Han sido cerca de 3.000 informaciones publicadas y difundidas a través de las páginas y redes sociales de El Ágora, en todos los formatos: textos, infografías, videos, podcast; las que nos han permitido consolidarnos como un medio de comunicación referente en la información relacionada con los recursos hídricos y alineados, siempre, con la Agenda 2030 y el avance en las metas de los distintos Objetivos de Desarrollo Sostenible, con especial atención al ODS6, Agua potable y saneamiento adecuado como derecho humano universal.
Un derecho por el que luchamos desde nuestras páginas, como también lo hacen muchos gobiernos, empresas y ciudadanos; pero una lucha en las que hemos echado de menos al Relator de Naciones Unidas para el Agua, Pedro Arrojo, más centrado en su activismo ideológico que en la resolución de un problema cuya gravedad se ha hecho aun más visible durante la pandemia en muchas partes del mundo.
No así en España, donde Arrojo decidió centrar sus esfuerzos y presencias, y donde a nadie le ha faltado el agua potable, porque, como herramienta esencial para protegernos del coronavirus, los operadores del agua urbana, públicos, privados y mixtos, han demostrado su enorme compromiso social y no han suspendido el suministro a ningún ciudadano, garantizando también el acceso a los más vulnerables.
Sin duda, la pandemia ha sido el gran eje vertebrador de muchos de nuestros contenidos, primero por nuestra vocación divulgativa, volcada en ayudar a la sociedad a entender la importancia de los recursos hídricos; pero también porque nos ha servido para constatar que la pérdida de biodiversidad es ya una amenaza real para la supervivencia de la especie humana, más expuesta a nuevos riesgos como patógenos emergentes potencialmente causantes de nuevas epidemias.
La importancia de las alianzas y la urgencia de hacer frente a los efectos del cambio climático han sido dos ideas centrales del curso en El Ágora
Y ha sido esta constatación la que ha multiplicado los contenidos en torno a la emergencia climática. Fenómenos meteorológicos adversos como Filomena, despuntando el año; inundaciones tremendas en China y Europa; devastadores incendios en Australia y Estados Unidos; o sequías en Chile, Argentina y California, entre otros, han protagonizado gran parte de nuestras portadas.
Y estos hechos se han reflejado en la actividad política internacional, con el foco puesto en la celebración de la Conferencia de las partes de Naciones Unidas para el Cambio Climático, la COP26, que tendrá lugar en noviembre de este 2021 con un año de demora por la pandemia. Una COP que marcará un antes y un después en la lucha contra el cambio climático, con la reincorporación de Estados Unidos al Acuerdo de París y una Europa más ambiciosa que nunca, con una hoja de ruta clara hacia la descarbonización del modelo económico.
Una hoja de ruta plasmada en el Pacto Verde Europeo, por fin con presupuesto para el próximo sexenio y determinante en las principales políticas comunitarias, como la Agrícola Común (PAC) que convertirá al sector primario en una actividad más sostenible y competitiva, aunque con menos presupuesto; que avanzará hacia unas ciudades renaturalizadas y una economía cada vez más descarbonizada en la que los combustibles fósiles ya no tendrán cabida y todo se moverá con energías renovables.
España durante estos meses ha sido la gran abanderada de la ambición climática y ha posicionado la reconstrucción post-covid como una auténtica oportunidad para recuperar la economía sobre los ejes verdes, la digitalización y el reto demográfico en pos de un modelo productivo circular en el que los recursos buscan nuevos ciclos vitales para optimizar su uso.
El sector del agua urbana ha ratificado su compromiso con la sociedad tanto en la recuperación sanitaria como en la económica
Bien es verdad que nuestro recurso, el agua, pionero y líder en esa circularidad, no ha visto reflejado ni su potencial para combatir el impacto del cambio climático ni su know how en modelo circular, ni su capacidad para recuperar la economía nacional en los Planes de Recuperación, Transformación y Resiliencia, que finalmente y a falta de conocer los PERTES pendientes de aprobar -por ahora solo conocemos el de movilidad-, será una recuperación en seco en la que la transición energética ha robado el protagonismo a la hidrológica.
Así, el sector del agua urbana, pese a enfrentarse a un cambio de paradigma en la planificación hidrológica nacional, basado en la gestión de la oferta sobre la demanda, los riesgos sobre las crisis y las soluciones basadas en la naturaleza sobre las soluciones grises, ha mantenido su compromiso con los ciudadanos a los que sirve, y pese al déficit inversor que arrastra desde 2008 y que no parece que vaya a resolverse tras la crisis sanitaria, ha seguido aportando soluciones enfocadas en la salud de la población y la lucha contra la COVID-19, el derecho humano al agua, la seguridad hídrica y la resiliencia.
Juntos hemos aprendido todo lo que las aguas residuales saben de los ciudadanos, hasta el punto de convertirse en una herramienta de alerta temprana epidemiológica que ha sido capaz de predecir con hasta diez días de antelación la evolución de las sucesivas olas de COVID que aún hoy sufrimos. Hemos tratado desde El Ágora de hacer comprensible toda la tecnología y el conocimiento de esos muchos años que hay detrás de todos estos avances.
Resiliencia y colaboración público-privada han sido sin duda otros conceptos con especial protagonismo esta temporada.
Entendimos lo que era la resiliencia con los Mega estanques de Pirque, esas infraestructuras que permitieron a la ciudad de Santiago de Chile resistir sin cortes de suministro de agua más de 36 horas, pese al récord de turbidez de las aguas del Maipo causado por las lluvias convectivas, un fenómeno que de otra manera hubiera provocado problemas de abastecimiento y salubridad a los santiaguinos y vecinos del Gran Santiago.
Nuestras empresas y nuestros científicos nos han hecho avanzar hacia un futuro más resiliente y sostenible
Y la colaboración público-privada ha estado presente en todos los avances tecnológicos al servicio de la crisis sanitaria, como hemos visto con las aguas residuales, donde ciencia, empresas innovadoras y administración se unieron para dar soluciones a los ciudadanos; convirtiéndolas además en un recurso llamado a ser casi infinito con su reutilización en todos los usos agrarios, industriales, y si llegara el caso, para consumo; pasando por supuesto por la circularidad lograda por las biofactorías, que inspira a otros sectores a convertir en recursos lo que antes eran residuos. Porque la tecnología y el conocimiento ya lo tienen nuestras empresas y nuestros científicos.
Unos científicos que han sido los grandes personajes de la historia de esta temporada. Porque la divulgación científica forma parte de nuestro ADN y de nuestra vocación de servicio público para favorecer la conciencia social.
Una conciencia social crítica y bien informada, con argumentos sólidos para impulsar el cambio necesario que necesita nuestro planeta. Para que todos seamos partícipes de ese plan que nos permitirá garantizar la sostenibilidad de este planeta mal llamado Tierra porque, de momento, y pese a los esfuerzos que a veces pareciera que hacemos como humanidad, sigue cubierto de agua.
Pero que no les suene a despedida este agradecimiento, porque cada día de agosto seguiremos informándoles de la actualidad del agua y la sosteniblidad. Con un poco más de calma, eso sí, sin edición de Ágorafinde y una newsletter semanal, que retomaremos en el mes de septiembre cargada de nuevas informaciones.
El equipo de El Ágora mantiene su compromiso de no cesar en su labor informativa y divulgativa con el rigor que exige un recurso que va más allá del resto, un recurso que hace real el derecho humano al agua, la salud, la educación, la igualdad, la alimentación y al desarrollo económico, y hasta a la biodiversidad y el buen estado de los ecosistemas.
Y como no hay dos sin tres, desde ya afrontamos la tercera temporada con energías renovadas y la vista puesta en esa COP26 de Glasgow de la que esperamos la solución definitiva para lograr la descarbonización de la economía global, el fin de la pandemia, y en la que no falte el agua a borbotones en todas y cada una de nuestras páginas.