Aunque en el 95% de los hogares de la Unión Europea baste abrir el grifo para ver caer el agua, las olas de calor de las últimas semanas y los efectos de la que podría ser la tercera peor sequía del siglo en Francia, España, Alemania y Polonia, han evidenciado que la escasez de agua y las sequías son cada vez más frecuentes.
Las sequías que han afectado a Europa durante los treinta últimos años han costado 100.000 millones de euros
Los últimos datos del Instituto de Recursos Mundiales (WRI, sus siglas en inglés) apuntan a que San Marino es el único país de Europa que se enfrenta a un estrés hídrico extremadamente elevado.
Mientras tanto, Chipre, Grecia, España, Portugal, Italia e incluso la lluviosa Bélgica, se encuentran entre los 44 países del mundo más afectados por la escasez de agua, lo que significa que, por término medio, cada año se utiliza más del 40% del suministro disponible.


La demanda de agua en Europa ha aumentado de manera constante a lo largo de los últimos 50 años, debido en parte al crecimiento de la población. Ello ha dado lugar a un descenso global de los recursos hídricos renovables por habitante cifrado en un 24% en toda Europa.
Este descenso es especialmente evidente en el sur de Europa, debido principalmente a los menores niveles de precipitaciones, según un indicador de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA).


La AEMA estima que alrededor de un tercio del territorio de la UE está expuesto a condiciones de tensión hídrica, ya sea de forma permanente o temporal.
Países como Grecia, Portugal y España han sufrido ya graves sequías durante los meses estivales, pero la escasez de agua también se está convirtiendo en un problema en regiones septentrionales, incluidas partes del Reino Unido y Alemania.
Francia, España, Alemania y Polonia sufren ya los efectos de la que podría ser la tercera peor sequía del siglo XXI. Según el indicador de sequía de Météo-France, calculado desde 1958, el año 2019 ocupa el séptimo lugar en los años más secos.
En España el mes de julio acabó con un déficit de precipitación del 26% respecto al año anterior, consecuencia de un invierno seco, el segundo más seco del siglo XXI y el quinto desde 1965, y de una primavera también seca, la sexta con menos precipitación en este siglo, lo que confirma la situación de sequía meteorológica.
El servicio europeo de observación terrestre Copernicus ha publicado dos imágenes que hablan por sí mismas del calor y sus efectos en la vegetación.
Sin embargo, las mejoras en la eficiencia de la gestión del agua y de su suministro han dado lugar a una disminución del nivel total de captación de agua cifrada en un 19% desde 1990.
Esto se debe a que desde la Administración comunitaria se está apostando por la aplicación de mejores prácticas de gestión del agua, sobre todo en lo que respecta a las políticas de precios del agua en combinación con otras medidas como campañas de sensibilización pública que promueven la eficiencia hídrica mediante el uso de dispositivos de ahorro de agua.
La escasez de agua y las sequías son asuntos que no solo preocupan a los gestores hídricos pues tienen impactos directos también sobre la ciudadanía y sobre los sectores económicos que utilizan y dependen del agua, como la agricultura, el turismo, la energía y el transporte.
La escasez de agua y las sequías tienen asimismo muchos impactos sobre todos los recursos naturales a través de aspectos como la biodiversidad, la calidad del agua, el aumento del riesgo de incendios forestales y el empobrecimiento de los suelos.
Gestión integrada y adaptación al nuevo modelo predictivo
Uno de los principales escollos de la gestión de las sequías en la actualidad es un proceso reactivo, que trata sobre todo de daños y pérdidas.
En 2013, en la Reunión de alto nivel de políticas sobre la sequía, la Asociación Mundial para el Agua y la OMM lanzaron el Programa de gestión integrada de sequías. Su misión principal es generar un cambio para pasar de una gestión reactiva de las sequías a otra proactiva, que esté centrada en la prevención, la mitigación, la reducción de la vulnerabilidad, la planificación y la preparación frente a las sequías.
Durante las últimas décadas la superficie y la población afectada por la sequía en Europa han crecido casi un 20%
La escasez de agua y las sequías han afectado con frecuencia a la región de Europa Central y Oriental, y han causado graves impactos en la economía y en el bienestar de la población. Pese a la magnitud de los daños, la sequía no figura aún entre los temas más prioritarios de los ciudadanos europeos y la población no tiene conciencia del impacto de la escasez de recursos hídricos en su día a día.
Se ha puesto en evidencia que los países tienen que mejorar la vigilancia nacional y las políticas de gestión de la sequía con el objetivo de mejorar la preparación y reducir sus impactos.
Así se podría llevar a cabo un seguimiento adecuado de las sequías, comparando sus impactos mediante una metodología común y evaluando la vulnerabilidad de los distintos sectores frente a los episodios de sequía.
Tras las fuertes sequías registradas en 2003, 2005 ó 2017, que causaron fuertes impactos en varios sectores económicos dependientes del agua, en la vegetación y en los recursos hídricos, se ha puesto en evidencia que la población sigue adoptando acciones reactivas y toma medidas solo cuando ya se ha manifestado la sequía.
Para reforzar la resiliencia de países y regiones es importante esta gestión integrada de la sequía y la cooperación con los servicios hidrometeorológicos nacionales, los organismos de cuenca, los ministerios, las instituciones de investigación y el conocimiento de las empresas privadas.
Una de las claves de la gestión proactiva de las sequías es la generación de una política y de un plan para la gestión que debería abordar todo el ciclo de la sequía (vigilancia, evaluación de impactos, respuesta, recuperación y preparación) y ayudar a mejorar los procesos de toma de decisiones en la gestión.
Los aspectos en los que los países consideran necesario aumentar los esfuerzos: la investigación, el aumento del conocimiento sobre los diferentes escenarios, una mayor exactitud de los modelos, la definición de la vulnerabilidad y de la sociedad y los ecosistemas. Aspectos cuya profundización permitirán elaborar y aplicar estrategias de adaptación más eficaces.
La reutilización, clave en la gestión eficiente del agua
La Unión Europea está decidida a proteger sus recursos hídricos para el futuro apostando por la reutilización de aguas residuales. En la UE se podrían reutilizar 6.600 millones de metros cúbicos de agua al año.
Actualmente en el conjunto de la Unión solo se reutilizan 1.100 millones de metros cúbicos de agua.
Por tanto, hay mucho potencial para avanzar en la gestión eficiente de la reserva hídrica. Todo tiene que ver con la economía circular: reducir, reciclar, reutilizar aplicando este principio también al agua.
Este mismo año la UE y el Parlamento Europeo respaldaron los planes de uso de aguas residuales urbanas para el riego agrícola. Los eurodiputados quieren promover el uso de agua tratada para regar los cultivos alimentarios y no alimentarios.
El agua no solo debe reutilizarse con fines agrarios sino que estas aguas recuperadas pueden tener un fin en otros sectores de la economía como usos industriales y medio ambientales, siempre que no suponga un riesgo para la salud o el entorno.
Las patatas británicas, ingrediente fundamental de su típico «fish and chips» ha sido uno de los principales afectados por el cambio climático.
El chip ingles se ha quedado una pulgada, 3 centímetros, más corto por la ola de calor de 2018, según un informe sobre los riesgos para el cultivo de frutas y verduras del Reino Unido debido al cambio climático.
El verano de 2018 fue el más caluroso registrado en la historia de las islas inglesas, con un déficit pluviométrico inusual, que causó estrés hídrico en el cultivo de la patata dando como resultado la cuarta cosecha más baja de este tubérculo en los últimos 60 años.
Según recoge el informe «Receta para desastres» elaborado la organización The Climate Coalition , que reúne a 130 organizaciones y que publicó el diario The Guardian los rendimientos cayeron un 20-25% y se vio afectada la calidad de las patatas que presentaron disminución de calibres y defectos de forma.
Así que todo apunta que igua que en 2018 después de las olas de calor de las últimas semanas las patatas fritas vuelvan a menguar un año más.
¡patatas más pequeñas, chips más cortos!