Finanzas y sostenibilidad, una alianza vital para nuestro futuro

Finanzas y sostenibilidad, una alianza vital para nuestro futuro

Finanzas y sostenibilidad, una alianza vital para nuestro futuro

Los grandes inversores están empezando a dar la espalda a los combustibles fósiles y apuestan cada vez más por proyectos sostenibles, una clara señal de que el crecimiento económico y la salud de nuestro planeta no son para nada incompatibles



El cambio climático es sin duda uno de los mayores retos globales al que jamás se ha enfrentado la humanidad. El continuo calentamiento de nuestro planeta por culpa de las emisiones antropogénicas de efecto invernadero tiene ya amargas consecuencias, que van desde la destrucción de la biodiversidad hasta el aumento de fenómenos climáticos adversos como huracanes, pasando por la escasez de agua potable en los países más vulnerables. Problemas de gran magnitud que también suponen un enorme desafío económico y social, ya que obligan a repensar por completo nuestra manera de producir y consumir si queremos que las generaciones venideras tengan de verdad un futuro.

Sin embargo, para resolver este reto global es necesaria la colaboración de todos y cada uno de los actores relevantes de la política y la economía global, ya que sin una alianza que incluya a todos los países y empresas, cualquier solución no puede ser sino parcial. Y es en este punto donde el mundo financiero, responsable en gran medida de movilizar la financiación necesaria para acometer cualquier proyecto de envergadura, es de vital importancia. Especialmente tras una pandemia de coronavirus que ofrece una oportunidad única para cambiar las prioridades de inversión con vistas a un siglo en el que es imprescindible alcanzar la neutralidad climática.

Es cierto que, en estos momentos, el gran protagonista parece el gasto público. Casi todas las grandes economías del planeta han presentado en estos últimos meses diferentes planes de estímulo centrados en revitalizar los tejidos productivos. Sin embargo, y a pesar de que potencias como la Unión Europea, Reino Unido o Canadá han lanzado paquetes de inversión con un gasto récord en sostenibilidad, un estudio presentado la pasada semana alertaba de que en muchos países del mundo, entre los que se incluye China, Rusia o Australia, se insiste en rescatar sectores dañinos para el medio ambiente como el petróleo y el carbón.

La pandemia ofrece una oportunidad única para cambiar las prioridades de inversión con vistas a alcanzar la imprescindible neutralidad climática a mediados de siglo

Aunque sin duda es necesario que la transición ecológica sea justa y dé oportunidades de reconversión a los trabajadores de las industrias más contaminantes, los Gobiernos de estos países deberían empezar a fijarse en unos mercados financieros que cada vez ven con peores ojos el invertir en proyectos no sostenibles. Los grandes bancos y fondos de inversión son cada vez más conscientes de los enormes riesgos económicos que supone el cambio climático y están empezando a actuar en consecuencia, apostando por proyectos que combinan preocupación ambiental y crecimiento económico como mejor forma de obtener rentabilidad.

Cada día que pasa hay nuevos movimientos en este sentido y señales que evidencian el acercamiento del gran capital a lo “verde”. Larry Fink, que como consejero delegado del gigante inversor BlackRock es sin duda uno de los hombres más poderosos del mundo financiero, aseguraba en una carta escrita este pasado enero que la sostenibilidad será la gran protagonista de las finanzas en los años venideros, ya que la transición climática es “una oportunidad de inversión histórica”. Esta misma semana, grandes bancos europeos como BNP Paribas, ING y Credit Suisse se han comprometido a dejar de financiar a empresas que producen o compran carne o soja producida en tierras de la Amazonia despejadas o convertidas después de 2008. Y el Foro de Davos, el mayor encuentro global de las élites políticas y económicas, ha mantenido este año el cambio climático como mayor amenaza económica y social a corto, medio y largo plazo.

Pero la alianza entre finanzas y sostenibilidad va mucho más allá de las declaraciones y los compromisos. Incluso antes de que llegara la crisis del coronavirus, los retornos de la industria petrolera estaban siendo los más bajos en más de 70 años, mientras que tanto en Europa como en Estados Unidos se ha ido cerrando una central térmica de carbón tras otra. Al mismo tiempo, la industria de la energía renovable se ha movido de manera constante y rápida en la dirección opuesta, con rendimientos crecientes e instalaciones y empleos en aumento.

Los grandes bancos y fondos de inversión son cada vez más conscientes de los enormes riesgos económicos que supone el cambio climático y están empezando a actuar en consecuencia

Es más, en los últimos años, el coste de la energía limpia se ha reducido drásticamente, lo que ha convertido a la energía eólica y solar en dos de las industrias generadoras de empleo de más rápido crecimiento. En muchas partes del mundo, las renovables ya son más baratas que los combustibles fósiles y producen sin duda mejores rendimientos para los inversores.

Un ejemplo ilustrativo de esta profunda transformación es que el precio de las acciones del gigante petrolero Exxon, que fue en su día la compañía más valiosa del mundo de cualquier tipo, ha caído tanto que ha sido expulsada del índice industrial Dow Jones, donde cotizan las principales corporaciones estadounidenses. Al mismo tiempo, el vertiginoso ascenso de las acciones de Tesla, una compañía centrada 100% en la movilidad eléctrica, la han convertido en la empresa automovilística más valiosa del mundo.

Por otro lado, las estrategias ESG, siglas en inglés que se refieren al gobierno ambiental, social y corporativo y tienen como objetivo central el medir y mejorar tanto la sostenibilidad como el impacto social de cualquier empresa, están viviendo un auténtico boom. En 2020, los gobiernos y corporaciones han recaudado un récord de 490.000 millones de dólares el año pasado vendiendo bonos verdes y sociales. Además, se han invertido otros 347.000 millones de dólares en fondos de inversión enfocados en ESG y se han creado más de 700 nuevos fondos de este tipo a nivel mundial para poder hacer frente a la creciente demanda.

Las tendencias hacia la sostenibilidad en los mercados revelan la necesidad de salir de la falsa dicotomía entre cuidar el planeta y proteger la economía

Esas tendencias en los mercados reflejan fuerzas económicas más amplias, ya que cada vez más líderes empresariales y consumidores ven el enorme valor que podría tener una economía más verde. Pero, sobre todo, revelan la necesidad de salir de la falsa dicotomía entre cuidar el planeta y proteger la economía. Al fin y al cabo, sería como hacer una elección entre dañar nuestra salud o mejorarla, entre empeorar el cambio climático o detenerlo, comparaciones imposibles de las que hay que escapar cuanto antes para unir fuerzas en pos de un solo objetivo.

Y es que la importancia de este reto global es tal que exige de la colaboración de todos, ya sean autoridades públicas o privadas, organizaciones internacionales o nacionales, expertos académicos o consumidores, activistas climáticos o asociaciones locales. Hay mucho en juego, tanto para nuestra economía como nuestro medio ambiente, ya que la ventana para evitar los peores efectos del cambio climático continúa cerrándose. Los mercados y los grandes agentes financieros ya están señalando el camino a unas autoridades políticas cuyas decisiones en los próximos meses tendrán profundas consecuencias económicas y ambientales para las generaciones venideras. Una vía de sentido único en la que solo se debe circular con un motor: la sostenibilidad.



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