El transporte marítimo es vital para sostener la economía mundial, pero sus emisiones no pasan desapercibidas. En vista de las proyecciones, muchos abogan por apostar por los combustibles sostenibles o incluso por el impulso de la navegación a vela



Solo bastó una semana de bloqueo en el Canal de Suez para que el mundo contemplase la importancia del comercio marítimo, responsable del transporte del 90% de las mercancías que se comercializan, desde los alimentos que comemos hasta el petróleo que da vida a nuestras máquinas. De hecho, el siniestro del Ever Given hizo aumentar el precio del crudo en un 4% debido a las demoras que produjo.
Sin embargo, este enorme volumen de carga también se traduce en un gran volumen de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se sitúan en más de mil millones de toneladas anuales. Esta cifra supone el 3% de las emisiones anuales totales, muy similares a las lanzadas por la aviación, el medio de transporte más contaminante.
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Ahora bien, puede que se traten solo de palabras porque esa misma agencia advierte de que las previsiones de emisiones de dióxido de carbono de este sector se situarán en el 17% de las totales mundiales para mediados de este siglo en el caso de que no se tomen medidas.
“Para 2050, se espera que la aviación y el transporte marítimo mundiales contribuyan en conjunto con casi el 40% de las emisiones mundiales de dióxido de carbono, a menos que se tomen más medidas de mitigación”, advierte por su parte un informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente (Aema).
Desde el punto de vista técnico, la ONU informa que se han llevado a cabo algunos avances, como el Índice de Diseño de Eficiencia Energética (EEDI) para nuevos buques y el Plan de Gestión de Eficiencia Energética de Buques (SEEMP) para los buques existentes, que se acordaron en 2011 y entraron en vigor el 1 de enero de 2013.
Según el cuarto estudio sobre GEI de la OMI, el transporte marítimo ha mejorado su eficiencia energética (medida como gramos de CO2 equivalentes a tonelada por milla transportada) entre un 21% y un 29% desde 2008.
Para la Asociación de Navieros Españoles (Anave), se trata de una mejoría muy significativa que consolida al transporte marítimo como el modo de transporte más sostenible y que demuestra los esfuerzos del sector y su determinación para contribuir a los objetivos globales de reducción de las emisiones de GEI.


No obstante, para John Maggs, asesor sénior de políticas de la Organización Seas At Risk, que se centra en la protección marina, el avance en otras áreas de las emisiones del transporte marítimo ha sido «dolorosamente lento«.
Para él casi nada de ha logrado desde el 2008 ya que la mayoría de las reducciones se han conseguido como resultado de la ‘vaporización lenta’ (reducción de la velocidad) impulsada por el mercado y el constante aumento de las embarcaciones
“A nivel de embarcación, los cruceros son probablemente los peores, ya que tienen una enorme demanda de energía asociada con sus servicios hoteleros”, comenta Maggs.
“Sin embargo, son responsables solo de una pequeña parte de las emisiones totales de los barcos. Los principales sectores [problemáticos] son los contenedores, los graneleros y los camiones cisterna. De estos, los [barcos con el mayor impacto en el clima] son portacontenedores como resultado de sus velocidades más altas”, añade.
En busca de soluciones
Una de las medidas más sonadas para reducir el impacto ambiental de este sector radica en la utilización de combustibles alternativos, sobre todo por la demanda y uso de “combustibles bunker” en esta industria que no solo crea emisiones de carbono, sino que produce gases nocivos y partículas finas que pueden dañar tanto la salud humana como el medio ambiente.
El año pasado, la OMI comenzó a exigir que todos los combustibles utilizados en los barcos no contengan más del 0,5% de azufre, rebajando así el límite existente anteriormente del 3,5%. Se estima que esta medida evitará 7,6 millones de casos de asma infantil y 150.000 muertes prematuras en todo el mundo cada año.
Asimismo, también se ha empezado a barajar la idea de que los barcos “retrocedan” al pasado y vuelvan a usar una “obvia energía renovable”: el viento. En la actualidad, solo una pequeña fracción del transporte marítimo está siendo movida por los llamados buques cargueros a vela, donde los barcos son impulsados completamente por el viento.


Los barcos cometa utilizan una cometa junto con un motor para reducir las emisiones, mientras que la compañía naviera japonesa NYK está desarrollando un barco que utilizará palas, similar a una turbina eólica, que de acuerdo con la compañía reducirá las emisiones de carbono en un 69%.
Para Maggs, la prioridad debería ser reducir el consumo de combustible y la energía eólica podría ser una solución a pesar de la reducción de velocidad: “De manera más práctica, para cumplir con los objetivos climáticos y ambientales más amplios, los barcos deben reducir su consumo de combustible al mínimo, a través de barcos más lentos y eficientes que utilicen velas y otras tecnologías renovables a bordo, y que usen los nuevos combustibles con cero emisiones para la navegación restante”.
