El Parlamento Europeo ha aprobado definitivamente las nuevas reglas que buscan una gestión de los recursos hídricos más eficaz y reducir el consumo de plástico de las botellas de agua
La mayoría de los europeos tienen acceso a agua potable del grifo de calidad. Según un estudio de la Agencia Europa de Medio Ambiente más del 98,5% del agua potable cumple los estándares establecidos por la Comisión Europea para garantizar la potabilidad.
Sin embargo, tanto la Comisión como el Parlamento Europeo coinciden en que una mejora de la calidad del agua y mejoras en el acceso al agua de grifo conseguiría reducir el consumo de agua embotellada en un 17% y, con ello, evitar que una gran cantidad de plástico se convirtieran en elementos contaminantes de medio ambiente y de la propia salud de ciudadanos y de la biodiversidad.
Con este objetivo la Comisión Europea lanzó en febrero de 2018 una propuesta para modernizar la actual directiva, aprobada hace 21 años. Y este jueves, el Parlamento Europeo ha dado su visto bueno a implantar nuevas normas que convenzan a los europeos de la óptima calidad del agua comunitaria y la consuman del grifo.
Infografía | Comisión Europea
El siguiente paso en la tramitación del texto, la negociación con los Estados, comenzará en noviembre una vez iniciada la nueva legislatura.
La Comisión Europea estima que un litro de agua extraída del grifo no llega al medio céntimo, con lo que su precio es unas 500 veces inferior al una botella de ese tamaño que cueste un euro. Además, recuerda que su consumo no contribuye a aumentar las toneladas de plástico de los océanos, como sí hace el líquido embotellado. Y ni siquiera es necesario cargar con ella de la tienda a la casa, solo abrir el grifo.
Directiva sobre el agua potable
La directiva europea sobre el agua potable fija los estándares mínimos de calidad del agua destinada al consumo humano (para beber, cocinar o para el uso doméstico) y protege a los ciudadanos de la contaminación. La nueva legislación pretende mejorar la calidad del agua del grifo endureciendo los límites de contaminantes como el plomo, introduce umbrales para disruptores endocrinos y vigila la presencia de microplásticos. En concreto la presencia del plomo se pretende reducir a la mitad.
Si confían más en el agua del grifo, los ciudadanos también pueden contribuir a reducir los residuos plásticos procedentes del agua embotellada, incluyendo la basura marina. Las botellas de plástico son uno de los artículos de plástico de un solo uso que se encuentran con más frecuencia en las playas europeas.
Con la actualización de la Directiva sobre el agua potable, la Comisión da un paso importante en materia legislativa para la aplicación de la estrategia de la UE en materia de plásticos, anunciada el 16 de enero de 2018.
Impacto Económico y Medioambiental |Parlamento Europeo
Una mejor gestión del agua potable en los Estados miembros evitará la pérdida innecesaria de agua y contribuirá a reducir la huella de CO2. Así pues, la propuesta supondrá una contribución importante para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030 (Objetivo 6) y los objetivos del Acuerdo de París sobre el cambio climático. El nuevo planteamiento de la seguridad basado en los riesgos ayudará a desarrollar controles de seguridad más específicos en aquellas áreas en que el riesgo sea mayor.
Paralelamente, la Comisión también acelerará la labor de normalización para que los productos de construcción del sector hídrico del mercado interior de la UE, como los depósitos o las tuberías, no contaminen el agua potable.
Reducir los riesgos sanitarios a menos de un 1%
La modificación legislativa puede suponer un coste para los operadores de agua europeos de 5.900 a 7.300 millones de euros, pero tiene su contrapartida en los hogares, a los que puede ayudar a ahorrar 600 millones. La mitad del agua del grifo que consumen los europeos proviene de fuentes subterráneas, el 36% de superficiales, y el resto tiene otros orígenes.
El coste total del suministro potable en la UE fue de aproximadamente 46.500 millones de euros en 2014, unos 90 euros por habitante. El consumo de agua del grifo en España es de 132 litros al día por persona, diez litros por encima de la media comunitaria, pero esa cifra incluye su uso para todas las actividades, incluidas la higiene o la cocina.
El 67% del agua captada en España para abastecimientos corresponde a aguas superficiales, el 28% a aguas subterráneas y de manantiales, y el 5% restante a aguas desaladas, según el Estudio Nacional de Suministro de Agua Potable y Saneamiento en España 2018, elaborado por la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS).
Respecto a las condiciones sanitarias de las aguas de consumo, el exhaustivo control de los operadores y autoridades sanitarias muestra que los consumidores pueden confiar plenamente en su calidad.
El agua de grifo es de absoluta confianza
Por otro lado, el sector está haciendo un gran esfuerzo para anticiparse mediante una adecuada gestión preventiva de los riesgos. Así, 62% de los abastecimientos ya tienen implantados Planes Sanitarios del Agua y el 13% los tienen en fase de implantación.
La intención comunitaria ahora es reforzar la idea de que el agua del grifo tiene tanta o más calidad que la embotellada, no solo a través de campañas informativas, sino endureciendo los requisitos de calidad, instalando más fuentes, colocando puntos de consumo en los edificios públicos, fomentando que bares y restaurantes la dispensen gratuitamente o a un precio reducido y asegurando el suministro a los grupos más vulnerables.
Una exitosa iniciativa legislativa popular
Desde su origen la propuesta legislativa tiene por objeto garantizar el suministro a todos los ciudadanos y responde a la primera iniciativa ciudadana europea en lograr sus objetivos: la iniciativa por el derecho al agua, que reunió 1,6 millones de firmas para respaldar la mejora del acceso al agua potable y segura para todos los europeos. Además, la propuesta pretende fortalecer a los consumidores velando por que los distribuidores de agua les ofrezcan información más clara con relación al consumo, el análisis de costes y el precio por litro, de forma que sea posible realizar una comparación con el precio de la embotellada. Ello contribuirá a los objetivos medioambientales de reducir el uso innecesario de plástico y de limitar la huella de carbono de la UE, así como a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El vicepresidente primero, Frans Timmermans, ha declarado: «Los ciudadanos se han pronunciado alto y claro mediante la iniciativa ciudadana europea, instando a la acción para garantizar que sea potable y segura. Hemos escuchado con atención su petición y hemos llevado a cabo un análisis detallado de la legislación actual. Así pues, lo que hoy proponemos es modernizar la legislación de la UE, para mejorar la calidad del agua potable y facilitar el acceso a los ciudadanos donde más se necesite. Juntos, podemos y debemos proteger la salud y la seguridad de nuestros ciudadanos».
El vicepresidente Jyrki Katainen, responsable de crecimiento, empleo, inversión y competitividad ha afirmado: «Mediante esta propuesta, facilitamos la transición hacia una economía circular, al ayudar a los Estados miembros a que gestionen el agua potable optimizando los recursos. Ello implica reducir el uso de energía y la pérdida innecesaria de agua. Gracias a una mayor transparencia, también se dará mayor poder a los consumidores y se les animará a optar por alternativas más sostenibles, como por ejemplo, el agua del grifo».
Cada español consume 136 litros de agua al día
Si bien en beber cada español apenas utiliza 1,5 litros diarios, por debajo de las ingestas recomendadas, el consumo se ha incrementado en otras actividades cotidianas: de media, entre 60 y 100 litros de agua en poner una lavadora. Entre 18 y 50 si limpia los platos con lavavajillas y hasta 100 si lo hace con sus manos. En cocinar, entre seis y ocho litros cada vez.
Los consumos medios de agua más elevados se dieron en Comunidad Valenciana (163 litros por habitante y día), Cantabria (155) y Castilla y León (152) mientras que los más bajos se registraron en País Vasco y Comunidad Foral de Navarra (112 en ambos casos) y La Rioja (115).