Hace ya más de medio siglo que John Fitzgerald Kennedy afirmó que «Quien solucione el problema del agua será merecedor de dos premios Nobel: de economía y de la Paz.»
Porque así como todos los expertos apuntan a que el agua, cada vez más escasa, será el gasóleo del siglo XXI, hoy en España puede convertirse en el combustible que impulse el motor de las políticas tractoras con las que el Gobierno quiere remolcar a la economía nacional para sacarla del hoyo en que la ha sumido la pandemia de la covid-19; y elevarla a una dimensión donde el reto del cambio climático, la digitalización, la cohesión y la inclusión, y el fin de la brecha de género garanticen un futuro mejor a las generaciones venideras.
España se enfrenta a una reconstrucción sin precedentes, una oportunidad única para que, con la ayuda de los fondos europeos, 140.000 millones de euros, y el empuje de la inversión pública y privada, logremos una economía moderna adaptada a los nuevos tiempos. Unos tiempos marcados por la necesidad de afrontar el cambio climático y lograr que los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible sean una realidad en 2030.
De hecho, la COLABORACIÓN PÚBLICO-PRIVADA constituye un cuarto principio director indispensable en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía, para aumentar la capacidad de inversión de los proyectos tractores y movilizar empresas y agentes sociales.
El propio Gobierno espera que con los proyectos que se pongan en marcha para la reconstrucción se alcance un grado de apalancamiento privado de 1:4. Es decir, que por cada euro público se espera una inversión privada de cuatro euros. De esta manera los 140.000 millones de los fondos comunitarios podrían llegar a movilizar 500.000 millones de euros para inversión del sector privado.
Y el sector del agua urbana está comprometido con sumarse a este Plan para llevar a la economía española y a los españoles hasta esa España Verde y rehidratada, esa España adaptada y resiliente frente al cambio climático, esa España competitiva y productiva, una España cohesionada e inclusiva, porque si hay un sector capilarizado hasta en la aldea más pequeña, ese es el del agua, porque allí donde vive una persona hay un grifo del que beber.
Los gestores del agua urbana están dispuestos a poner a disposición de la reconstrucción su experiencia en la gestión de un recurso básico y vital, de un derecho humano que en España está más que garantizado.
Si bien es cierto que la variable hídrica está presente en el Plan España Puede, y que contará de hecho con un Foro de Alto Nivel para que todos los stakeholders relacionados con los recursos hídricos aporten ideas y proyectos a la reconstrucción, no hay una línea de acción específica para el agua.
Un inconveniente muy importante aunque, tras una lectura reposada del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía, puede llegar a vislumbrarse que el agua encaja en prácticamente todas las políticas palanca esbozadas por el Gobierno.
De ahí que los cerca de 600 proyectos por valor de 12.400 millones de euros que el sector del ciclo urbano del agua tiene preparados para ejecutar, puedan canalizarse en los planes de digitalización, los de transición ecológica y reto demográfico, en los que la gestión sostenible y eficiente de los recursos hídricos son capitales, en los de la mejora de la calidad de las masas de agua, en la Agenda Urbana, en los de resiliencia y mitigación del impacto de fenómenos meteorológicos adversos.
Y es que invertir en agua es pura transición ecológica, pura economía circular. En definitiva, pura reconstrucción verde.
Una reconstrucción, la planteada por España, muy positiva en sus objetivos pero que adolece de falta de concreción para lograrlos.
Quizá Bruselas la esperaba ya, antes del 15 de octubre, para dar una respuesta ágil, acorde con la urgencia que plantea la situación social y económica que afronta el país.
De hecho, a diferencia de España, esa concreción en los planes de reconstrucción que garantiza el acceso a los Fondos Comunitarios sí la encontraremos la próxima semana en las estrategias que Francia e Italia elevarán a Bruselas, donde se detalla cada uno de los proyectos que permitirán resurgir las prósperas economías de nuestros socios europeos.
Quizá estemos a tiempo de que comience a rodar ese cuarto principio director indispensable para que el Plan España Puede llegue a buen fin, y que el Gobierno recoja el guante del empresariado que sí ha hecho la tarea de recopilar, de cada uno de los sectores de la actividad económica, aquellos proyectos viables listos para ejecutar a falta de inversión y empezar el camino hacia esa nueva economía del futuro, la verde, la inclusiva y cohesionada, la digital y resiliente, la rehidratada.
