Un Relator con el punto de mira desviado - EL ÁGORA DIARIO

Un Relator con el punto de mira desviado

Un Relator con el punto de mira desviado

En un momento crítico en el que cada vez más países claman por ayuda ante la falta de acceso a agua y saneamiento adecuados, el Relator Pedro Arrojo, sigue demostrando su falta de interés por resolver los verdaderos problemas hídricos del planeta



El planeta está entrando de lleno en una crisis hídrica sin precedentes. A lo largo del verano se han ido sucediendo las noticias de países y ciudades que, por culpa de la falta o el exceso de lluvias, han sufrido fuertes sequías e inundaciones que han provocado muertos y cuantiosos daños materiales. Un problema agravado por el calentamiento global que, aunque afecta a países ricos como Alemania, está siendo especialmente dañino en el mundo en desarrollo, donde la vulnerabilidad climática se combina con unas infraestructuras hídricas deficientes y una gobernanza del agua con muchísimas lagunas: desde Chad a Madagascar, pasando por Haití, el derecho humano al agua y el saneamiento es un enorme reto pendiente que exige la absoluta atención de la comunidad internacional.

El acceso al agua es vital para el desarrollo sostenible. Áreas importantísimas como la salud, la alimentación, el bienestar de la población, la igualdad entre hombres y mujeres, el equilibrio de los ecosistemas y el desarrollo de la acción climática dependen de nuestra capacidad para dotar de infraestructuras y gestión hídrica a los países menos favorecidos. Así lo expuso la vicesecretaria general de las Naciones Unidas, Amina Mohammed, durante la recientemente clausurada Semana Mundial del Agua de Estocolmo, y ese es precisamente el rol que debería tener el líquido elemento en estas semanas en las que se celebra la 76ª edición de la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU).

Así de hecho lo han reclamado los representantes de las decenas de países que esta misma semana se reunían con el Relator del derecho humano al agua y al saneamiento, Pedro Arrojo, con motivo de las reuniones del Consejo de Derechos Humanos, y donde más allá del protocolo de bienvenida, reclamaban que éste centrase sus esfuerzos en problemáticas propias, una llamada de atención especialmente importante para aquellos lugares donde no se garantizan los derechos hídricos. O lo que es lo mismo, instaban a que el Relator simplemente cumpliera con los fines de su mandato.

Sin embargo, la hoja de ruta de este político español va por desgracia por otro camino muy distinto.

A las puertas de comenzar su segundo año de un mandato de tres, y tras haber dedicado un año entero a pensar qué haría, Arrojo parece haber olvidado sus obligaciones como Relator, esas por la que claman todos los países y que no es otra que señalar los retos y obstáculos principales para lograr la plena efectiva realización de los derechos humanos de acceso al agua y el saneamiento.

Arrojo lleva meses demostrando su evidente parcialidad, olvidando sus obligaciones como Relator, y sobre todo, evidenciando su preocupante falta de visión de los verdaderos retos hídricos del planeta

Anclado en un pasado activista, este exdiputado de Podemos parece cegado por sus obsesiones ideológicas, contrarias incluso al consenso internacional y a los principios y postulados de la organización que en teoría representa, y ha decidido utilizar la excepcional tribuna que le ha proporcionado la ONU para resolver cuitas personales y demonizar a un aliado imprescindible en el desafío de construir un planeta donde nadie sufra sed: las empresas del sector del agua.

Y es que Arrojo lleva meses dedicándose únicamente a arropar todo tipo de causas activistas anti-empresa, demostrando su evidente parcialidad, olvidando sus obligaciones como Relator, y sobre todo, evidenciando su preocupante falta de visión de los verdaderos retos hídricos del planeta. Casi un año entero en el que Arrojo ha conseguido minar la credibilidad que al puesto se le confería.

El mundo necesita soluciones reales para los problemas hídricos. Problemas que, por mucho que el Relator obstine en obviar, no se van a resolver sin tender puentes entre todos los actores del mundo del agua. Problemas que, aunque ‘ignorados’ por Arrojo, tienen que ser puestos sobre la mesa de manera urgente.

Los ejemplos son tantos y tan evidentes que no cabe explicación alguna -tampoco para el Consejo de Derechos Humanos- que justifique que el foco del trabajo del Relator no sea solucionar los problemas de acceso a agua y saneamiento a lo largo y ancho del mundo.

Quizás uno de los más paradigmáticos sea el de Chad, un país sin litoral ubicado en mitad de África, en el que solo el 9% tiene acceso al saneamiento, y en el que apenas uno de cada 17 niños puede lavarse las manos con agua y jabón, lo que hace que la población local sea frecuentemente pasto de enfermedades como la poliomielitis, la meningitis y el cólera.

Sin embargo, nunca se ha oído al Relator siquiera mencionar la urgente situación de estos países, o de cualquier otro en el que el agua y el saneamiento sean un verdadero desafío

En el otro extremo de África encontramos otro caso “olvidado” por Arrojo: Madagascar, una isla-estado en la que sus 27 millones de personas se mueren de hambre por falta crónica de agua. Allí, cuatro largos años de sequía se suman a unas cifras desoladoras a nivel hídrico: el 57% no dispone de agua limpia, solo el 17% dispone de un saneamiento básico y apenas un 23% puede lavarse las manos. La situación es, según Unicef, especialmente desesperada para más de 110.000 niños que se encuentran en estado “muy grave” de afecciones y cuyo crecimiento y desarrollo sufrirán “daños irreversibles” si no se actúa pronto.

Cruzando el Atlántico también es posible comprobar los terribles efectos de la crisis global del agua. En Haití se está viviendo ahora mismo la peor crisis humanitaria de los últimos años, con más de 1,5 millones de personas en riesgo debido a la violencia y la falta de acceso a servicios básicos como el agua y el saneamiento, intensificados además por los efectos de la pandemia de coronavirus y cuyas endebles infraestructuras se han visto profundamente afectadas por terremotos y huracanes. Además, la falta de tratamiento de aguas residuales ha ayudado a que este país caribeño tenga una de las tasas de incidencia de cólera más altas del mundo.

Sin embargo, nunca se ha oído al Relator siquiera mencionar la urgente situación de estos tres países, o de cualquier otro en el que el agua y el saneamiento sean un verdadero desafío. Más bien todo lo contrario. Arrojo ha centrado su atención en lugares donde el derecho humano al agua y el saneamiento está totalmente garantizado, como España, Chile, Australia o Estados Unidos, y solo porque tienen reconocidos gestores indirectos de infraestructuras hídricas que no son del agrado de Arrojo por no coincidir con sus prejuicios ideológicos. Una falta de foco tan asombrosa que roza el surrealismo, pero cuyas consecuencias no conducen a tener sueños sino pesadillas, especialmente para todas las personas que, mientras el Relator siga con el punto de mira desviado, seguirán viviendo en el olvido de la más absoluta indigencia hídrica.



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