Bienvenidos a los “Diálogos del Ágora” un nuevo espacio de encuentro con “voces” prescriptoras en materia de agua, sostenibilidad y desarrollo sostenible.
Comenzamos esta andadura en un escenario de lo más inspirador, la sala de lectura del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, donde nos acompaña el ministro titular de esta cartera, Don Luis Planas Puchades.
Gran conocedor del sector agroalimentario nacional y de las instituciones europeas, en apenas dos años y medio que llegó a su cargo ya ha tenido que afrontar la mayor crisis del país desde la Guerra Civil española, la pandemia de la COVID-19.
«El sector agroalimentario ha sido el puntal de la resistencia y lo será de la recuperación»
Todo un test de estrés para un sector, el agroalimentario, acostumbrado “al más difícil todavía” y que, en palabras de su ministro, de la misma manera que “ha sido el puntal de la resistencia, será también el puntal de la recuperación”.
En una distendida conversación, Planas nos explica que, a pesar de las graves consecuencias sanitarias, económicas y sociales que nos ha dejado esta pandemia, “el sector ha estado siempre ahí”, y señala que la clave del éxito no está en la casualidad, sino en la causalidad derivada “del trabajo de mujeres y hombres que trabajan en nuestra agricultura y ganadería, en las cooperativas y la industria agroalimentaria, la distribución, y de los trabajadores de todas las empresas que prestan servicios de logística y otros insumos a la cadena alimentaria”.
Porque más allá de haber garantizado el aprovisionamiento de alimentos al conjunto de la sociedad, no solo española, sino también europea, el sector agroalimentario ha proporcionado una importante entrada de divisas al país en una de sus peores crisis económicas. “Ha sido un éxito de exportación. Hemos logrado en 12 meses situarnos en más de 54.700 millones de euros en ventas al exterior, una cifra récord y con una balanza comercial de más de 18.400 millones de euros, lo que significa que además de proveer de alimentos, estamos proveyendo de divisas a nuestra economía”, asegura el ministro.
«Hay tres pilares de esa senda sostenible, la lucha contra el cambio climático, la innovación y digitalización y la incorporación de jóvenes que garanticen el relevo generacional»
En este sentido, Planas destaca el papel de la Agenda 2030, recogida en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que nos marcan la dirección de lo que tenemos que hacer.
A su juicio son tres los pilares de esa senda, la lucha contra el cambio climático, la innovación y digitalización del conjunto del sector, y la incorporación de jóvenes que garanticen el relevo generacional.
De una producción lineal a una producción circular
En lo que respecta a la lucha contra el cambio climático y la preservación del medio ambiente, “se trata de transformar una producción que ha sido, es, y ha funcionado muy bien de forma lineal, en una producción cada vez más circular, que sea capaz de optimizar el uso de los recursos naturales y que nos permita preservar el suelo, el aire, el agua, la biodiversidad y el paisaje, y contribuir así a la lucha contra el cambio climático, porque solo tenemos un planeta”.
Tenemos que transformar un sistema lineal de producción en otro más circular que permita optimizar los recursos
Si bien hasta ahora la tecnología nos ha permitido mejorar los rendimientos productivos, si atendemos a las previsiones de Naciones Unidas, para 2050 tendremos que alimentar a 9.000 millones de personas en todo el planeta. “Eso nos lleva a producir un 55% o un 70% más de alimentos utilizando menos recursos, y nos exige mejoras desde el punto de vista de la innovación y digitalización. Algo que ya hemos empezado a comprobar en España en casos de éxito de agricultura de precisión, que incorporan toda la tecnología, el uso de datos y la digitalización para producir más con menos”.
La imprescindible transformación humana
Pero la transformación que más necesita el sector, en opinión del ministro Planas, es la humana.
“El gran reto de la incorporación de los jóvenes no es solo una incorporación demográfica, es una incorporación que supone un perfil distinto desde el punto de vista profesional y humano. Son gente con una trayectoria profesional y de formación distinta, que van a tener que afrontar y responder con nuevas habilidades a retos y necesidades diferenciadas del pasado”, destaca con enorme convicción el ministro.
Esta incorporación de jóvenes al campo tiene apoyos en la nueva Política Agraria Común, que destina a España 47.724 millones de euros para el próximo septenio 2021-2027. “Pero debemos ir más allá, el relevo generacional no es una medida que se resuelva solo con la PAC. El índice de nuestro éxito o fracaso en 10 años será en función de la incorporación de jóvenes que hayamos conseguido”, afirma rotundo Planas.
Saber qué le ofrecemos a los jóvenes que quieran incorporarse a la actividad agraria será una de las cuestiones esenciales que incorpore la Estrategia Nacional de aplicación de la PAC que Gobierno y comunidades autónomas están preparando.
«Tenemos que conseguir que nuestras explotaciones sean rentables. La rentabilidad empresarial es el criterio fundamental para poder prestar una labor social y ambiental»
Es verdad que la PAC, tanto en el primer pilar, el de ayudas directas, como en el segundo, vía FEADER y Desarrollo RURAL, ofrecen ayudas para la primera instalación y fondos suplementarios. “Pero no debemos quedarnos ahí, y a través de los mecanismos de Desarrollo Rural estamos llevando a cabo acciones de innovación y formación”, porque en este contexto “ yo creo -insiste Planas- la extensión agraria es un elemento fundamental de la historia de España. Los grandes éxitos que nos han llevado a ser la huerta de Europa no se entienden sin la extensión agraria de los años 60-70-80, y ahora se trata de hacer una extensión agraria digital, que significa no solo proporcionar los medios, sino acompañar en el asesoramiento de los jóvenes que se incorporan”.
Todo esto, además, tenemos que acompañarlo con incentivos fiscales. “Este año aprobamos que el IRPF de los jóvenes que se incorporan se tributa por cinco años y no por uno, y dado que uno de los grandes problemas está en el acceso a la tierra, estamos trabajando en la puesta en alquiler de tierras y, a través de SAECA, en facilitar avales a los jóvenes”.
“Pero, sobre todo, tenemos que conseguir que nuestras explotaciones sean rentables. La rentabilidad empresarial es el criterio fundamental para poder prestar una labor social y ambiental”.
Regadío sostenible sí o sí
“yo siempre digo que el dilema no está entre regadío no o regadío si, sino regadío sostenible si o si”
Ante la pregunta de si es compatible el desarrollo y la modernización de los regadíos con un uso sostenible de los recursos hídricos, Planas lo tiene claro: “Yo siempre digo que el dilema no está entre regadío no o regadío sí, sino regadío sostenible sí o sí”.
Añade que con la modernización, los regantes han logrado disminuir en los últimos 20 años el consumo de agua para riego entre un 10% y un 15% pero que “ahora hay que proseguir por ese camino y usar los fondos de la PAC y los propios presupuestos que incorporan parte de la reconstrucción, casi 563 millones, para acometer obras de modernización de regadíos”.
“Si hacemos un uso eficiente, yo creo que el agua no va a faltar. Ojo, teniendo en cuenta que el cambio climático está ahí y no es una broma. Es una realidad que hay que afrontar, pero si de cada gota podemos sacar más y más producto, evidentemente con una importante inversión, el regadío es compatible con el escenario de estrés hídrico que se dibuja”.
En este sentido Planas destaca la incorporación a la oferta de recursos hídricos de fuentes alternativas no convencionales como la desalación. España produce 450 hectómetros cúbicos anuales de agua desalada, aunque con un coste más importante, y cuenta con el nuevo reglamento europeo de uso de aguas regeneradas para riego agrícola “que también puede tener un sentido dentro del sector primario”.
Para el ministro ambas fuentes alternativas no convencionales son elementos complementarios, que habrá que valorar dónde son necesarios y viables a partir de la variada realidad agronómica de España. “Lo cierto es que en las dos Castillas, vertiente mediterránea o sur de España, especialmente en el sudeste, la huerta de Europa, la disponibilidad de recursos hídricos es una necesidad esencial”.
Y aunque insiste en que el regadío eficiente es la mejor solución, Planas reconoce aspectos mejorables, como el coste energético. “La subida de la factura eléctrica ha sido un elemento que ha penalizado injustamente a todos los que han apostado por la inversión en la modernización del regadío», afirma el ministro. Pero anuncia buenas noticias: no solo la mejora de la eficiencia energética de los sistemas de riego que ya incorporan renovables, tanto placas convencionales como paneles fotovoltaicos flotantes que evitan al tiempo la evapotranspiración de las balsas de riego, sino que el Gobierno trabaja también para modificar los términos de potencia y consumo para aligerar la factura eléctrica a los regantes.
Energías renovables y digitalización, la pareja perfecta en la gestión del agua
Y en este punto del diálogo encontramos a la pareja perfecta, que no es otra que la formada por las energías renovables y la digitalización que, en palabras del ministro, “están hechos el uno para el otro, son absolutamente complementarios”.
«En España hay casos de éxito de agricultura de precisión, que incorporan toda la tecnología, el uso de datos y la digitalización para producir más con menos”
En el ámbito ganadero se usa ya inteligencia artificial y robots para ordeñar, o para el seguimiento individualizado de las necesidades o refuerzos de la alimentación de las reses. “No estamos hablando de ciencia ficción, pues aunque existan las máquinas, hacen falta mujeres y hombres que sepan y estén dispuestos a desarrollar estos proyectos”.
“La realidad del campo es muy dura, los servicios públicos no son los mismos y las condiciones de vida son más difíciles”
Esto nos lleva a entrar de lleno en otro reto, el de la España vaciada.
“La agricultura es la primera y más importante actividad responsable de fijar población en el medio rural, por encima del 80%-90%, pero mantenerla exige rentabilidad. Si la inversión empresarial agropecuaria no es rentable entonces hablamos de filantropía, y eso quiere decir que cuando se acaba el capital, se acaba la actividad”.
Para Planas hay dos Españas, la del 85% y la del 15%. En ese 85% de territorio rural solo viven el 20% de los españoles, el resto (80%) estamos en el 15% de territorio urbanita y “hay que tener una visión cruzada de las opciones y oportunidades a futuro”.
“La realidad del campo es muy dura, los servicios públicos no son los mismos, y por tanto, las condiciones de vida son mucho más fáciles en una gran ciudad que en una pequeña pedanía o núcleo de población rural”, resalta Planas. Con todo, considera que en estos momentos “podemos y debemos ofrecer otras oportunidades al mundo rural. Desde luego la agricultura y la ganadería, otras derivadas tremendamente interesantes, como el turismo rural, pero también hace falta industria, y no solo agroalimentaria”.
“Hay que aprovechar este retornado interés por los orígenes para poner en valor que España, como duodécima potencia económica del mundo, es también un gran país agroalimentario que es presente y futuro”.
«Ante los retos de futuro agricultores y ganaderos deben ser actores del cambio y no meros espectadores»
Algo hemos hablado ya en este diálogo de la Política Agraria Común, pero si hay algo que va a condicionar cualquier actividad económica y humana en la Unión Europea, eso es el Pacto Verde y algunas de las estrategias derivadas, como la de circularidad, la del campo a la mesa o la de biodiversidad.
En este aspecto, Luis Planas afirma que el Pacto Verde es un elemento movilizador que nos pone en el camino de alcanzar la carbono neutralidad en 2050. «No solo le damos una respuesta al problema que es el cambio climático, sino que lo hacemos de un modo que, al tiempo, propicia el desarrollo económico, y nos proporciona un horizonte estratégico fundamental para todos los sectores, también para el nuestro. Y ahí la estrategia del campo a la mesa incorpora objetivos que estamos en condiciones de lograr con presupuesto, flexibilidad y tiempo».
Lo que sí es importante para el ministro de Agricultura es que los agricultores y ganaderos sean actores de todo este cambio y no meros espectadores.
Y aunque a algunos agricultores este Pacto Verde les ha pesado, el ministro les invita a ver que “detrás hay otra forma de producir, diferente pero más interesante desde el punto de vista del mercado, por ejemplo, para la producción ecológica, que le ofrecerá mejores precios y rentas y que, además, favorece la biodiversidad y el cuidado ambiental”. Eso sí, hace falta reciprocidad con las producciones de los terceros países.
Para cerrar el círculo debemos llegar hasta los últimos eslabones de la cadena, que tienen por delante el reto de reducir a la mitad el desperdicio alimentario, en línea con el ODS 12, algo que en España estará regulado en breve por ley, tal y como nos anuncia Planas.
Porque “el desperdicio es importante desde el punto de vista económico y alimentario, pero lo es también éticamente. Es una muestra de responsabilidad de la sociedad, de una sociedad donde aún hay personas que necesitan alimento en el mundo”.
Siendo El Ágora el diario del agua no podía faltarnos en este diálogo preguntarnos qué valor tiene el agua para el Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación y don Luis no podía tenerlo más claro:
“El agua es la vida, es el presente y es el futuro. Cuando uno se imagina un escenario apocalíptico, siempre viaja a un planeta sin agua. Sin embargo nosotros la tenemos y por ello la tenemos que cuidar como recurso natural que es. Una joya que tenemos que emplear bien, tanto para consumo humano como para la actividad agraria y la industria, produciendo alimentos y bebidas. Tiene un gran valor y hay que preservarla. Porque el agua es vida y es futuro».
