Aniversario COP25: la acción climática no se detiene pero deja deberes para 2021

Aniversario COP25: la acción climática no se detiene pero deja deberes para 2021

Un año después de la celebración de la Cumbre del Clima de Madrid y con la COP26 de Glasgow pospuesta a noviembre de 2021, los países tienen aún muchas tareas pendientes para reducir sus emisiones, pero también han avanzado en los compromisos de neutralidad climática

Nicolás Pan-Montojo
Madrid | 10 diciembre, 2020

Tiempo de lectura: 6 min



Hace exactamente 365 días, el mundo tenía sus ojos fijos en Madrid. Durante dos semanas, esta ciudad se convirtió en el centro de la acción climática mundial al albergar la 25ª conferencia de las partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Sin embargo, a pesar de clausurarse con dos días de retraso y tras batir su propio récord de duración, las extenuantes negociaciones internacionales concluyeron sin acuerdo sobre la regulación de los mercados de carbono, el principal objetivo. De hecho, finalmente solo se suscribió un pacto de mínimos que apelaba a la buena voluntad de los países para lograr aumentar la ambición en el recorte de emisiones.

Un año después, los deberes que se dejaron sin hacer en la COP25 siguen sobre la mesa, pero el panorama internacional ha cambiado radicalmente. Y es que entre la Cumbre del Clima de diciembre, que en principio se tenía que celebrar en Chile pero se trasladó a España por los problemas sociales que vivía el país andino, y el cierre de este 2020, ha habido importantes avances climáticos que permiten afirmar que no ha sido un año perdido para el clima.

Por supuesto, el primer cambio importante de la lista no podía ser otro que la crisis del coronavirus, que ha trastocado nuestras vidas pero también la acción climática, aunque solo sea por obligar a posponer la COP26 a noviembre del año que viene. Pero es que, en realidad, los confinamientos y limitaciones a la movilidad han supuesto también un gigantesco experimento en tiempo real. Efectivamente, si se frena en seco la economía, las emisiones bajan, sobre todo gracias a la reducción de desplazamientos en coche, avión o barco.

lucha climática
Tres mujeres retiran un logo de la COP25, celebrada en Madrid, al final de la cumbre. | Foto: EFE/Juan Carlos Hidalgo

Sin embargo, este efecto es tan solo temporal, ya que en cuanto se ha reanudado parcialmente la actividad, las emisiones han vuelto por sus cauces habituales. Es más, este pasado mes de noviembre, la Tierra volvió a batir el récord de concentración de dióxido de carbono, con más de 410 partes por millón, al mismo tiempo que las emisiones de metano y óxido nitroso se han disparado. Es decir, la pandemia no ha hecho más que confirmar lo que la ciencia lleva años avisando: es imprescindible transformar por completo nuestro modelo energético y de consumo si de verdad queremos limitar el calentamiento a 2 grados, como contempla un Acuerdo de París que también está de aniversario.

Los parches, aunque sea en forma de limitación brutal de la actividad económica, no bastan. Por eso, la gran noticia climática de este 2020 no ha estado en la temporal reducción de emisiones que ha causado el confinamiento, sino en que los dos mayores contaminadores del mundo, China y Estados Unidos, parecen estar, por fin, alineados contra el cambio climático.

La derrota de Trump y el compromiso de China

En teoría, 2020 marcaba el momento en el que Estados Unidos salía definitivamente del Acuerdo de París, lo que suponía un duro golpe para las negociaciones climáticas internacionales. Y es que, aunque esta retirada se ha hecho efectiva, la derrota en las urnas de Donald Trump la ha convertido en anecdótica. Ahora, con Joe Biden en el poder, el gigante norteamericano parece comprometido a intentar liderar la lucha contra el calentamiento global con políticas “verdes” a nivel nacional y un aumento de la ambición en el recorte de emisiones.

Por el momento, el hecho de que Biden haya nombrado por primera vez a un enviado especial para el Clima, el exsecretario de estado John Kerry, ya da pistas de que el medio ambiente va a jugar un papel importante en su legislatura. Pero, sobre todo, el presidente electo no ha dudado en hablar de “revolución de la energía limpia y la justicia ambiental” tras salir elegido y ha prometido más de 2 billones de dólares en proyectos de energía no contaminante en los próximos cuatro años.

Según apunta Fernanda Carvalho, responsable de política global del programa de clima y energía de WWF Internacional, la elección de Biden como nuevo presidente estadounidense «renovará la esperanza» en los grandes países a la hora de retomar «su rol climático en el nuevo juego geopolítico y del multilateralismo”. Sin embargo, aún habrá que esperar a ver el rol que desempeñará el Senado norteamericano, que probablemente controle la oposición republicana y puede significar un obstáculo para Biden a la hora de aprobar decisiones de calado climático.

China, Estados Unidos
La acción climática puede ser el próximo escenario mundial en el que China y EEUU se disputen el liderazgo.

En cualquier caso, si Estados Unidos quiere liderar la acción climática, tendrá enfrente al que ya es su gran rival en materia comercial y económica: China. Y es que, en septiembre, el presidente chino, Xi Jinping, dijo ante la ONU que su país alcanzará la neutralidad de carbono para 2060, un anuncio que de hacerse realidad podría reducir el calentamiento entre 0,2 y 0,3°C para finales del siglo. Este cambio de dirección radical para el que ya es el primer emisor mundial de gases de efecto invernadero puede significar que China pase de ser un actor muy relevante en la acción climática mundial.

También han aumentado su ambición países como Canadá, Chile o Reino Unido, que la pasada semana fijó un recorte de emisiones del 68% para el final de la década. Sin olvidar a la Unión Europea, que a pesar de la pandemia ha mantenido su apuesta por el Pacto Verde, aunque aún tiene que decidir hasta qué punto eleva el recorte de emisiones para 2030. Además, economías tan importantes como la de Japón o Corea del Sur han dado también el paso de anunciar la neutralidad de carbono. Buenas noticias que evidencian que 2020 no ha sido un año perdido para el clima, aunque tampoco pueden hacer olvidar el enorme trabajo pendiente que se deberá retomar en Glasgow en 2021.

Muchos deberes para la COP26

Actualmente, se debería multiplicar por tres la acción climática global si se quiere limitar a 1,5 grados el incremento de la temperatura respecto a los niveles preindustriales, el objetivo más importante del Acuerdo de París. Y, a pesar de los avances en ambición de este 2020, no basta con lo logrado hasta el momento: si las promesas de neutralidad climática que han hecho tantos países se convirtieran en realidad para 2050, terminaríamos el siglo con un incremento de 2,1ºC de temperatura, lo que significa daños irreversibles para los ecosistemas del planeta.

El principal motivo de relativo fracaso de la COP25 de Madrid fue el bloqueo que se vivió en torno al ya famoso artículo 6 del Acuerdo de París, que formaliza la figura del mercado de emisiones. Esta regulación es fundamental para reducir los gases de efecto invernadero a nivel global, ya que se trata de un sistema que posibilita que un país que emite de más pueda pagar a otro para que reduzca una cantidad de gases equivalente a través de proyectos de mitigación y adaptación. De hecho, los mercados de emisiones ya han mostrado su utilidad en la Unión Europea, donde están desarrollados.

objetivo climatico comision

Además, para la COP26 de Glasgow también quedó pendiente crear un mecanismo para compensar a los afectados por desastres climáticos y será necesario encontrar un acuerdo sobre financiación climática a largo plazo para que los países menos desarrollados puedan desarrollar planes de mitigación y adaptación. En este punto, quizás haya novedades antes de la COP26, ya que está previsto que se celebre de manera telemática una Cumbre de Adaptación Climática, en enero de 2021.

En cualquier caso, ante el retraso de la Cumbre del Clima, la ONU ha estado todo el año instando a los países a que revisen al alza sus contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés), que encarnan los esfuerzos de cada país para reducir sus propias emisiones. Al fin y al cabo, este aumento de la ambición fue el único acuerdo que se alcanzó en Madrid, como bien recogía la declaración final. Pocos países han cumplido (apenas 15, según los datos de Climate Action Tracker), aunque aún queda el objetivo clave de la Unión Europea como bloque que en teoría se debería conocer este diciembre.

Aún contando con que la UE logre cumplir su propósito, esto dejaría más de un centenar de países que ni siquiera han anunciado una revisión al alza de los recortes de emisiones. Y lo que es peor, ya hay algunos rebeldes que han confirmado que no piensan hacerlo. Países con una importante participación en las emisiones mundiales como Arabia Saudí, Rusia, Brasil o Australia, que tienen en común su fuerte dependencia de combustibles fósiles como el petróleo, el gas o el carbón, se han negado a aumentar al alza sus NDC. Una resistencia a la acción climática internacional que también deberá ser vencida en menos de 12 meses en Glasgow si se quiere que el Acuerdo de París no se convierta en papel mojado.



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