras de cuencas como la del Tajo, lo que permitiría garantizar el trasvase al Segura hasta la primavera.


Árboles como testigo
Muchos árboles urbanos no han resistido el peso de la nieve y los vientos y han perdido ramas o se han desplomado.
Los más afectados han sido los que tienen hojas en invierno, porque acumularon más peso. Pero el motivo principal no reside en el follaje, sino en el mal estado que tienen los árboles de la ciudad. La falta de espacio, la errónea ubicación, la floja selección de planta en vivero y los cuidados equivocados son la causa. Nos lo explicaba el botánico y experto en flora monumental Bernabé Moya, quien no ha dejado de atender a medios durante estos días de emergencia.
También en nuestras páginas el decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Montes, Eduardo Rojas Briales, contaba las claves de estos daños masivos y proponía soluciones para tener una arboleda urbana más resiliente.


Aprender a protegernos
En pleno invierno y con temperaturas gélidas, multitud de hogares se han visto también afectados por el temporal. Cortes de luz, goteras, frío y desprendimientos provocados por el peso de la nieve han sido un quebradero de cabeza para muchos inquilinos y viandantes. Todo esto, sumado a los sobrecostes en la factura energética.
Con el propósito de evitar gran parte de los problemas de este tipo, organizaciones como el Consejo General de la Arquitectura Técnica de España (CGATE) han emitido decálogos y consejos sobre cómo los ciudadanos pueden actuar en este tipo de situaciones.
“Tenemos que repensar situaciones que estaban instaladas en la normalidad y se han rebelado como inadecuadas cuando han venido situaciones excepcionales”, considera Sanz en declaraciones que recoge la agencia de noticias científicas Sinc.
“Tenemos que repensar las situaciones de los hogares en la normalidad porque se han rebelado inadecuadas cuando han venido situaciones excepcionales”, considera Alfredo Sanz, presidente de la institución colegial. Muchas viviendas han padecido deficiencias en cuanto a protección, confort y seguridad.
“El mejor ahorro de energía no es una mejor caldera, sino la energía que no necesitamos. Si mi edificio está mejor preparado para las inclemencias climáticas, lo estará tanto si hace calor como si hace frío. La rehabilitación de los edificios mejora el contenedor en el que vivimos, es más solidaria con el medioambiente y con el bolsillo”, asegura.
Una tarea también ciudadana
La nieve ha pillado desprevenidos a ciudadanos y autoridades locales, no acostumbrados a lidiar con fenómenos de este calibre. El hielo ha bloqueado las calles, pero también aceras, portales y salidas de las casas.
Manuel Romana, profesor titular de carreteras en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), considera que se podría mejorar la respuesta coordinada para que hubiera un plan de limpieza de las calles de toda la ciudad en el que se involucre a los vecinos.
“En los sitios donde nieva, la responsabilidad de la limpieza está distribuida. En Alemania, en Rusia o en otras muchas partes. En Estados Unidos, cada uno es responsable de su trozo de acera. En Francia, la ley dice que los ayuntamientos designan a los vecinos como responsables de su sector de acera. No se les puede pedir a los vecinos que limpien la M-30, pero las aceras, sí”, ha explicado a SINC.


