El agua no solo se bebe, da de comer al mundo

El agua no solo se bebe, da de comer al mundo

El agua no solo se bebe, da de comer al mundo

La escasez de agua está llevando a muchas regiones del planeta al borde del abismo al no poder desarrollar una agricultura eficiente que cubra las necesidades alimentarias de la población. El mundo necesita acciones contundentes y alianzas para garantizar este recurso en la nueva realidad climática del siglo XXI



El año 2020 ha sido todo un reto para el planeta en materia de sostenibilidad. El agua, como el bien más preciado para la humanidad, se ha manifestado como un recurso aún más imprescindible, no solo para hacer frente al desafío del coronavirus, sino también para garantizar una seguridad alimentaria que en gran parte del mundo no está garantizada. Como se destacó en la reciente entrega del Nobel de la Paz al Banco Mundial de Alimentos, estamos al borde una ‘pandemia de hambre’.

La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, la FAO, no tiene dudas de ello: el agua es la clave para dar de comer al mundo. En su último informe sobre el Estado Mundial de la Alimentación y la Agricultura 2020 se ha centrado en el líquido elemento y lanza un mensaje contundente sobre la escasez de agua, que debe abordarse de manera inmediata y audaz.

En su informe, la FAO aboga por una gestión mejorada del agua, respaldada por una gobernanza eficaz e instituciones sólidas que garanticen los derechos de todos al preciado líquido, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, de todos ellos, y en especial del ODS6 que hace del acceso al agua un derecho de derechos.

Los recursos de agua dulce disponibles por persona han disminuido en más de un 20% en las últimas dos décadas debido al crecimiento de la población y el desarrollo económico, exacerbados por el cambio climático, y de no tomar medidas, la tendencia continuará, según advierte la propia Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

Sin agua no hay alimento, y en el mundo, más de tres mil millones de personas viven actualmente en áreas agrícolas con una gran escasez de agua, y casi la mitad de ellos, 1.200 millones, se enfrentan a graves limitaciones al respecto.

En América Latina, el agua por persona ha disminuido un 22%

En América Latina, el agua por persona ha disminuido un 22%, en el sur de Asia un 27%, y en África Subsahariana hasta un 41%. En esta última región, alrededor de 50 millones de personas viven en áreas donde la sequía severa tiene impactos catastróficos en las tierras de cultivo y pastizales, una vez cada tres años.

Los caminos para la acción que nos lleven a alcanzar la realización de derecho universal al agua potable, ligado a la lucha contra la pobreza, el desarrollo y la alimentación van desde la inversión en la captación y conservación de agua en áreas de secano hasta la rehabilitación y modernización de sistemas de riego sostenibles en áreas irrigadas.

Cualquier estrategia nacional, regional o mundial debe tener como punto de partida una auditoría del agua que garantice una estrategia de gestión eficaz y sostenible de los recursos hídricos, cada vez más escasos.

El sector agrícola representa más del 70% de las extracciones mundiales de agua, por lo que requiere especialmente de un uso más productivo y sostenible de este recurso.

FAO recomienda el desarrollo de mejores prácticas agronómicas, como la adopción de variedades de cultivos tolerantes a la sequía y herramientas mejoradas de gestión del agua, incluidas herramientas eficaces de asignación y fijación de precios del agua, como derechos y cuotas de agua, para garantizar un acceso equitativo y sostenible.

Debemos apoyarnos en la la tecnología y las alianzas para adaptarnos a la nueva realidad climática

Además será necesario apoyarse en la innovación y la disponibilidad de tecnologías que permitan una mayor adaptación a la nueva realidad climática, que garantice producir más con menos recursos y minimice la exposición a los riesgos del cambio climático, apostando por la resiliencia y la mitigación.

Es aquí donde todos suman y donde las alianzas se convierten en la gran herramienta, también para una mejor gestión de los recursos hídricos a todos los niveles.

Y es en este punto en el que el Consejo de la FAO ha aprobado la nueva Estrategia para la colaboración con el sector privado en el Marco estratégico para 2022-2031, y el esquema del Plan a plazo medio para 2022-25.

Esta colaboración con el sector privado convertirá la institución en «una FAO eficiente, transparente e inclusiva, y esto también se aplica a la manera de relacionarnos con el sector privado, así como a cualquier otra institución no gubernamental con la que trabajamos».

El Consejo reconoció la importancia de un proceso más inclusivo y proactivo para colaborar con el sector privado, basado en la confianza mutua, y destacó la función de las microempresas, y las pequeñas y medianas empresas, teniendo en cuenta los diferentes contextos regionales, nacionales y locales.

Nadie sobra si ayuda a «no dejar a nadie atrás «mediante sistemas alimentarios sostenibles, inclusivos y resilientes para una producción, una nutrición, un medio ambiente y una vida mejorados; el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 1 («Fin de la pobreza»), el ODS 2 («Hambre cero») y el ODS 10 («Reducción de las desigualdades”).

Porque como hemos tenido ocasión de plantearles en otras ocasiones, el fin es lograr que el acceso al agua y el resto de los derechos humanos se hagan realidad en todo el mundo, y no hay herramienta ni formato malo si ayuda a conseguirlo.



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