Elegido como Relator de Naciones Unidas para el Derecho Humano al Agua y al Saneamiento en noviembre de 2020, Pedro Arrojo Agudo es un político español, ex diputado de Podemos en el Congreso y conocido activista anti-empresa, que ha decidido dedicar su mandato como Relator a transgredir su cometido en Naciones Unidas y, aprovechando el atril que le otorga la organización, luchar contra todo aquello con lo que no comulga ideológicamente.
En estos meses en el cargo no se ha molestado en ocultarlo.
Desde el inicio, en una de sus primeras comparecencias, narró el vértigo que sentía por llegar al cargo, y refirió que lo subsanaría con el apoyo de los movimientos sociales ‘que le habían empujado y colocado en el cargo’. No aclaró si se refería a los esfuerzos y presiones que, como publicó La Razón el pasado día 9 (“El dedazo de Podemos en la ONU: Pedro Arrojo fue designado como relator especial a pesar de su paso por el partido”), habían ejercido desde la formación morada y el entonces vicepresidente Pablo Iglesias para ‘colocarlo’ en Naciones Unidas.
En los siguientes encuentros, y en un claro ejercicio de falta de independencia -requisito sine qua non para ejercer el puesto de Relator-, apareció rodeado de las asociaciones y movimientos anti-empresa con las que Arrojo ha ejercido históricamente su activismo. Los mismos colectivos que ahora alienta, pese a que su discurso está superado y es incluso contrario a los propios postulados de Naciones Unidas: se oponen a todo lo que suene a colaboración entre actores públicos, privados y sociedad civil para lograr la efectividad del derecho humano al agua. Así, vimos a Arrojo en Zumárraga o en un encuentro con Compostela Aberta, además de en sucesivos encuentros organizados por las territoriales de Podemos.
Pedro Arrojo ocultó datos de su trayectoria profesional para lograr su puesto en Naciones Unidas
Y la penúltima hazaña del Relator ha sido dedicar su primer informe temático a realizar un monográfico de la situación del agua en California y su entrada como activo en el mercado de futuros (Nasdaq Veles California Water Index). Un caso aislado, como él mismo reconoce, sobre el que además “no hay datos disponibles”, pero nada de esto importa si sirve a Arrojo para tratar de contaminar ideológicamente Naciones Unidas.
No obstante, y aunque pueda parecer del todo surrealista, estas prácticas no deberían sorprender en exceso si se tiene en cuenta que el propio Pedro Arrojo ocultó datos de su trayectoria profesional para lograr su puesto en Naciones Unidas.
En el formulario que envió para postularse como Relator, de hasta 14 páginas justificativas, ocultó que había sido portavoz de Podemos en la Comisión de Agricultura, Pesca y Alimentación, así como portavoz morado en la Comisión de Transición Ecológica, o ponente de varias proposiciones de ley sobre agua y transferencias de recursos. Todo ello con el más que probable objetivo de aparentar esa independencia que Arrojo para nada cumple, y que es requisito imprescindible para actuar como Relator de Naciones Unidas.
El Relator ocultó su pasado en Podemos para aparentar independencia
Pero mucho más grave que esta ‘intencionada omisión’ de su dependencia política es que Arrojo ocultase su vinculación con la Fundación Avina, la fundación ‘filantrópica’ del ‘magnate del amianto’ Stephan Schmidney. Este empresario suizo fue condenado a 18 años de cárcel como responsable de más de 3.000 muertes por la utilización de amianto en sus proyectos[1], y que fue quien propuso a Pedro Arrojo como socio líder de la Fundación en España.
Esta Fundación, en teoría comprometida con el desarrollo sostenible en Latinoamérica, siempre tenía el mismo modus operandi, y le funcionó además para captar a Arrojo: persuadir a los líderes de movimientos alternativos, financiarles sus campañas, viajes y conferencias al objeto de obtener sus favores.
Con Arrojo lo realizaron, según denunciaba Francisco Puche, miembro también de la formación morada, a través de la Fundación Nueva Cultura del Agua. En total, financiaron sus actividades con hasta 100.000 euros para la ‘consolidación de sus trabajos en Latinoamérica’, tal y como también denunciaron distintos círculos ecologistas españoles y latinoamericanos, pues los fondos de Avina provenían de la comercialización del amianto, material considerado cancerígeno y de las explotaciones madereras para producir fertilizantes y contaminantes tóxicos.
Pedro Arrojo no cumple con 4 de los 6 requisitos que se le exigen a un Relator
Hechos que tampoco importaron para presuntamente utilizar los fondos del ‘magnate del amianto’ en organizar los Congresos Ibéricos de la Fundación Nueva Cultura del Agua, presididos por el propio Arrojo, y en los que colocó a sus compañeros de Avina como miembros destacados del Congreso. El propio Arrojo reconoció la financiación, aunque refirió que las decenas de miles de euros recibidos no le condicionaban en sus ideas.
Lo que sí debía tener claro el ex político es que estas vinculaciones y prácticas financieras le habrían impedido en todo caso acceder a Naciones Unidas. De ahí, que decidiera ocultar su trayectoria como socio-líder de la ‘Fundación del Amianto’ en España para así postularse como Relator de Naciones Unidas.
Habría que preguntarse ahora si, una vez descubiertas todas estas prácticas, Arrojo se plantea renunciar a su puesto como Relator. Pero quizás debería ser la propia institución de Naciones Unidas quien, tras comprobar la posible vulneración de la Resolución 5/1 del Consejo de Derechos Humanos para acceder al puesto, al no cumplir con 4 de los 6 requisitos que se le exigen a un relator (conocimientos especializados; experiencia; independencia; imparcialidad; integridad personal; y objetividad), invitara al político descubierto a que abandone el cargo.
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[1]La sentencia fue posteriormente anulada por cuestiones procesales, pero durante el juicio, el juez llegó a comparar la actuación de Schmidheiny con sus trabajadores con la de Hitler y los judíos en la cámara de gas.