Dos días, viernes y sábado tienen por delante los líderes de la UE para dar una respuesta «a la altura de la emergencia» generada por la covid-19, 48 horas para alcanzar un acuerdo de reparto de los 750.000 millones de euros del Fondo de Reconstrucción donde la lucha no está en la cantidad sino en las condiciones y no deciden los “peces gordos” sino el cardumen de los pequeños del este



Ni el poder de la Canciller Alemana, Angela Merkel, que se estrena como presidenta de turno del Consejo Europeo, tratando de allanar el camino; ni la gira del presidente del Gobierno Pedro Sánchez para convencer a los países del norte del buen uso que se hará del Fondo de reconstrucción tras la debacle económica dejada por la pandemia del COVID-19 han evitado que el Consejo Europeo más definitivo de la historia de la Unión comience a cara de perro.
Dos días, viernes y sábado tienen por delante los líderes de la UE para dar una respuesta «a la altura de la emergencia» generada por la covid-19, 48 horas para alcanzar un acuerdo de reparto de los 750.000 millones de euros del Fondo de Reconstrucción donde la lucha no está en la cantidad sino en las condiciones y no deciden los “peces gordos” sino el cardumen de los pequeños del este.
La situación socioeconómica que ha dejado la pandemia no es igual de grave en todos los países y urgencia y prisa sólo tienen Italia y España que son, a la sazón los dos estados comunitarios más castigados por el coronavirus.
España, tras las previsiones de desplome del PIB entorno al 14%, con la misma envergadura en que subirá el paro, necesita cuanto antes los 140.000 millones de euros que la presidenta de la Comisión Europea anunció corresponderían a nuestro país. Pero la batalla no está en las cantidades sino en las condiciones con la que ese dinero se entregará a cada país perceptor.
Si bien España partía de una postura inamovible de deuda compartida para el conjunto de la UE entregado a fondo perdido y sin condiciones, tras la última gira de Sánchez el Gobierno ya asume que habrá condiciones y que el escudo social y las reformas verdes no serán suficientes para que Bruselas nos fíe y que habrá que hacer renuncias programáticas y destinar el dinero allá donde Europa considere y con un plan de saneamiento a medio plazo para estabilizar el déficit y la deuda pública, un plan de reconstrucción nacional que incluya reformas estructurales y objetivos de estabilidad fiscal a partir de 2022.
Condiciones
El grupo más reacio a una reconstrucción a fondo perdido es el denominado como los frugales (compuesto por Países Bajos, Suecia, Austria y Dinamarca) que ha aceptado que parte de los fondos de 750.000 millones de euros se repartan en forma de subvenciones, ahora bien con condiciones que presentarán este fin de semana, tal y como se lo adelantó el primer ministro holandés, Mark Rutte, a Pedro Sánchez esta misma semana en La Haya, y al presidente italiano, Giuseppe Conte.
El propio Sánchez asumió las renuncias tras su reunión con Stefan Lövfen, primer ministro de Suecia, uno de los cuatro países denominados «frugales» y más reticentes con el fondo, que prometió cesiones aunque sigue defendiendo que dicho fondo se reparta mediante créditos y no subvenciones directas.
Urgidos por la presidenta del Banco Central Europeo y el presidente del Parlamento Europeo, tanto Merkel como los 27 Estados miembro quieren que se llegue al consenso este mes de julio, «si retrasamos la respuesta retrasamos la recuperación, y eso es algo que no nos podemos permitir», señaló Sánchez, pero todos admiten que será muy difícil lograrlo.


Esta misma semana Angela Merkel, canciller de Alemania, advirtió al presidente de España que existen «notables diferencias» que todavía existen entre los Estados miembro, refiriéndose a Austria, Holanda, Dinamarca y Suecia, y reconoció que «todavía no es seguro» que se vaya a lograr un acuerdo esta semana.
La necesidad y la cuantía del fondo está decidida pero en el aire queda el anuncio de la Comisión Europea con la propuesta de reparto por países, un melón que podría abrirse este fin de semana si los pequeños países del Este hacen valer su peso unidos y reclaman no más ayuda para quién más ha sufrido sino más ayuda para quién mejor gestiona.
Estrategia
España ha basado su estrategia de negociacion previa en convencer a los 4 frugales y al eje franco-alemán de la necesidad española e italiana de este fondo de reconstrucción sin condiciones y más vía subvenciones a fondo perdido en lugar de vía prestamos que haya que devolver a medio plazo; sin embargo ha olvidado que en la Europa de 27 muchos poquitos hacen un muchito y será la unión de los pequeños estados conservadores del este, el grupo de Visegrado, que escaldados de no muy lejanos regímenes comunistas recelan de «regalar dinero» precisamente a un Gobierno social-comunista con el foco puesto en el «escudo social» y las nacionalizaciones en lugar de en la reconstrucción y la búsqueda del equilibrio presupuestario y fiscal.
Liderar la transición ecológica no parece ser carta de presentación suficiente que avale la entrega del fondo sin condiciones, el norte quiere que el sur se recupere para que vuelva a ser un motor más de desarrollo del mercado común y no un saco sin fondo a remolque de Europa.
Pero si ya es difícil lograr un acuerdo para el fondo de reconstrucción este Consejo Europeo debe cerrar también el Marco Financiero Plurianual de la Unión Europea para los próximos siete años, marcado por el Pacto Verde Europeo y por la posibilidad de un Brexit duro si acuerdo a partir del 1 de enero de 2021 que sería otro mazazo para algunas economías comunitarias.
Y es aquí donde aparece otro de los grupos de presión, el cuarto, el llamado Amigos de la Cohesión , quince estados receptores netos de los fondos europeos entre los que están algunos del sur como España y Portugal y otros del este como Polonia y Hungría.
Si ya se demostró difícil aprobar el presupuesto de la Unión Europea para siete años tras el fracaso de febrero, ahora se suma un plan de recuperación sin precedentes, la introducción de la condicionalidad verde y de respeto al Estado de derecho exigido a algunos de los de Visegrado, y todo ello, con la urgencia que requiere la respuesta económica a la crisis derivada del coronavirus.
Bruselas además marcará el devenir de la financiación comunitaria para múltiples ámbitos. Entre ellos, el de la producción agrícola, que representa el 30% del montante total del presupuesto comunitario, o un 20% si se tienen en cuenta los fondos excepcionales del plan de recuperación de la COVID.
Abrir el melón de las cuantías del fondo de reconstrucción aparejará contraprestaciones vía PAC o Desarrollo Rural según temen en el sector agrario.
Y, desde luego, el fracaso sorpresa de la operación Calviño no hace augurar buenos resultados, de haberlos, este fin de semana.