Han pasado algo más de quince meses desde que el 11 de marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud, «profundamente preocupada por los alarmantes niveles de propagación de la enfermedad y por su gravedad», determinase que la COVID-19 podía caracterizarse como una pandemia.
En ese tiempo, el mundo ha padecido las consecuencias de un virus que, por el camino, ha dejado cerca de cuatro millones de fallecidos, más de 175 millones de contagiados, retrasos en todos los índices de progreso establecidos por la ONU, además de una debacle social y económica de la que nadie sabe bien cuánto tardaremos en recuperarnos.
Pero, pese a las terribles secuelas, la pandemia también ha generado efectos positivos. La crisis sanitaria nos ha servido para descubrir enormes muestras de solidaridad y bondad de personas anónimas con los colectivos más vulnerables. Nos ha enseñado, o al menos, nos ha hecho ser más conscientes, de la importancia del trabajo conjunto y de la necesidad de crear alianzas, estar coordinados y sumar esfuerzos para poder afrontar los grandes retos que se presentan. Nos ha puesto de manifiesto cómo el planeta y sus ecosistemas sufren a diario los excesos a los que lo sometemos, por mucho que en el día a día no seamos conscientes.
La pandemia ha servido también para visibilizar el trabajo de sectores y empresas que, en un momento de crisis y necesidad, han sido los primeros en alinearse
Pero, sobre todo, la pandemia ha servido también para visibilizar el trabajo de sectores y empresas que, en un momento de crisis y necesidad, han sido los primeros en alinearse para que, en lo que a su actividad y recurso se refiere, no exista preocupación alguna.
Este es el caso del sector del agua, y concretamente, del trabajo realizado durante la pandemia –pero también desde mucho antes de que esta comenzase– por su mejor representante en España y máximo exponente internacional. Una empresa que no solo es responsable de abastecer de agua potable y saneamiento a más de 1.200 municipios del territorio español, sino que apuesta de manera decidida por la creación de un futuro sostenible para todos: Agbar.
Una compañía que, ya sea por su vocación de servicio público, por la experiencia que atesora en sus más de 150 años de historia, por su compromiso irrefutable con todos los colectivos vulnerables, o por su conciencia en torno a la necesidad de estar al lado y escuchar a todos sus grupos de interés, ha vuelto a demostrar su liderazgo en el sector del agua, y a marcar el camino a seguir durante la próxima década.


Lo hizo hace unos días con la celebración de su primera Junta General de Grupos de Interés, un encuentro absolutamente innovador -no hay en España otra compañía, de agua o de cualquier otro sector, que haya hecho un ejercicio similar- a través del cual cristalizó todo el proceso de escucha activa que realiza con sus stakeholders, con todos aquellos colectivos con los que la compañía trabaja en el día a día, con los que adquiere compromisos, y a los que quiso rendir cuentas de manera transparente.
Rendir cuentas, sí, incluso después de los momentos de dificultad atravesados. Y estuvieron todos, o al menos, una representación de muchos de ellos (asociaciones de vecinos, fundaciones, ONG, trabajadores sociales de los Ayuntamientos con los que la compañía opera, representantes de los ecosistemas tecnológico y de innovación con los que la empresa colabora, representantes municipales, proveedores…). Juntos constituían una fiel muestra de lo que es la compañía, y de cómo su gran apuesta, un Pacto Social articulado en torno a la solidaridad, la ocupación de calidad, y la reconstrucción verde e inclusiva, se ha demostrado día a día como una realidad territorio a territorio.
Un Pacto para responder a los principales desafíos que afrontamos como sociedad, que se erija como la herramienta para avanzar en los retos de futuro, garantizando una reconstrucción económica sostenible, y en la que la colaboración público-privada sea el motor de dinamización.
«En las situaciones de mayor dificultad hace falta compromiso, transparencia, innovación, y liderazgo, mucho liderazgo»
El presidente de Agbar, Ángel Simón, fue contundente al respecto: “Tan importante como actuar es compartir el progreso y dotarse de los mecanismos para incorporar puntos de vista que permitan seguir mejorando” porque “Agbar, más allá de una multiplicidad de marcas, de territorios en los que actuamos, de operadoras, empresas tecnológicas que trabajan de manera mallada, o del conjunto de fundaciones que también trabajan en la acción social; Agbar es esencialmente esto: personas. Las que trabajan en la compañía y las que forman parte de nuestro ecosistema”.
Una empresa proactiva, innovadora, con la visión y el enfoque que se le exige a las compañías del siglo XXI, que ha vuelto a demostrar su compromiso para escuchar y hacer partícipes a todos sus grupos de interés, y que, como destacó su presidente, “incorpora en su quehacer diario la acción social, la sostenibilidad, la innovación, la Agenda 2030 y el Pacto social”, que debería servir de ejemplo a todas las empresas.
Y es que en los momentos de crisis, en las situaciones de mayor dificultad, hace falta todo eso: compromiso, transparencia, innovación, proactividad, y liderazgo, mucho liderazgo. Porque puede que otros lleguen, pero siempre se sabrá quién marcó el camino…
