La pandemia de coronavirus está asestando un golpe a la economía globalizada y a nuestras sociedades, pero también ha provocado una aceleración de tendencias profundas que estaban en marcha. Una de ellas es la transición a una economía más verde y circular, acorde con los retos del siglo XXI, como el cambio climático, que requiere sostenibilidad, innovación, digitalización y colaboración entre diversos actores para afrontarlo.
Atenazados como estamos por la emergencia médica y la urgencia de los trastornos económicos que provocan las medidas profilácticas ante el virus, puede resultar difícil apreciar los cambios que están ocurriendo ante nuestros ojos. Pero están ahí. La transición ecológica ha ganado fuerza en los últimos meses y ha venido para quedarse.
A nivel internacional, acaban de suceder una serie de cambios en las principales potencias industriales del mundo que suponen un cambio mayúsculo en el eje de rotación de la economía global.
“La transición ecológica ha ganado fuerza en los últimos meses y ha venido para quedarse”
En apenas un mes y medio, China, Japón y Corea del Sur han anunciado su compromiso para reducir a cero sus emisiones de carbono en las próximas décadas, un hito que refuerza la lucha climática internacional y que suma a los esfuerzos por reducir los gases de efecto invernadero a gigantes que ocupan el primer, quinto y séptimo lugar respectivamente en la lista de mayores emisores de CO2.
El otro gran actor mundial, EEUU, había pasado los últimos cuatro años sumido en la política aislacionista y antiambiental de Donald Trump, pero el resultado de las elecciones del pasado 3 de noviembre parece situar en la Casa Blanca a un Joe Biden que esgrime el discurso verde como parte fundamental de su programa.
En ese sentido, su plan Build back Better propone movilizar dos billones de dólares para generar empleo verde. Pese a que para ejecutar su programa de reconstrucción económica sostenible necesitará el improbable apoyo de un Senado dominado por los republicanos, Biden podrá hacer desde la Casa Blanca mucho más de lo aportado por su antecesor.
“Con China, Japón y Corea recién alineadas en la misma dirección que los EEUU de Joe Biden, el 2021 puede ser un año clave en la lucha climática”
Pero esto no es todo. Para confirmar que la realidad de los mercados va muy a menudo por delante de los gobiernos, esta misma semana la Agencia Internacional de la Energía presentaba su informe anual sobre energías renovables donde afirma sin ambages que las fuentes limpias superarán al carbón en 2025, porque han llegado a un nivel en el que son ya más competitivas que este. Es más, la demanda mundial de energía descenderá en 2020 un 5% debido al coronavirus, pero la instalación de potencia renovable crecerá un 7%.
Europa, que se ha mostrado siempre como un líder mundial en la lucha contra el cambio climático, ya ha mostrado su hoja de ruta. Al Green Deal presentado a finales de 2019 se ha sumado el plan de reconstrucción tras el coronavirus, que en el caso de España se ha traducido en un Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía que prevé destinar el 37% a inversiones en materia de transición ecológica.
La Comisión Europea ha recomendado a España que en ese Plan de Recuperación priorice acciones relacionadas con la mejora de la gestión de los recursos hídricos, la prevención de inundaciones y el tratamiento de aguas residuales. En ese sentido, deja un sabor agridulce el recién celebrado Foro de Alto Nivel sobre Infraestructuras y Ecosistemas Resilientes, cuyo desarrollo parece demostrar que el agua urbana ha desaparecido de la agenda, lo que sin duda ha despertado una gran preocupación en el sector
La importancia del multilateralismo
Una de las promesas del futuro presidente estadounidense Joe Biden es hacer que su país vuelva al Acuerdo de París sobre cambio climático y organizar en sus primeros 100 días en el poder una gran cumbre internacional para estimular las alianzas internacionales contra el calentamiento global.
Con China, Japón y Corea del Sur recién alineadas en la misma dirección que los EEUU de Joe Biden, el 2021 puede suponer un año clave en la lucha climática.
Lo que observamos es un resurgir del multilateralismo. Así lo afirmaba esta semana el Secretario General de la ONU, António Guterres, durante un evento virtual celebrado en Madrid para conmemorar el 75º aniversario de la declaración de las Naciones Unidas. “Hemos de abandonar la crisis actual mediante sociedades y economías más sostenibles e inclusivas y reinventando el modo en que cooperan las naciones”.
Este impulso a la cooperación, en línea con el ODS17, Alianzas para lograr los objetivos, se proyecta tanto entre países como entre diversos actores: administración, empresas y sociedad civil.
De hecho, éxitos como el de la prometedora vacuna anunciada esta semana por Pfizer no hubieran podido ser posibles sin la movilización de países y la comunidad investigadora, y sin una acertada cooperación entre empresas privadas y autoridades sanitarias.
“Muchas empresas impulsan desde hace tiempo la transición a la sostenibilidad antes incluso de que los reguladores empezaran a enviar señales claras de hacia dónde caminar”
En el campo de la reconstrucción verde, donde las energías renovables o el sector del agua son claves, son las empresas también las que desde hace tiempo impulsan la transición a la sostenibilidad y las que han abanderado cambios antes incluso de que los reguladores enviaran las señales claras de hacia dónde caminar.
Educación y formación profesional
La transición verde se acelera ante nuestros ojos y para ello será necesario un gran esfuerzo del mercado laboral para satisfacer la demanda de los nuevos puestos y nuevas capacitaciones que la situación requiere y para la reconversión de sectores en decadencia.
Precisamente, se celebra estos días la Semana Europea de la Formación Profesional, impulsada por la Comisión Europea y la Presidencia Alemana de la UE. Alemania, motor económico de Europa por su alto nivel de eficiencia, productividad y valor añadido ha apostado de forma clara y exitosa desde hace tiempo por la FP Dual, un sistema formativo que permite la capacitación de las personas en colaboración con las empresas y dentro del entorno de las mismas.
En ese sentido, la Comisión Europea hace un llamamiento para impulsar una cultura de formación continua y permanente en línea con los nuevos requerimientos de la economía verde.
“Nuestro sistema educativo debe hacer un esfuerzo para acompasar la formación académica con las necesidades del mercado laboral del siglo XXI”
El comisario europeo de Empleo y Derechos Sociales, Nicolas Schmit, ha afirmado: «Los mercados laborales necesitan mentes creativas y manos expertas para dominar las transiciones digital y ecológica. Ahora es más importante que nunca que los proveedores educación y formación profesionales (EFP), las empresas, los sindicatos, los gobiernos y otros interlocutores proporcionen las capacidades adecuadas para el aprendizaje a lo largo de toda la vida. Estoy convencido de que la EFP puede desempeñar un papel fundamental en la recuperación».
Nuestro sistema educativo debe hacer un esfuerzo para acompasar la formación académica con las necesidades del mercado laboral del siglo XXI. Academia y mundo laboral están ahora más que nunca destinados a entenderse y las empresas tienen mucho que aportar.
Vivimos un momento de transición en todos los ámbitos. Navegar este horizonte de incertidumbres y oportunidades que se abre exige, en primer lugar, multilateralismo y alianzas, tal y como promueve la ONU en su hoja de ruta, la Agenda 2030; exige compromiso por la reconstrucción verde; y junto a ello, capacitación profesional, en tanto son los jóvenes quienes liderarán el futuro que, o será sostenible, o puede que no sea.
