El agua, una fuente de salud que salva vidas - EL ÁGORA DIARIO

El agua, una fuente de salud que salva vidas

El agua, una fuente de salud que salva vidas

Es necesario reforzar la importancia del agua como fuente de salud que salva vidas y el gran papel que sus gestores y trabajadores han desarrollado durante la pandemia para que nos nos faltase esta barrera frente al virus capaz de anticiparse a su evolución



El pasado 7 de abril celebramos el Dia Mundial de la Salud, que este año ha homenajeado al personal sanitario que ha luchado y sigue luchando contra la pandemia.

Es más, la Organización Mundial de la Salud (OMS) designó 2021 como el Año Internacional de los Trabajadores Sanitarios y Asistenciales para reconocer y agradecer “la inquebrantable dedicación de estos trabajadores” a la lucha contra la covid-19.

Bajo el lema «Proteger. Invertir. Juntos», la OMS destaca la urgente necesidad de invertir en los trabajadores de la salud para mejorar todos, sanitarios y población general, en materia de salud, empleo, oportunidad económica y equidad.

La campaña busca el establecimiento de alianzas con Gobiernos de todo el mundo para proteger los derechos y las condiciones de trabajo dignas de los sanitarios y los entornos donde desarrollan su actividad, teniendo en cuenta que uno de cada cuatro centros sanitarios en el mundo carece de servicios de agua, el principal escudo frente a la enfermedad en general, y frente a la COVID-19 en particular.

Esta pandemia se ha combatido en varios frentes, desde luego en primera línea los sanitarios, y en la retaguardia, un conjunto de trabajadores de actividades esenciales que, mientras todos permanecíamos aislados en casa a resguardo del virus, salieron cada día a desempeñar su función para que no nos faltasen alimentos, medicinas ni bienes de primera necesidad: agricultores, ganaderos, transportistas, personal de supermercados, farmacéuticos.

Covid-19
Puerta del Sol vacía por el confinamiento a causa de la pandemia del coronavirus.

Entre todos estos colectivos el que sin duda ha resultado especialmente esencial, junto con los sanitarios, es el personal de las operadoras del ciclo urbano del agua, que han velado porque a nadie le faltara caudal en su grifo para lavarse las manos y poner freno a los contagios; llegando incluso a convertirse en parte del sistema de alerta temprana epidemiológica adelantándose a la evolución de la pandemia mediante el control de las aguas residuales.

La monitorización de la presencia de restos del virus de covid-19 en las aguas residuales, antes de comenzar los procesos de depuración, ha permitido anticipar por zonas decisiones sanitarias ante rebrotes días antes de la confirmación de los primeros casos clínicos.

De esta manera las depuradoras se han convertido en herramientas epidemiológicas determinantes en la contención de la pandemia, un mecanismo barato y asequible de alerta temprana que anticipa los rebrotes hasta en 10 días y que, por el precio de tres PCR, analiza las aguas residuales de toda una ciudad, e incluso identifica la prevalencia por zonas de distintas cepas, como así lo destacaba para El Ágora el responsable de la subdirección General de Protección de las Aguas y Gestión de Riesgos del Ministerio de Transición Ecológica, Francisco Javier Sánchez Martínez.

Garantizar el suministro de agua potable es una de las encomiendas fundamentales que recoge el Real Decreto de Estado de Alarma, “como sector estratégico ante la crisis humanitaria y económica provocada por la evolución del coronavirus COVID-19”.

Y se ha plasmado en un compromiso social casi universal de todo el sector, con una cobertura nacional del 99%, para que ninguna familia en situación de vulnerabilidad fuese privada del servicio de agua potable.

La salud de este colectivo del agua urbana fue una prioridad absoluta para el conjunto del sector, que estableció protocolos de prevención para abordar la contingencia pandémica sin exponer a los operarios, al tiempo que se garantizaba el agua como elemento esencial para salud de toda la sociedad.

Así, ya el 18 de marzo de 2020, las patronales del agua urbana AGA y AEAS diseñaron un manual de buenas prácticas para que todos los operadores adoptasen una batería de medidas, tanto generales como relativas a la movilidad, la higiene, el control de los posibles casos de COVID-19, la situación en las oficinas de atención al usuario, los servicios mínimos, y medidas específicas para la operación de las plantas potabilizadoras y depuradoras y el mantenimiento de las redes.

Incluso, gracias al compromiso de todo el colectivo de trabajadores, se integró la  flexibilidad en las condiciones establecidas en el Convenio Colectivo para las dotaciones de las plantillas y en la movilidad del personal, así como en las facilidades para realizar contrataciones si los recursos humanos se hubieran visto mermados por la pandemia.

Se dotaron de equipos de protección individual (EPIS) para trabajadores de potabilizadoras y laboratorios y se garantizó el transporte de reactivos imprescindible para el funcionamiento de potabilizadoras y depuradoras.

Técnico del ciclo de agua urbana trabajando durante el confinamiento total que vivió España desde marzo a junio de 2020.

Para poder realizar las operaciones de reparación y mantenimiento de manera eficiente, el sector habilitó permisos para la circulación en vehículos compartidos cuando los desplazamientos fuesen para acometer misiones, siempre respetando las distancias de seguridad personal.

Se suspendieron todos los cortes de suministro. Las brigadas de mantenimiento y conservación se dedicaron solo a la resolución de incidencias: roturas de tuberías, problemas en redes de saneamiento, etcétera.

Se establecieron grupos de personas que permanecieron en aislamiento en sus domicilios, en previsión de que se pudieran producir casos de infección entre la plantilla de los centros.

En los centros de atención telefónica, se redujeron las plantillas operativas simultáneas para rotarlas y asegurar el servicio continuamente, y se apostó por la digitalización a fin de mantener la atención a los usuarios sin presencialidad en las oficinas.

Los laboratorios de calidad de agua también dividieron sus plantillas para asegurar el control permanente de la calidad del agua y asegurar que en todo momento cumplía con los requerimientos normativos para el agua suministrada.

Hubo empresas que incluso confinaron voluntariamente retenes de personal en las plantas potabilizadoras para minimizar el riesgo de contagio, y durante semanas vivieron en caravanas dentro de las propias instalaciones de las compañías.

Un esfuerzo de todo un sector, el del agua urbana, que se ha desarrollado con total éxito durante toda la pandemia gracias al compromiso de operadores y trabajadores en aras a garantizar la salud del conjunto de la sociedad y dar cobertura a esos sanitarios que luchan en primera línea.

Unos profesionales, los del agua urbana, que aguardan su turno para ser vacunados frente al coronavirus, porque a pesar de su esencialidad, ahora no han sido considerados como un colectivo prioritario a efectos del Plan de Vacunación.

Aunque eso sí, se reitera la disposición de todos sus medios para ponerlos al servicio de las autoridades sanitarias y contribuir a impulsar la inoculación de la vacuna a estos trabajadores, de los que ha dependido y depende el agua, el mejor escudo que han tenido los sanitarios y la población general frente al covid.

Agua, una fuente de salud que ha salvado millones de vidas


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