Según una encuesta realizada la Fundación de los Ferrocarriles Españoles (FFE), la actividad de las vías verdes ha aumentado en un 71,4% durante el verano. Un síntoma más de como la pandemia impulsa el turismo de estas regiones que, a su vez, deben estar preparadas para el aluvión de visitantes



A principios de la década de los 90, España estaba cicatrizada por más de 7.600 kilómetros de líneas ferroviarias en desuso, ya sea por el cese del servicio o porque nunca llegaron a tenerlo al no poder completarse su construcción. Un patrimonio olvidado al que el Programa Vías Verdes, creado en 1993, quiso otorgar una segunda vida más sostenible.
Gracias al su trabajo y al de otros actores implicado, más de 3.000 kilómetros de antiguas vías se han reconvertido en caminos aptos para ser visitados turistas a lomos de bicicletas, patines o tradicionales zapatillas que quieran descubrir algunos de los enclaves turísticos más importantes desde una perspectiva totalmente distinta.
Según Arantxa Hernández, jefa de área de Vías Verdes, una de las principales características de estas vías es que el 95% de ellas están localizadas a menos de cinco kilómetros de radio de algún espacio natural protegido, por lo que se han convertido en “un buen plan para disfrutar de la biodiversidad de España”.
«Estas sendas te ayudan a estar cerca del mundo rural y además posibilitan que muchos territorios puedan desarrollarse turísticamente. Son vías que promueven el desarrollo rural sostenible de comarcas y pueblos», enfatiza Arantxa Hernández.
Por otro lado, explica que en el futuro, además de esta conexión con la naturaleza, se aspira a que estás vías también puedan estar entrelazadas unas con otras, creando una red de caminos a escala nacional y no solo provincial dentro de las mismas comunidades autónomas.
En este sentido, la creación de esos caminos ha ofrecido una oportunidad a muchas comunidades autónomas y pueblos a luchar contra la despoblación. Por ejemplo, se han recuperado 120 estaciones de trenes obsoletas que se han convertido en alojamientos, restaurantes, museos ferroviarios o puntos de alquiler de bicicletas, lo que ha significado para la jefa de área «lograr una mayor riqueza de un proyecto que ha logrado aportar empleo y cultura al país»
«Hay pequeños empresarios que han ido creciendo gracias a estas vías, que están generando un sector servicios muy importante para las personas que acuden por ellas», destaca Arantxa Hernández.
La influencia del coronavirus
Unos espacios tan alejados del bullicio de la ciudad no han pasado desapercibidos durante esta pandemia. Según una encuesta realizada por la Fundación de los Ferrocarriles Españoles (FFE), la actividad de las vías verdes ha aumentado en un 71,4%.
De hecho, tal y como ha expuesto el 35% de los gestores y empresas, las reservas y contrataciones de servicios han aumentado con respecto al mismo periodo del año anterior. Para el 69% de las empresas, la contratación ha aumentado o se ha mantenido.“Con estos datos queda patente que las características innatas de las Vías Verdes no son solo un atractivo turístico en la actualidad, sino que cuentan con ventajas comparativas, respecto a otro tipo de recursos y destinos en estos tiempos difíciles, como una fórmula saludable y sostenible en el mercado turístico”, señala Arantxa Hernández.
No obstante, cabe recordar que lo que es beneficioso para la actividad económica de quienes se lucran con la naturaleza, puede ser todo un quebradero de cabeza para el mismo ambiente, incapaz de amortiguar el impacto de la venida de cantidades ingentes de personas.
En este sentido, destaca el caso de El castañar de El Tiemblo, un uno de los enclaves de castaños más grandes del Sistema Central y desde 1997 parte de la Red de Espacios Naturales de Castilla y León con la categoría más estricta de protección.
Allí, la falta de una gestión adecuada ha conducido a la venida de un aluvión de personas que vagan por el medio sin ningún tipo de control, por lo que durante los últimos años se ha observado una degradación del enclave sin precedentes, al mismo que un incremento de la contaminación, sobre todo, por el vertido de plásticos.
Ante este problema, muchas comunidades se han replanteado invertir en materia de prevención y apostar por regímenes de visitas controlados para evitar aglomeraciones innecesarias que, por un lado, puedan suponer un peligro dadas las condiciones de pandemia y, por otro, que puedan ser perjudiciales para el entorno.
En este sentido, la Comunidad de Madrid va a invertir 430.000 euros en la mejora y adecuación de la movilidad y uso público en los espacios naturales del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, con el propósito de adecuar algunas de sus zonas de estacionamiento temporal y facilitar el control de aforo, ante las restricciones por el coronavirus.
Una estrategia similar siguen desde principios de octubre las Juntas de los Valles de Aezkoa y Salazar, en colaboración con el Gobierno de Navarra, que iniciaron un dispositivo de regulación de acceso a la Selva de Irati ante la gran afluencia de personas venidas por la propia influencia estival y el coronavirus.
