Cuando Levi Strauss consiguió la patente del conocido hoy como pantalón vaquero en la segunda mitad del siglo XIX, seguramente no imaginó el éxito que iba a tener su invención. Las estadísticas indican que actualmente se producen cada año unos 5.000 millones de tejanos o jeans en todo el mundo. Es posible que tampoco sospechara que su negocio iba a alcanzar tal volumen industrial que acabaría teniendo un impacto planetario sobre los recursos y sobre el medio ambiente. “El vaquero es la prenda más contaminante y la que más se fabrica, porque la usa todo el mundo en todo el planeta”, afirma Marina López, presidenta de la Asociación de Moda Sostenible de España.
En 2016 el documental Riverblue: Can fashion save the Planet?, se encargó de dejar constancia sobre lo que hay detrás de la fabricación de un par de pantalones. La pieza audiovisual sigue las andanzas del experto canadiense en conservación de ríos, Mark Angelo. Pero si se abre la lupa en los países asiáticos, principales polos en la fabricación textil las cuentas son mucho peores. Durante su viaje, Angelo confirmó que, en China, el 70% de los ríos está contaminado con las aguas residuales de esta industria textil.
¿Cuánta agua se emplea en un vaquero?
El algodón es lo que más consume en el proceso de producción. Su siembra, el uso de regadío, incluso el lavado posterior a la recolección, y antes de hacer el hilo, lo convierte para organizaciones conservacionistas como Greenpeace en uno de los “cultivos más sucios y sedientos del planeta”. En líneas generales, el algodón ocupa alrededor del 2,5% de las tierras cultivables del planeta y supone el 2,6% de la huella hídrica mundial de los bienes consumidos. No hay que olvidar que el 90% de los agricultores de algodón son originarios de países en vías de desarrollo.
Además, este cultivo “es responsable del uso de productos químicos fitosanitarios que sobrepasan los 2.000 millones al año en coste. Muchos de ellos son considerados peligrosos por la Organización Mundial de la Salud”, según afirma la organización sin ánimo de lucro Environmental Justice Foundation.
La marca valenciana Jeanologia ha logrado reducir un 90% la huella hídrica en los procesos de acabado de los tejidos, empleando técnicas novedosas como el láser o el ozono para conseguir el efecto lavado a la piedra
Al cultivo y la hilatura hay que sumar otros procesos de la fabricación del pantalón. “Un proceso de acabado mínimo de un vaquero, que consiste en un lavado y suavizado, consume 1,5 kW de energía y unos 150 gramos de productos químicos, además de 70 litros de agua. Para el acabado de desgaste que llevan todas las prendas en el muslo, tradicionalmente se usan un spray que lanza arena, lo que puede provocar silicosis en los operarios», explican desde Jeanologia, una de las referencias sostenibles del sector a nivel mundial. La marca, de origen valenciano, propone crear el efecto desgastado a través de un láser y en lugar del lavado a la piedra lavar con ozono. Incluso, para reducir el consumo de químicos utilizan nanoburbujas de jabón. Para aplicaciones de lavandería cuentan con su propio software, llamado EMI, capaz de calcular y gestionar de forma pormenorizada cada uno de los consumos del proceso. En muchos casos consiguen reducir la huella hídrica de los procesos de acabado hasta un 90%. “En el tema del tintado, así como de los acabados hay muchas iniciativas que están trabajando en la reducción de consumo de agua, energía y químicos”, afirma Gema Gómez, directora de Slow Fashion Next.
Marcas de vaqueros eco
No son las únicas ideas que están apareciendo en el mercado para hacer “eco” esta prenda tan usada en todo el mundo. Algunas ideas van de reciclar, como lo que propone la firma barcelonesa Back to eco. Utilizan residuos para volver a hacer tejido, reparan los diseños ya fabricados y diseñan intentando alargar al máximo la vida útil del tejido denim. En el tiempo que llevan de actividad han adquirido “9.000 kilogramos de tejanos rotos, de los cuales un 33% se ha reutilizado convirtiéndose en nuevos productos y 1.200 kilos se han convertido en hilos y nuevos tejidos”, dicen en su web.
Otra marca que apuesta por darle una segunda vida a esas prendas que los consumidores ya no quieren es la holandesa Nudie jeans. Cuando no reparan las prendas, las compran y las vuelven a poner a la venta bajo una línea vintage.
Se estima que el 20% de la contaminación industrial del agua está asociada a la producción de prendas de vestir.
Otra opción es alquilar. La firma Mud Jeans tiene una idea de negocio en línea con el concepto tan de moda de pagar por usar y no por tener. El cliente paga un depósito de unos 20 euros anuales y un alquiler mensual por las prendas que le interese durante un año. Si se produce una rotura, la marca lo repara y una vez finalizado el periodo de alquiler, se puede comprar el pantalón o devolverlo. La prenda desechada vuelve a ser alquilada como de segunda mano o pasa a ser reciclada para producir nuevos modelos de vaqueros.
¿Cómo reciclar tus vaqueros?
Para los que ya tenemos en el armario dos consejos: lavarlos menos y cambiarlos si ya nos los queremos. En un artículo publicado en The Independent el director general de Levi’s explicaba por qué nunca deberíamos lavar nuestros pantalones vaqueros. Como mucho cada seis meses y en algunos casos ni eso. Y es que en teoría el jean se va adaptando a nuestra silueta como una segunda piel. Lavarlos sólo consigue que el proceso se detenga y estropea la tela.
Marina López, de Asociación de Moda Sostenible de España, recuerda que “como con el resto de la ropa existen opciones de intercambio y alquiler de ropa, que te permiten llevar prendas durante un par de semanas”. Si ya hemos decidido que necesitamos unos nuevos tejanos: “Las claves para adquirir una prenda es apostar por la calidad. Algunos vaqueros de baja calidad no son 100% algodón; contienen poliéster, que con los lavados sueltan microplásticos. Es fundamental buscar marcas de moda sostenible, que apuesten por algodón orgánico, teñidos con tintes naturales de plantas, de los que sabes que están fabricados éticamente y no en India o Bangladesh con mano de obra explotada”.
Además de materiales como el cáñamo, que ya están usando empresas como Kings of indigo, hay soluciones de lo más novedosas. Por ejemplo, la empresa china Advance Denim tiene un tejido hecho de algodón reciclado y filamentos de poliéster llamados Solucell. En principio lo de usar plástico no parece muy sostenible, pero cuidado porque en este caso Solucell se disuelve en agua, de manera que ambos tejidos pueden ser reciclados al 100%. «Cuando los vaqueros se mezclan con algodón y poliéster, no se puede cortar mecánicamente para reciclar”, dicen en su web.
Otra empresa, la española Textil Santanderina, utiliza botellas del mar para crear sus tejidos. Incluso los hay que producen electricidad. Es la propuesta de la diseñadora Pauline Van Donge que, además de reciclar la tela vaquera para confeccionar sus prendas, les añade paneles solares flexibles que permiten cargar un teléfono móvil.
Un último invento: el de la empresa italiana Italdenim, que utiliza quitosano, un derivado del exoesqueleto de los cangrejos, como sustancia para teñir. Además de ser inocuo para la salud, permite que toda el agua del proceso se vuelva a usar una y otra vez porque no contiene químicos.
Por último, los consultados advierten sobre las etiquetas de algodón ecológico, que no tienen nada que ver con el orgánico y pueden llevar a confusión: “Muchas veces las etiquetas eco hacen referencia al cultivo transgénico. Se está usando mucho para hacer camisetas, pero a largo plazo no se conocen las consecuencias que estas variedades cultivadas tendrán para la biodiversidad”, concluye López, que recuerda que estos cultivos se siembran principalmente en China. La etiqueta orgánica es la única que garantiza que el algodón se ha producido siguiendo parámetros sostenibles y de cultivo local.
Cien años después de que Levi Straus inventara este imprescindible de la moda, la industria estudia cómo reinventarse para cumplir otros cien con menor impacto ambiental.
