El Programa Mundial de Alimentos alerta que 8.3 millones de personas en Sudán del Sur están a punto de enfrentar la hambruna extrema. Los efectos del cambio climático, el conflicto interno, el covid-19 y los incrementos en los costos de alimentos empeoran la situación en una zona ya de por sí golpeada por la falta de alimento



El Programa Mundial de Alimentos, iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), ha alertado que 8,3 millones de personas en Sudán del Sur están a punto de enfrentar la hambruna extrema. La ONU calcula que en 2022 dos millones de personas estarán desnutridas; esto incluye 1,3 millones de niños menores de 5 años y 676.000 mujeres embarazadas y lactantes. Estos números se dieron a conocer en el informe Panorama Global Humanitario: Sudán del Sur publicado a finales de febrero de 2022.
El reporte plantea que los efectos del cambio climático, el conflicto interno, covid-19 y los incrementos en los costos de alimentos empeoran la situación en una zona ya de por sí golpeada por la falta de alimento. La suma de todos los factores asoma al país a la peor crisis humanitaria registrada en la zona en vísperas de la época de sequía en la región. «La extensión y profundidad de está crisis es preocupante. Estamos viendo a personas a lo largo de todo el país agotar todas sus opciones para conseguir alimentos y quedarse con nada», ha dicho Adeyinka Badejo, delegado del país por parte del Programa Mundial de Alimentos. Badejo advirtió que debido a la magnitud de la crisis los recursos del Programa Mundial de Alimentos solo dispone de lo suficiente para lograr la supervivencia de las comunidades y no resolver el problema de fondo.
Sudán del Sur ha sufrido los estragos del cambio climático dónde la destrucción de tierras de arado y cultivos han provocado el desplazamiento de millones de personas, además de elevados costos en los alimentos. Las comunidades más afectadas según la ONU son las áreas de Jonglei, Lakes, Warrap y Unity. La falta de alimentos ha encrudecido también los conflictos políticos y de violencia en el país. Todos estos factores contribuyen a que buena parte de los habitantes no puedan regresar a sus hogares convirtiéndose en refugiados de larga duración.
Una década de problemas
2022 marca una década desde que Sudán del Sur se independizó y tres años desde que se firmó la revitalización del acuerdo de paz. Sin embargo, la población continúa sufriendo condiciones humanas en constante deterioro. La crisis climática sumada a la violencia endémica son solo algunos de los elementos que contribuyen a la paupérrima circunstancia. El covid-19 implicó una presión añadida a los precarios sistemas de salud; y además los desplazados añaden a un caldo de cultivo de hambre y miseria. En 2022 se calcula que un tercio de la población de Sudán del Sur, unas 8,9 millones de personas, necesitan asistencia humanitaria. Este número representa un incremento de casi 600.000 personas con respecto a 2021.
La región ha sido azotada en años recientes por sequías extremas así como inundaciones. El acceso al agua potable, la higiene y los servicios de salud han sido afectados por las circunstancias medioambientales. Las inundaciones que ocurrieron en Jonglei, el Alto Nilo y Unity entre mayo y diciembre de 2021 afectó a alrededor de 835.000 de personas. Esto sumó a los ya desplazados por las inundaciones de 2020. Ambas circunstancias dejaron a cientos de miles de personas que aún no han podido regresar a sus hogares.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), calcula que en 2021 las inundaciones afectaron a 65.107 de hectáreas de cultivo de cereales, lo que destruyó 37.624 toneladas de granos. El daño cumulativo de la década orilla al país a una situación sin precedentes. Aunque durante 2018 y 2019 se logró estabilizar la inseguridad alimentaria (6,3 millones de personas), 2021 se presentó con un ascenso hasta alcanzar los 7,4 millones. En 2022 se proyecta que la falta de alimentos sea un problema grave en 13 estados de Sudán del Sur, cuando 2021 lo era en seis.
Badejo afirmó que el Programa Mundial de Alimentos está buscando la forma de proveer no solo ayuda inmediata, sino también soluciones a largo plazo que sean resilientes a futuros eventos climáticos. Invertir en la resiliencia es un paso para ayuda a las comunidades a salir de la pobreza y el hambre. «Estamos buscando soluciones en conjunto con el gobierno sudanés para resolver los problemas crónicos del país: la inequidad y aislamiento. Esto creará condiciones para que exista la paz y estabilidad», afirmó en un comunicado el delegado del país por parte del Programa Mundial de Alimentos.
Las recurrentes inundaciones en Sudán del Sur durante 2021 afectaron la infraestructura hídrica del país. Esto ha dejado a la población en una posición vulnerable con respecto al acceso al agua. A finales de 2021 se calculaba que 5,6 millones de personas no tienen acceso a agua potable de manera segura y están en riesgo de contraer enfermedades hídricas.
A pesar de tener suficiente agua tras la anegación del territorio en años pasados, la ONU calcula que solo 39% de la población tiene acceso al agua suficiente para cubrir sus necesidades básicas. En zonas como las comarcas de Unity, Warrap, Jonglei y el Alto Nilo el 33% de la población necesita desplazarse alrededor de 30 minutos para conseguir agua. La falta de infraestructura hídrica en los hogares obliga a las personas a utilizar agua sin tratar y que está en la superficie. Esto expone a buena parte de la población a consumir agua que pudo haber sido expuesta a contaminantes y los vulnera a contraer enfermedades.
